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Opinión

COLOSIO HOY por francisco RODRIGUEZ PÉREZ

COLOSIO, HOY

Francisco Rodríguez Pérez

 

 

Hace veinte años mataron a Luis Donaldo Colosio Murrieta, pero su ideario, su liderazgo, su propuesta de un gobierno diferente, sus sueños de un país mejor, están vigentes, en la memoria del pueblo mexicano, sus amigos, sus colaboradores cercanos y, por supuesto, sus hijos.

 

En Colosio ocurre lo que advierte la canción “El profeta” del grupo salvadoreño Yolocamba Ita: “Podrán matar al profeta, pero su voz de justicia no; y le impondrán el silencio, pero la historia no callarán”.

 

Para mantener viva la imagen y la esencia de Luis Donaldo, en estos días se publicó el libro “Colosio: El futuro que no fue”, una compilación de veinte textos por Alfonso Durazo, que representan el retrato de la dimensión humana, la génesis política y el ideario trunco de uno de los más grandes líderes priistas del siglo XX.

 

A la muerte de Colosio le siguió un neoliberalismo descarnado y deshumanizado, muy lejano a las propuestas de justicia social y democracia que enarbolara el líder sonorense.

 

La obra, que ya está en circulación, inaugura Ediciones Proceso, un sello editorial que promete publicar trabajos de calidad y pluralidad de pensamiento. Habrá que estar al pendiente de esas novedades.

 

En los avances de la obra me interesó de manera especial el conmovedor testimonio de Alfonso Durazo.

 

Dice el compilador: “ […] Desde la cúpula privilegiada en que me ubicaba mi condición de secretario particular de Luis Donaldo pude tener una idea clara sobre algunas de las claves de su carácter y de su estilo tan personal y atípico de ser político y hacer política […]

 

“Lo que en realidad sucedía en aquellos tiempos es que factores políticos y reglas del juego a los que Luis Donaldo había estado vinculado hasta el momento de su postulación como candidato a la Presidencia de la República buscaban su sometimiento al viejo orden; buscaban su complacencia con los intereses creados y las inercias que, tras la fachada de un falso éxito, eran responsables de la crisis política con la que había iniciado México el año de 1994.

“Era cada vez más evidente que Luis Donaldo jamás aceptaría desempeñar el reducido papel histórico de continuador de la herencia autoritaria y neoliberal que el régimen pugnaba por asignarle. La suya fue desde el principio una candidatura silenciosa pero con evidente rebeldía, convencido de que la salida para México estaba en el diseño de una nueva forma de ejercer el poder.

“Era un hecho también evidente que no gobernaría con camarillas ni para camarillas. El modelo de escriturar privilegios a una camarilla política estaba agotado. No siendo producto de grupos ni de complicidades, le resultaba viable el camino de la apertura; era, precisamente, uno de los márgenes que le permitiría la emancipación. Por otro lado, la estrategia de unidad requería de alianzas políticas. Como candidato de la unidad que se propuso ser, estaba comprometido con la integración de un gabinete representativo, comprometido con el país y con un impulso renovador”

En su narración, Durazo expone parte de las entrañas mismas de un poder que, ambivalente y bipolar, ha sido capaz de aniquilar incluso a miembros destacados del mismo grupo o entorno político.

“Por lo que a mí toca, a partir del asesinato de Luis Donaldo he pensado sobradamente acerca del régimen político que hizo posible aquel crimen […] los valores que han imperado hasta ahora en el quehacer político y la necesidad de sustituirlos. El punto de partida es impulsar su opuesto ético a todos aquellos valores que han guiado y marcado al aún antiguo régimen.

 

 

“Al margen de las modalidades del atentado, su muerte es un hecho deshonroso en la vida política de nuestro país. En esos años, la sociedad asistió abrumada a la tremenda lucha por el poder que se libraba en las alturas. […] Es casi imposible separar las certezas y las especulaciones, pero nadie podrá quitarnos la certeza subjetiva de que fue un crimen fraguado desde el poder, o en sus alrededores. Y entre certeza y especulación descanse en paz Luis Donaldo, al lado de su compañera Diana Laura, esa extraordinaria y gran mujer.”

