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Revista

Así fue como rogó el esposo de Hiromi para salvar su vida

El embarazo de la ex académica, Marla Hiromi al parecer, marchaba muy bien. Nunca presentó complicaciones. Ella realizaba sus labores con toda normalidad; incluso, trabajaba. Sin embargo, el día de ayer se complicaron las cosas en el hospital.

Su esposo, Fernando Santana, pidió ayuda a través de su cuenta de Facebook desde el hospital San Ángel en la Ciudad de México debido a que Hiromi sufrió una hemorragia y necesitaba ayuda urgentemente.
Por desgracia, fue demasiado tarde y el tiempo arrancó las vidas de madre e hija. Tras la lamentable pérdida de Hiromi y su pequeña hija, Julieta; muchos de sus colegas y personas que la apreciaban han compartido sus condolencias hacia los familiares de la cantante a través de sus redes sociales.

La cantante era muy querida por sus ex compañeros académicos ya que su personalidad destacaba por su simpatía.

Hiromi y Fernando estaban felizmente unidos en matrimonio y esperaban ansiosamente a su pequeña hija, Julieta. Al parecer, el parto se adelantó ya que la cantante publicó al pie de una fotografía que compartió en su cuenta de Instagram el 7 de septiembre: «Esperando a que llegue el 21 de octubre o cuando se le antoje que nos veamos las caras».
Mientras tanto, la vida de esta talentosa mujer seguirá presente en la vida sus seres queridos ya que se conocía por ser una persona trabajadora, apasionada y que amaba lo que hacía.

México

Gentrificación en CDMX: crecimiento urbano que desplaza a sus habitantes

Colonias como la Roma, Condesa, Juárez y San Rafael se han convertido en epicentro de protestas vecinales por el aumento desmedido en las rentas, el despojo inmobiliario y la pérdida de identidad barrial. El fenómeno detrás de estas inconformidades es la gentrificación, un proceso urbano que, aunque para algunos simboliza renovación, para otros representa expulsión, desigualdad y ruptura social.

La gentrificación ocurre cuando barrios de clase trabajadora reciben fuertes inversiones económicas y una oleada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Este cambio trae consigo mejoras en infraestructura y servicios, pero también incrementos abruptos en el precio de rentas y propiedades, desplazamiento de residentes originales y una transformación profunda en la cultura e identidad del barrio.

En la Ciudad de México, el fenómeno se ha intensificado con la llegada de nómadas digitales y extranjeros atraídos por el bajo costo de vida, quienes elevan la demanda de vivienda en zonas céntricas. Esto ha generado una turistificación desmedida, en la que muchas viviendas se destinan a rentas de corta estancia (como Airbnb), reduciendo la oferta para los habitantes locales.

A ello se suma la presión de desarrolladores inmobiliarios para que inquilinos tradicionales abandonen sus viviendas, con el fin de remodelarlas o demolerlas y construir nuevos complejos de lujo. Tiendas de abarrotes y fondas han sido reemplazadas por cafeterías de cadena y boutiques, alterando la vida comunitaria.

Además, la desigualdad urbana se agudiza: quienes no pueden pagar los nuevos precios se ven obligados a mudarse a zonas más lejanas, con mayores tiempos de traslado y menor acceso a servicios básicos.

En respuesta, colectivos ciudadanos y legisladores han exigido medidas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a los arrendatarios y prioricen un desarrollo urbano equitativo. La gentrificación, advierten, debe atenderse antes de que transforme por completo el rostro y el alma de la capital.

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