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«Alucín» una nueva moda entre los jovenes que sueñan con ser narcotraficantes

Las redes sociales donde más se puede ver a este tipo de jóvenes son TikTok e Instagram

lunes, 05 septiembre 2022 | 07:47

 

Ciudad de México.- A través de redes sociales se han vuelto virales aquellos jóvenes que dicen ser ‘alucines‘, pero, ¿qué significa ser un alucín y de dónde viene esta nueva tendencia? Estos jóvenes son aquellos que sueñan con tener los lujos que presumen personas relacionadas al narcotráfico.

 

Las redes donde más se puede ver a este tipo de personas son Tiktok e Instagram, ya que entre más sea pública la vida del alucín es mejor, pues esto le da reconocimiento.

 

¿Qué significa ser un alucín?

 

Un alucín es un tipo de persona que presume y aparenta ser o tener más de lo que realmente es. Esto puede demostrarlo a través de sus expresiones, su forma de actuar y hasta en al manera en la que se viste.

 

A través de un video de TikTok una usuaria llamada ‘@soytreintoker’, explicó el significado de esta palabra entre la juventud.

 

‘El uno más que tú’ es como les llama a esas personas la usuaria.

 

“Yo creo que los alucines se destacan por el nivel de mentiras… las historias que deben contar para justificar que no traen lo que dicen tener o no saben lo que dicen saber”, explicó la joven.

 

Por otro lado, otro video de la misma red social asegura que se le llama alucín a los jóvenes ‘que aspiran a tener el estilo de vida de los narcotraficantes… es todo un fenómeno muy revelador’.

 

Algo importante de señalar es que este término es un americanismo derivado de la palabra ‘alucinar’ y su significado real es: ‘Estado de incoherencia parecido al que produce la droga’. Esto según la Asociación de Academias de la Lengua Española.

 

Otros elementos que pueden ser propios de un alucín son los narcocorridos, así como la indumentaria y los vehículos que usualmente utiliza el narco.

 

Hemos de decir que esta nueva tendencia no es únicamente de los hombres, pues hay mujeres alucines que dicen aspirar a ser como Sandra Ávila Beltrán, ‘La reina del Pacífico’.

 

También se puede decir que esta tendencia es una variante de la ‘narcocultura’, la cual es la influencia cultural que ejerce el narcotráfico sobre una sociedad, a los gustos generalizados y popularizados por narcotraficantes.

 

Fuente: Eldiariodechihuahua.mx

 

 

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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