Por su parte, Javier Treviño Cantú sostiene que en el momento en el que Colosio fue designado secretario de Desarrollo Social en 1992 ya no había duda en Washington de que Luis Donaldo era el prospecto más fuerte para llegar a la Presidencia. […] El estilo de liderazgo de Colosio lo hacía muy atractivo en el extranjero. Transmitía claramente el mensaje de su propuesta de reforma del poder y el fortalecimiento de la democracia en México, junto con la continuidad de la modernización económica. Se veía bien su propuesta para México de una economía abierta con un sistema político abierto. […]

Treviño expone los pormenores de la candidatura y los inicios de la campaña presidencial: El 8 de diciembre fue la toma de protesta de Colosio como candidato del PRI a la Presidencia de la República […] con toda una nueva propuesta, intentarían cambiar al PRI. “El equipo de campaña se formó en diciembre y estábamos listos para lanzarnos con todo el entusiasmo en una campaña ganadora”.

Pero -continúa el testimonio- se atravesaría el movimiento zapatista del 1 de enero de 1994 y más tarde, el 23 de marzo, “nuestro candidato fue asesinado, un gran proyecto de país se desmoronó y la política en México cambió”.

En este relato, hace una revelación acerca del discurso inmortal de Colosio, documento que posiblemente haya sido una de las causas de su asesinato. Ahora sabemos que Samuel Palma, Cesáreo Morales y Treviño Cantú trabajaron muchas horas en el discurso pronunciado aquel histórico 6 de marzo de 1994: “Nos sentábamos horas y días en torno a mi escritorio, yo tecleaba en mi computadora y los tres lo redactábamos en equipo, simultáneamente, y lo discutíamos, nos reíamos, nos enojábamos, hacíamos el análisis político obligado hasta que cada párrafo quedaba listo. Revisamos versiones y versiones con Luis Donaldo. Encerrados en la casa de campaña ubicada en la lateral del Periférico, por el Pedregal, o en su casa de San Ángel, Colosio tachaba párrafos, escribía nuevas frases, nuevos párrafos, los leía en voz alta. Cuando ya tuvo una versión muy cercana a la final fue cuando lo compartió con el coordinador de la campaña y con algunos escritores e historiadores, amigos de él, para que le hicieran sus comentarios. El discurso quedó listo la tarde del sábado 5 de marzo y Colosio lo envió a Los Pinos”, escribe Treviño.

Agustín Basave, por su parte, se refiere a la nominación de Luis Donaldo como candidato presidencial: “Yo, al igual que Colosio, hubiera preferido que su designación no se hubiera hecho por “dedazo”. Sabíamos que él tenía al priismo en un puño y nos hubiera encantando arrasar en una convención democrática, pero también sabíamos que lo más importante era ganar limpiamente la elección constitucional. Por lo demás, en esos momentos sólo cabía el festejo. […]

Igualmente, ubica a 1994, como el “annus horribilis” desde el primer día, con el surgimiento de la guerrilla en Chiapas y las decisiones del presidente Salinas, quien propició el resurgimiento de Manuel Camacho al nombrarlo comisionado –sin goce de sueldo– oficialmente para la paz y acaso extraoficialmente para generar la imagen de una precandidatura –irreal pero disuasiva– ante un Colosio que había empezado a brillar con luz propia.

Basave denuncia que “se inició entonces una campaña contra la campaña que probablemente tenía el propósito de recordarle al candidato dónde estaba el sol. Donaldo aguantó estoicamente y redobló su esfuerzo sin que el apoyo real que recibía se reflejara en los medios”.

Luego de la felicidad y la euforia vino el nadar a contracorriente primero y soportar el dolor por el asesinato de Colosio: “El hecho es que, tras del espléndido discurso en el Monumento a la Revolución y justo cuando empezábamos a ver la luz al final del túnel, llegó el día del oprobio, el 23 de marzo”.

Víctor Samuel Palma, también acusa a Salinas: “Cuando el entonces presidente de la República señaló: ‘No se hagan bolas, el candidato es Colosio’, pretendía dar una respuesta a la maraña, controversia o ‘bolas’ que él mismo había generado.

“En esas condiciones, Colosio desplegó una campaña en circunstancias sumamente adversas, ante señales controvertidas que provenían de lo más alto de la estructura de poder. Su temperamento lo llevó a buscar acuerdos, pretender que las dificultades podrían superarse con base en el diálogo, pero la vida no le alcanzó. Atrás de la puerta estaba la conspiración.”

