La “diversión de los libros” comenzó. Y en esa fiesta están desde el más pequeño que mide 2 por 3 centímetros hasta los más grandes de 43 por 30 centímetros. Juntos son miles y salieron de las bodegas de más de 500 sellos editoriales para tener la oportunidad de circular, de ser leídos y no terminar en la trituradora.
Es el 9o Gran Remate de Libros en el Auditorio Nacional donde antes de su inauguración a las 13:00 horas de ayer, cientos personas —serían miles al terminar la primera jornada— ya miraban los ejemplares apilados en las mesas o sus portadas en libreros. Algunos eran seleccionados y comprados y no tendrán el final funesto de la destrucción.
Las manos y algunos pesos de futuros lectores resguardarán estos libros y serán atesorados: Chiste de Chistes, Adivinanzas, Versos de amor… algunos de los títulos de los libros más pequeños que oferta Proyección Cultural Editores y cuestan 20 pesos, o esos objeto arte por 15 pesos que son los volúmenes que presenta la editorial Reverté y traen una selección de obras de Manuel Felguérez, Phil Kelly, Vicente Rojo, José Luis Cuevas… o adquirir por 500 pesos la colección de lujo y con edición limitada de Anagrama de novelas breves de Antonio Tabucchi, Alessandro Baricco, Paul Auster, Bernhard Schlink y Helene Hanfe.
Pero la oferta es en todo los stands y se pueden ver textos de 20, 30 o 40 pesos o descuentos del 50, 60 o 70 por ciento. Hay novela, cuento, poesía, guías para aprender computación, cocinar… o libros de gran formato como Atuendos –de 43 por 30 centímetros-, de Joëlle Jolivet, que es un compendio sobre vestidos originarios de varios países.
No hay mayor tristeza que ver libros en una bodega, dice Eduardo Vázquez, secretario de Cultura del DF, “porque los volúmenes deben estar circulando, al alcance de quienes más los necesitan y son un objeto vital para vivir en este mundo complicado”.
Este es el breve retrato de la fiesta que seguirá hasta siete abril y un lugar que se vuelve cómodo para quienes asisten. Kenia Siladllin tiene 12 años y cursa el primer grado de secundaria. Le atraen los cómics, especialmente de súper héroes, y en uno de los stands donde se venden, dice que “aquí en esta lugar me siento cómoda porque me gustan los libros”.
Un encuentro con la confortabilidad y con ésta se puede recorrer la explanada o primer piso del Auditorio Nacional y encontrar libros mientras se comen palomitas, un pastel o se bebe café que se compran en el área de comida. Carlos Coronado, uno de los dependientes de esta zona, señala que el Gran Remate se está convirtiendo en algo especial. “Antes nada vendíamos y ahora me sorprende toda esta gente que viene al primer día”.
Sobre esto, Gerardo Estrada, coordinador ejecutivo del Auditorio Nacional, asegura que “este evento ya es una tradición de la vida cultural de la capital del país a la cual vienen cada vez más personas”.
Y en esta tradición, que el año pasado tuvo 150 mil visitantes y se vendieron 250 mil ejemplares, destaca la presencia de grupos de estudiantes. Yesenia Correa cursa Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana y toma sus placas para terminar un proyecto de su materia Taller de Imagen. “Pero lo mejor”, dice ella, son los libros que a bajo precio se pueden comprar y muestra el recién adquirido: Los hijos de anansi, de Neil Gaiman. Luego ríe y se va con sus amigos. Es la diversión innata de los jóvenes en la fiesta de los libros.
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