Itali Heide
A prácticamente un año desde que se registró el primer caso de COVID-19 en el mundo, se ve una luz al final del túnel: la vacuna. En Inglaterra, una mujer de 90 años fue la primera en recibir la vacuna desarrollada por Pfizer/BioNTech. Sin embargo, incluso esta noticia emocionante trajo nubes oscuras. En una era de desinformación, confusión y desconfianza en expertos y medios, preocupaciones sobre la seguridad y efectividad de la vacuna se han colocado en el centro de atención del movimiento anti-vacunación.
Este «renacimiento» de un movimiento que cuestiona la validez de la ciencia detrás de la inmunización es sorprendente para el país. México siempre ha liderado el camino de la vacunación: tiene el programa de vacunación más completo y comprensivo de América Latina. Aunque la vacunación obligatoria sigue siendo objeto de debate, México es uno de los países que se ha beneficiado en gran medida de las vacunas como resultado de las tarjetas de vacunación divididas por grupos de edad que aplican el Sistema Nacional de Salud.
Una encuesta de El Financiero encontró que el 55% de los mexicanos prefiere esperar a ver la reacción a la vacuna antes de aplicársela. (Imagen: Obi Onyeador)
A menudo se deja de lado el contexto cuando se plantean preguntas válidas sobre la vacuna, incluyendo su creación a una velocidad récord, sus efectos secundarios y su accesibilidad. No nos equivocamos al plantear preocupaciones, de hecho, es bueno que prestemos atención. Sin embargo, la cantidad insana de información no verificada y la angustia pública son contraproducentes para la erradicación y el control de una pandemia que sigue cobrando vidas en México y en el mundo.
Podríamos preguntarnos, ¿cómo se las arregló el mundo para hacer una vacuna con tanta rapidez? Es totalmente válido cuestionarlo, dado que en la historia el camino hacia una vacuna ha sido uno de años de investigación, desafíos y períodos de espera. En el caso de COVID-19, todas las cartas jugaron a su favor y la urgencia de la situación permitió que los recursos, científicos e investigaciones necesarias pudieran hacerse sin preámbulos. ¿Es normal sacar una vacuna en menos de un año? No. ¿Eso lo hace inseguro? Tampoco. En el caso de la vacuna de Pfizer, y otras que están por considerarse listas para distribución mundial, han tenido que pasar por todas las fases de los ensayos clínicos, pruebas y exámenes rigurosos sobre los efectos a corto y largo plazo.
Entra aquí a conocer más acerca del proceso que nos asegura que la vacuna es segura. (Imagen: Unsplash)
¿La vacuna es pan comido? Definitivamente no. México se enfrenta a obstáculos al prepararse para aplicar un plan de vacunación masiva en medio de problemas políticos, logísticos, económicos y sociales. Los efectos secundarios no son poco comunes, aunque no mortales ni peligrosos, e incluso el hecho de tener que inyectar una aguja no es lo más cómodo.
Vacunarse es una decisión individual, pero el bien que puede causar es colectivo. Los humanos ya hemos hecho esto antes, y lo estamos haciendo por primera vez en un mundo totalmente conectado, donde la innovación en la ciencia y la medicina es algo cotidiano y los científicos trabajan incansablemente para mejorar la vida de la raza humana. Quizás no entendemos todo, pero que no sea una razón para desconfiar de la ciencia. Como ha sido a lo largo de la historia, debemos unirnos y luchar contra la pandemia como una unidad, y la vacuna es un buen lugar para empezar.