Palma señala que para el PRI el asesinato de Colosio ha representado un signo dramático, por tratarse de un partido cuyo parto se derivó del magnicidio de un presidente de la República electo, Álvaro Obregón (1928). Se asumió que nunca más un hecho de sangre estaría inmiscuido en la lucha presidencial. […] El artero crimen en contra de Luis Donaldo significó un regreso a ese viejo trauma, apenas interrumpido por los 66 años transcurridos entre 1928 y 1994.

Julio Hernández López, recrimina: “Después del asesinato de Colosio esperé que el priismo nacional exigiera claridad en las investigaciones y castigo no solamente a un presunto autor material sino, además, a quienes hubiesen tejido esa trama poderosa. […]

“A la distancia sigo creyendo que el asesinato de Colosio fue una maniobra que sólo pudo ser concebida, ejecutada y mantenida en la impunidad por el propio poder supremo que en ese momento constituía el salinismo, en sus dos vertientes más notables, la del propio Carlos como cara política reformista y la de Raúl como operador financiero comprometido con intereses oscuros tanto en negocios con recursos públicos como de otra índole […]

Hernández va más allá de ese apunte: “También creo que el sonorense Colosio se resistió a ser la pieza dócil, manipulable, que ese salinismo pretendía llevar a Los Pinos para instaurar un caciquismo transexenal que devendría en el intento de facilitar la reelección del propio Carlos Salinas de Gortari (esos mismos proyectos de caciquismo transexenal fueron frenados por el sustituto que el salinismo también calculaba que sería dócil, el inexperto Ernesto Zedillo que sin embargo tocó el resorte clave para apaciguar a Carlos, al encarcelar a Raúl).

“La ejecución de Colosio, desde mi punto de vista, frenó el proceso de reforma democrática y arrojó al país a un torbellino altamente lesivo para los intereses populares, hasta llegar al neosalinismo encopetado que hoy se vive. Hoy mismo, como Luis Donaldo el 6 de marzo de 1994 en el Monumento a la Revolución, es posible ver a ese México ‘con hambre y con sed de justicia’, de ‘gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla, de mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales’. Con ese Luis Donaldo es con el que luché por el cambio democrático durante años que marcaron mi vida.”

Entre otros colaboradores, en el nuevo libro, que es homenaje y memoria para su padre, escribe también Luis Donaldo Colosio Riojas, quien expone cómo se fraguó la obra: “La idea de este libro surgió en un desayuno en la Ciudad de México con Alfonso Durazo y Agustín Basave. Ahí se comentó que en el vigésimo aniversario luctuoso de mi padre deberíamos hacer algo significativo, y se sugirió publicar un libro de testimonios de familiares, amigos y colaboradores. Me gustó la propuesta. Se han escrito muchas obras sobre él, pero no hay una que recoja las descripciones acerca de su personalidad y de sus ideales por parte de quienes estuvieron cerca de él en las distintas etapas de su vida”.

En efecto, la obra ofrece una visión actualizada del personaje completo de Luis Donaldo Colosio, un panorama integral de su vida y la presentación de un ser humano entero.

 

 

“Colosio: El futuro que no fue” es un homenaje a la memoria del gran líder mexicano y universal que representa los ideales nacionalistas y revolucionarios que encarnan la búsqueda constante de la justicia social y la democracia.

En el vigésimo aniversario luctuoso puede afirmarse que Luis Donaldo no fue el último ideólogo priista, sino el primero en la renovación, la reestructuración, la reconstrucción de un pensamiento liberal, sí, pero con alto grado de humanismo, sensibilidad y amor por los desprotegidos.

Con su muerte, sin embargo, la derecha neoliberal, insensible y tecnócrata ha sentado sus reales en el país. Tras una docena de años perdidos con la supuesta “transición democrática” y la “alternancia política”, e incluso el retorno del PRI a Los Pinos, es tiempo de volver a la ideología colosista: PODRÁN MATAR AL PROFETA, PERO SU VOZ DE JUSTICIA NO; Y LE IMPONDRÁN EL SILENCIO PERO LA HISTORIA NO CALLARÁN… ¡Hasta 

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Opinión

Diplomacia. Por Raúl Saucedo

Estirar la liga

En un mundo interconectado y globalizado, la diplomacia como máxima de la política entre las naciones se erige como un pilar fundamental para el mantenimiento de la paz, la estabilidad y la cooperación. La importancia de la diplomacia radica en su capacidad para resolver conflictos, fomentar el diálogo y promover el entendimiento mutuo en un escenario internacional cada vez más complejo y diverso.

