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Causa euforia la primera imagen de Diego Boneta en el papel de Luis Miguel

En mayo de 2017, Diego Boneta y Netflix provocaron euforia y gran expectativa entre los seguidores del cantante Luis Miguel al darse a conocer que el actor de 21 años sería el encargado de protagonizar la bioserie del ídolo mexicano.

Tras la duda sobre el parecido que pudiera tener el joven actor con “El Sol”, por fin, la plataforma Netflix ha revelado las primeras imágenes del proyecto que contará la vida del intérprete de “La incondicional”.

En las imágenes reveladas por Netflix se muestra por primera vez al mexicano Diego Boneta interpretando al cantante. En una segunda fotografía se observa al actor Óscar Jaenada encarnando a Luisito Rey, padre y mánager de Luis Miguel; y en la última aparece la actriz Camila Sodi, quien, se rumora, será la encargada de dar vida a Aracely Arámbula.

En otras de las escenas reveladas se ve a la actriz Paulina Dávila nterpretando el papel de la primera novia de Luis Miguel, además de otra imagen del reconocido youtuber Juan Pablo “Juanapa” Zurita dando vida a Alejandro Basteri, hermano de Luis Miguel.

La serie producida por Gato Grande Productions, en unión con Metro-Goldwyn- Mayer Studios, Inc (MGM), podrá verse en Estados Unidos y Puerto Rico por Telemundo, y a través de Netflix en América Latina y España este año.

Fuente: Quién

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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