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Salud y Bienestar

Comer en exceso frutas “aromáticas” puede causar asma

La especialista María Ailin Cobian Meda indicó que el consumo de frutas “aromáticas” y de embutidos de manera indiscriminada puede causar asma en cualquier fase de la vida.

Agregó que manzana, melón, fresa, durazno y alimentos enlatados o con muchas especias, inducen cuadros clínicos de asma debido a ciertos componentes químicos nocivos para personas que tienen antecedentes alérgicos, por ejemplo, el ácido ascórbico y el benzoato de sodio.

La jefa del Servicio de Fisiología Pulmonar e Inhaloterapia del Hospital de Especialidades del IMSS Jalisco manifestó que especialmente la manzana se asocia a alergias iniciadas durante la infancia.

Aconsejó a los pacientes asmáticos consumir frutas no muy aromáticas, “preferir aquellas que tienen propiedades antioxidantes porque refuerzan los epitelios, es decir las mucosas, en ojos, nariz, boca, colon y estómago”.

Cobian Meda aclaró que no se debe reducir el consumo de frutas, sino sólo seleccionar mejor aquellas más apropiadas para la persona con alergia.

Mencionó que es mejor evitar los productos enlatados o embutidos en la medida de lo posible, sobre todo cuando ya se sabe la condición alérgica del paciente.

La especialista expresó que en el caso de los niños se recomienda estar alerta durante y después del consumo de los alimentos para diagnosticar oportunamente una reacción adversa a la comida.

Dijo que otros platillos que pueden representar un riesgo son los hechos a base de pasta, mantequilla y margarina, sobre todo en personas con sobrepeso y obesidad y/o antecedentes de asma dentro de la familia.

“Los mariscos son un motivo frecuente de intoxicación por alergia, predisponiendo a la persona a presentar crisis respiratoria”, consideró.

“Después de tener contacto con un alergeno vía digestiva, como sucede en estos casos, se puede presentar un cosquilleo en los ojos, oído, nariz o garganta, por lo que es necesario acudir al médico para que determine si hay en estos síntomas un fondo alérgico y si existe riesgo genético o ambiental a desarrollar asma en sus grados leve, moderada o severa”, apuntó.

Subrayó que al entrar al organismo vía oral, estos alimentos activan la denominada “cascada de inflamación, incitada por las prostaglandinas, que junto con el sistema de defensas o los anticuerpos, reaccionan ante una sustancia que no es reconocida o aceptada por el cuerpo”.

“Debido a esto aparecen síntomas característicos de alergia o, en su caso, de asma”, puntualizó.

El Pulso de San Luis

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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