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Revista

Así fue como rogó el esposo de Hiromi para salvar su vida

El embarazo de la ex académica, Marla Hiromi al parecer, marchaba muy bien. Nunca presentó complicaciones. Ella realizaba sus labores con toda normalidad; incluso, trabajaba. Sin embargo, el día de ayer se complicaron las cosas en el hospital.

Su esposo, Fernando Santana, pidió ayuda a través de su cuenta de Facebook desde el hospital San Ángel en la Ciudad de México debido a que Hiromi sufrió una hemorragia y necesitaba ayuda urgentemente.
Por desgracia, fue demasiado tarde y el tiempo arrancó las vidas de madre e hija. Tras la lamentable pérdida de Hiromi y su pequeña hija, Julieta; muchos de sus colegas y personas que la apreciaban han compartido sus condolencias hacia los familiares de la cantante a través de sus redes sociales.

La cantante era muy querida por sus ex compañeros académicos ya que su personalidad destacaba por su simpatía.

Hiromi y Fernando estaban felizmente unidos en matrimonio y esperaban ansiosamente a su pequeña hija, Julieta. Al parecer, el parto se adelantó ya que la cantante publicó al pie de una fotografía que compartió en su cuenta de Instagram el 7 de septiembre: «Esperando a que llegue el 21 de octubre o cuando se le antoje que nos veamos las caras».
Mientras tanto, la vida de esta talentosa mujer seguirá presente en la vida sus seres queridos ya que se conocía por ser una persona trabajadora, apasionada y que amaba lo que hacía.

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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