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Opinión

COMENTARIOS DE PRENSA POR LUIS OCHOA MINJARES

QUÉ  SIGUE VIGENTE DE

LA REVOLUCIÓN DE 1910?

 

Luis Ochoa Minjares.

 

El 20 de noviembre de 1910 estalló la Revolución Mexicana en la Ciudad de Puebla pero ocho días antes, en Cuchillo Parado, Estado de Chihuahua, Toribio Ortega y una veintena de guerrilleros se habían adelantado al ser descubiertos. Por lo tanto, este 20 de noviembre del 2015 se cumplen 105 años de la primera revolución del siglo XX en América Latina.

 

Y a cien años de distancia de ese acontecimiento histórico, cabe preguntarnos: ¿qué es lo que queda y aún persiste de esa rebelión popular en la que perecieron más de un millón de mexicanos, en su mayoría campesinos sin libertades, tierra ni horizonte?. ¿Qué ha sido de los ideales de Villa, Zapata y Madero a cuya realización entregaron su vida?

 

La Revolución Mexicana fue una revolución democrática, antifeudal y antiimperialista; una revolución de tipo democrático-burguesa que contribuyó a lo largo de más de ocho décadas a modernizar al país, no obstante sus desviaciones, retrocesos y tropiezos, que finalmente la llevaron a una triste obsolescencia, al grado de que muchos la consideran digna de un piadoso funeral.

 

¿Modernización o desnaturalización de los ideales?

 

A partir del año de 1991 y ante el asombro de muchos mexicanos, se conoce la iniciativa presidencial para reformar el artículo 27 constitucional, uno de los pilares básicos desde el punto de vista ideológico del movimiento revolucionario, Se da por iniciada una especie de contrarrevolución que ignora y deja atrás y da por concluidos los funerales del sueño de Zapata.

 

Aquel asombro y curiosidad de que hablamos sigue ameritando una paciente y profunda explicación del por qué de tan repentino y radical cambio, al parecer impuesto por las exigencias de la modernidad y la industrialización del país dentro de un proceso de cambio en el ámbito mundial. ¿O fue acaso el impetuoso y fallido “neoliberalismo” impulsado por las hegemonías imperiales el encargado de desplazar los objetivos de esa revolución?

 

Esta desviación de la Revolución y sus objetivos, ¿significa  acaso que todos los postulados de 1910 deben revisarse, reformarse y rectificarse por inservibles y por haber cumplido sus objetivos y su misión histórica? Todo esto y más solamente en una profunda consulta popular transparente y sincera, podría tener una respuesta aceptable y convincente.

 

¿Se deben revisar los cambios efectuados?

 

También fueron revisados y actualizados a la circunstancia internacional y a modo del llamado neoliberalismo los preceptos contenidos en los artículos 3º, 123, y 130 constitucionales, con reformas semejantes a las que se hicieron para el 27 constitucional con miras a despojar al país de su soberanía sobre los recursos petroleros.

 

Estos cambios a los principios de la Revolución Mexicana, por donde se les quiera ver, constituyen una verdadera reculada que transformó la fisonomía económica del país, y posiblemente modifique más la endeble independencia política y económica respecto de las hegemonías imperiales.

 

Además de los vistosos y oropelescos actos con los que celebramos el Aniversario de la iniciación de la Revolución Mexicana, se hace más urgente y necesaria una explicación a nivel popular de los cambios que han desviado sus metas y objetivos.

 

¿Por qué los aniversarios son tan descoloridos?

 

¿Qué ha muerto y qué queda vigente de aquel gran movimiento armado que derramó la sangre de tantos hombres del campo y que inspiró corridos y produjo figuras y mitos como el del Francisco Villa?

 

Por ahora, yace muerta toda la literatura  y terminología revolucionaria, incluyendo el término “revolucionario”. Los festejos del centenario parecen destinados a olvidar y echarle tierra a la revolución y no para revisar los viejos ideales y actualizar y modernizar los objetivos de Madero, Villa y Zapata.

 

 

 

Todo esto y más quisieran saber cuarenta millones de mexicanos que viven en la misma pobreza que inspiró esa revuelta, interesados en que el proceso de crecimiento del país no se detenga por ningún motivo, y en que las conquistas obtenidas en las últimas s décadas no solamente no se debiliten , sino que se fortalezcan con otras más novedosas.

 

¿Cuáles ideales se cumplieron y cuáles no?

 

Por ahora el partido político, el Revolucionario Institucional que recogió en su plataforma y programa de trabajo los principios y objetivos de la revolución, ya marcha a pasos firmes hacia su modernización y rectificación de errores reconquistando la simpatía y el voto de las mayorías. El resultado de los últimos procesos electorales más recientes así lo confirman.

 

Todos sabemos que el verdadero progreso de un país se mide por el grado de bienestar de sus habitantes. Y si nos atenemos a ello, es evidente que nuestro país ha crecido mucho, pero su desarrollo no ha sido armónico. Su crecimiento en lo económico es asombroso, sin embargo en el aspecto de su desarrollo social su rezago todavía es desesperanzador.

 

Aprovechemos pues los festejos de la Revolución de Villa, Zapata y Madero, para saber qué es lo que queda vigente todavía de sus ideales y dispongámonos a actualizarlos, y, si es posible, adelantarnos al futuro, como ya lo están haciendo otros países hermanos de Latinoamérica.

