Jeju tiene méritos para ser llamada la «isla del amor» por sus escenarios para todos los gustos: desde el romanticismo idílico a un cargado erotismo.
A apenas una hora de avión de Seúl, la isla de Jeju ha sido durante generaciones el destino preferido para la luna de miel en Corea del Sur, por su exhuberante naturaleza y un clima semitropical, muy buscado en un país que soporta en invierno temperaturas extremas.
La mayoría de las parejas coreanas eligen este cercano destino idílico y las fotos de esas vacaciones les acompañan toda la vida.
Pero la llegada a la isla bañada por el Mar Amarillo de «Jeju Loveland», el «parque temático del placer» revolucionó el concepto del destino turístico por excelencia de Corea del Sur.
La isla de Jeju tiene además el atractivo de su paisaje volcánico, cascadas y paisajes muy diferentes de los de península coreana.
Aquí no hay personajes de cuentos ni de dibujos animados, sino más de un centenar de grandes esculturas en posturas eróticas, creadas por estudiantes de arte de la Universidad Hongik (Seúl), que se exhiben en un recinto muy cuidado, decorado con fuentes, jardines y flores.
Algunas de las figuras parecen competir con el Kamasutra.
«Disfrute nuestro divertido parque temático del sexo», reza el cartel de bienvenida, que advierte que está prohibido a menores de 18 años y que las visitas no pueden durar más de 40 minutos durante el día y 50 por la noche. El recinto abre a las 9 de la mañana y cierra en la medianoche.
Todas las estatuas tienen al pie un pequeño comentario humorístico e incluso las tiendas de recuerdos comparten la temática con bromas. También se pueden ver vídeos, aplicaciones interactivas y exhibiciones de contenido sexual, que van rotando.
Para las familias todo esta pensado en este original parque que dispone a la entrada de una guardería para niños, mientras los adultos disfrutan el paseo. Algunos visitantes japoneses, divertidos, se hacían fotos al lado de las estatuas o incluso junto a un Superman en pose atrevida.
«Disfrute nuestro divertido parque temático del sexo», reza el cartel de bienvenida, que prohibe el paso a menores de 18 años.
El Jeju Loveland, cercano al aeropuerto de la isla, resultó ser también un polo de atracción turística para extranjeros, especialmente procedentes del muy cercano Japón.
Jeju Loveland rompe, según los gestores del parque, con los tradicionales tabúes en torno al sexo y al tiempo el visitante «puede apreciar la belleza natural de la sexualidad».
La isla de Jeju tiene además el atractivo de su paisaje volcánico, cascadas y paisajes muy diferentes de los de península coreana. Esta considerada una de las 10 principales atracciones turísticas del mundo, con más de siete millones de visitantes al año.
Entre otras curiosidades, también se puede ver a las «abuelas buceadoras», mujeres que en algún caso tienen 80 años, y que siguen sumergiéndose en el mar para buscar algas u otros alimentos marinos.
«Lo he hecho desde los 16 años y si dejo de hacerlo no me encuentro bien», asegura una de esas abuelas a algunos turistas.
Jeju es también el hábitat natural de más de dos mil especies. Hallasan, la montaña más importante de la isla es un volcán extinto que hace siglos arrojó ríos de lava que originaron túneles y formas especiales en las rocas.
La competitiva Corea del Sur, aunque con poco tiempo para el ocio, tiene también en su territorio peninsular otros originales parques de recreo, destinados a las nuevas tecnologías o a la robótica, entre otras muchas temáticas.
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