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Aprovechan desechos orgánicos para obtener tejido humano

 

El material obtenido en esta casa de estudios es una membrana preparada para actuar químicamente como protector antibacterial del área dañada.

De acuerdo con la maestra Mayra Gabriela Brito Charles, participante del proyecto, el biopolímero se extrae de desechos orgánicos. Para ello, el equipo de trabajo ha diseñado un proceso químico (en vías de patentarse) a través del cual obtienen el material y se somete a procesos químicos y de lavado para eliminar proteínas y otros compuestos.

La intención de este procedimiento, expresó la investigadora, es eliminar cualquier componente que pudiera causar rechazo por el cuerpo del receptor. Además de que el proceso se ha optimizado para utilizar una cantidad mínima de agua y obtener el biopolímero en el menor tiempo posible.

A partir de este material, explicó, se forman membranas de diferentes tamaños con diversas texturas, las cuales se colocarán sobre la zona lesionada para que aceleren la regeneración del tejido. Al tener una carga positiva, el biopolímero atrae a las células que por el contrario son negativas.

Brito Charles comentó que por el momento realizan pruebas en cultivos celulares para determinar el tiempo en que se regenera el tejido, así como la biodegradación; sin embargo, destacó que el material se distingue de los existentes en el mercado por el hecho de que es completamente artificial y biocompatible.

Asimismo, indicó que esperan poder practicar a la brevedad las pruebas correspondientes en los animales del bioterio de la Escuela de Medicina del Centro Médico Hospital San José, del Tecnológico de Monterrey.
No obstante, reconoció que para que las membranas puedan emplearse directamente en pacientes aún deben transcurrir ocho años, en los que realicen otras pruebas y cumplan con los lineamientos de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios. (Cofepris).

Aunado a este desarrollo, el equipo del Tec trabaja en la creación de otro biopolímero que cumpla con las mismas características, pero que su estructura sirva como andamio para el cultivo celular, el cual en primera instancia se emplearía en la reproducción de tejido suave o duro.

Cabe señalar que en ambos proyectos han intervenido el doctor Jorge Armando Cortés Ramírez y la maestra Rocío Gosch Ingram. Gracias a estos biopolímeros crearon la empresa Protechi, que comercializará los productos y de la cual es directora ejecutiva Brito Charles.

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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