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Salud y Bienestar

Anuncian que VIH podría estar controlado para 2030

El sida podría estar controlado en 2030, si el 90% de los infectados está diagnosticado, el 90% tiene tratamiento y el 90% de estos últimos cuenta con una carga viral indetectable.

La denominada “Regla de los tres 90” es uno de los puntos que explica el epidemiólogo de la OMS Jesús María Calleja en su intervención en el XVII Congreso Nacional sobre Sida e Infecciones de Transmisión Sexual, que reúne a más de 500 expertos en el Palacio del Kursaal de San Sebastián.

“Regla de los tres 90”

Alcanzar las metas que explica la mencionada “Regla de los tres 90” requiere voluntad política e inversiones de 24,000 millones de dólares anuales, frente a los 18,000 millones actuales, según las conclusiones a las que han llegado estos expertos.

El nivel de epidemia, con 35 millones de infectados en el mundo, no ha registrado variaciones pero sí el porcentaje de mortalidad, que se ha reducido en un 25%, mientras las nuevas infecciones en adultos han bajado en un 15% en adultos y en un 40% en niños, explica Jesús María Calleja.

El experto se muestra optimista sobre la posibilidad de llegar al control de la enfermedad dentro de 15 años, una situación que se daría cuando el umbral de las nuevas infecciones no superara las 200,000 anuales, muy por debajo de las 2.1 millones de la actualidad.

Ha destacado que los países donde se practica la circuncisión el nivel de sida es menor, porque protege del VIH en 80%. 

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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