 

SI NOS MOVILIZAMOS

MOVEMOS  A MÉXICO

 

Levántate, anímate, apúrate, muévete y lo tendrás todo… Nunca te quejes de nada, ni de nadie, porque tú y solamente tú eres la causa de todo…  No digas que la situación está difícil, lo estará solo para ti, peo hay personas para las cuales nada es difícil… No digas que el dinero está escaso, eso será en tu casa… Abunda en muchas partes, en casa de quienes trabajan efectivamente y son cumplidos y ordenados… Tú eres la causa de lo que te acongoja y eres la causa de tu  recaída, de tu situación, y de tus dificultades…. El responsable eres tú, el pesado, el torpe, el apasionado, el ignorante, el vicioso, el atarantado…. Aprende a los fuertes, a los activos, a los audaces, a los valientes, a los enérgicos, a quienes no se arredran ante situaciones difíciles….  Aprende de los que triunfan, de los hombres cabales, deja de ser un títere, despabílate y lo tendrás todo.

 

   PROFECÍA.- Recientemente don Luis Fernández Ortega nos dijo a través de Faceboock: «No hay peor enemigo de un panista… que otro panista». En efecto, estos días el PAN está convertido en un verdadero costal lleno de perros y gatos, políticamente hablando. Lo que no es muy favorable para el fortalecimiento de nuestra incipiente vida democrática.

 

CENÁCULO.- Habrase visto, Faceboock, nuestra maravillosa y libérrima tribuna universal, convertida en un miserable cenáculo de  tortilleras y viejas y viejos cuenta chiles. Me gustaría una opinión, una sola pero constructiva, positiva, de buena fe, sin resentimiento político y, sobre todo, que implique sugerencias o soluciones a lo que se critica.  Con diatribas infecundas y groseras no se llega a ninguna parte.

 

 

Opinión

KAFKIANO. Por Raúl Saucedo

ECOS DOMINICALES

En el laberinto de la política contemporánea, a menudo podríamos considerar  que nos encontramos deambulando por pasillos de las obras de Franz Kafka. Esa sensación de absurdo, opresión y burocracia incomprensible que caracterizan lo «Kafkiano» no es exclusiva de la ficción; es una realidad palpable en el día a día de millones de ciudadanos alrededor del mundo.

A nivel global, la política parece haberse transformado en un sistema gigantesco, deshumanizado y a menudo ilógico. Las decisiones se toman en esferas lejanas, por personajes que parecen habitar otro universo, mientras que las consecuencias recaen directamente sobre los ciudadanos de a pie. ¿Cuántas veces hemos visto acuerdos internacionales o normativas supranacionales que, a pesar de sus buenas intenciones, terminan generando más confusión y restricciones que soluciones? Es la burocracia global, un monstruo de muchas cabezas que opera bajo sus propias reglas, ajeno a las realidades individuales. Los ciudadanos se sienten como los personajes de Kafka, constantemente a la espera de un veredicto o una explicación que nunca llega, o que llega demasiado tarde y de forma incomprensible.

En América Latina, la esencia Kafkiana de la política se magnifica. La historia de la región está plagada de sistemas que parecen laberintos, donde los procesos se estancan por años, las acusaciones no tienen fundamento claro y la justicia parece un privilegio, no un derecho. La corrupción es otro elemento profundamente Kafkiano: actos inexplicables de desvío de recursos o favores políticos que operan en las sombras, imposibles de rastrear o de exigir responsabilidades. Los ciudadanos se enfrentan a un estado omnipresente pero ineficiente, que promete soluciones pero solo entrega más papeleo y trámites sin fin. Las promesas electorales se desvanecen en el aire como niebla, dejando un rastro de desilusión y cinismo. La sensación de desamparo es palpable, pues la maquinaria política y administrativa, en lugar de servir, parece diseñada para agobiar y confundir.

Existen países que para interactuar con dependencias gubernamentales puede ser una auténtica Odisea Kafkiana. Solicitar un permiso, registrar una propiedad o incluso tramitar una simple credencial puede convertirse en una misión imposible, llena de requisitos ambiguos, ventanillas equivocadas y funcionarios que ofrecen respuestas contradictorias. La burocracia, en muchos casos, no solo es lenta, sino que parece tener una lógica interna ajena a la razón, diseñada para agotar la paciencia del ciudadano. A esto se suma la impunidad, un fenómeno profundamente Kafkiano, donde crímenes y actos de corrupción permanecen sin castigo, generando una sensación de injusticia y resignación. Las narrativas oficiales a menudo carecen de la transparencia necesaria, dejando a la población en un estado de perpetua incertidumbre y desconfianza, buscando desesperadamente una explicación que nunca llega, o que es inaceptable.

En este panorama, la política se percibe como un ente ajeno, una fuerza opresiva que opera bajo un código indescifrable. Para muchos, participar activamente se siente como un esfuerzo en vano contra un sistema que parece inmune al cambio. La resignación es un peligro real, y la apatía se convierte en una respuesta lógica a la frustración persistente.

Sin embargo, como en las obras de Kafka, donde los protagonistas, a pesar de su desorientación, siguen buscando una salida o una explicación, nuestra sociedad no debe rendirse. Entender la naturaleza Kafkiana de nuestra política es el primer paso para exigir transparencia, simplificación y, sobre todo, una humanización de los sistemas que nos rigen. Solo así podremos, quizás, encontrar la puerta de salida de este interminable laberinto.

Esta reflexión viene de mensajes en grupos, cafés en mesas y observaciones del pasado domingo, donde lo kafkiano quizá no es la situación, si no nosotros mismos.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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