La diplomacia, en su esencia, consiste en el arte de la negociación y el manejo de las relaciones internacionales entre los países. A través del diálogo y la negociación, los diplomáticos buscan alcanzar acuerdos y soluciones que beneficien a todas las partes involucradas. En un mundo marcado por la interdependencia y la multiplicidad de actores internacionales, la diplomacia se convierte en una herramienta indispensable para abordar los desafíos globales, como el cambio climático, las guerras, la migración y la inequidad de la riqueza.

Conforme a lo antes expuesto querido lector usted habrá de traer a su pensamiento lo recientes sucesos en el país de Ecuador, donde la diplomacia (si es que existió) fracaso a tal modo dejó como estela imágenes de la irrupción de las fuerzas del orden ecuatorianas en la sede diplomática de México en aquel país Sudamericano.

Pero que es lo que esconde este “asalto” y falta grave a la diplomacia internacional, permítame tratar de resumirlo, antes de ello pongo a referencia para su consulta una columna que escribí en el pasado mes de enero donde hablo precisamente del perfil del presidente de ecuador Daniel Noboa (1).

Vayamos pues. La interrupción a una sede diplomática no es una acción tomada a la ligera, sino que implica la participación de fuerzas armadas, empresarios, partidos políticos y miembros del gobierno, y se planifica cuidadosamente considerando sus repercusiones. En el caso del asalto a la embajada de México en Quito por parte de la policía ecuatoriana, se sugiere que esta acción fue plenamente planificada, lo que lleva a cuestionar la verdadera autoridad del presidente ecuatoriano sugiriendo que su padre, el empresario Álvaro Noboa (Perdedor de 5 contiendas presidenciales), ejerce el poder en la sombra. Aunque la crisis diplomática resultante pueda revertirse a corto plazo, Ecuador logra momentáneamente su objetivo de impedir la salida al exilio del ex vicepresidente Jorge Glas Espinel.

Jorge Glas Espinel quien es el epicentro de la disputa diplomática fue vicepresidente de dicho país durante 2 periodos (Rafael Correa y Lenin Moreno), durante ese periodo Glas fue condenado a 8 años de cárcel por recibir sobornos de la constructora brasileña Odebretch, en un caso que abarca diferentes gobiernos de toda América Latina,  entre ellos México.

Jorge Glas Espinel. Salió del gobierno de Lenin Moreno y se entregó a las autoridades para cumplir su condena, pero por medio de los recursos jurídicos pudo obtener la libertad condicional a la mitad de su condena. Los procesos en su contra se mantuvieron y a finales de 2023, ya durante el gobierno de Daniel Noboa, lo citaron para que diera explicaciones

sobre el manejo de fondos sobre el terremoto que había ocurrido en la provincia de Manabí, (7 años antes).

Glas entonces buscó refugio diplomático en la embajada de México. Durante estos meses, las acciones judiciales para que el gobierno de México lo entregara no tuvieron éxito, acogiéndose nuestro país a la figura de “huésped” misma que no existe en el derecho internacional, no fue sino hasta las declaraciones del ejecutivo federal sobre el pasado proceso ecuatoriano donde empezó la tensión entre las naciones, declarando la no gratitud de la presencia de la embajadora de México en Ecuador y la declaración del asilo político de Glas misma que quizá fue tardía y sobre reaccionada ya con el conflicto encima.

Todo lo anterior expuesto desencadenó que la madrugada de este sábado un grupo de uniformados entró por la fuerza y en forma irregular a la sede diplomática y se llevó por la fuerza al dos veces vicepresidente Glas.

A la fecha México ha sido arropado por diferentes naciones y organizaciones internacionales referente a los sucesos, esto no puede marcar una directriz referente al futuro de las naciones, la respuesta tiene que ser enérgica y contundente.

Mientras los juristas y jugadores de padel definen como territorio mexicano la Embajada, yo apelo solamente a la condición de extraterritorialidad en el espacio de las casonas. Mientras tanto hago votos para que la situación se resarza silbando y cantando aquella del maestro Joaquín Sabina…. “De Sobra sabes que eres la primera.”

(1) https://segundoasegundo.com/el-milenial-por-raul-saucedo/

@Raul_Saucedo rsaucedo@uach.mx

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