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México

Crece consumo de bienes nacionales y cae el de importados: Inegi

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que en su comparación anual, el Indicador Mensual del Consumo Privado en el Mercado Interior (IMCPMI) aumentó 3.4% en términos reales durante noviembre de 2016 respecto del mismo mes de 2015.
En un comunicado, el organismo precisó que a su interior, los gastos en bienes y servicios nacionales se elevaron 3.9% (los de bienes fueron mayores en 4% y los de servicios en 3.8%) y los gastos en bienes de origen importado disminuyeron (-) 3.9% con relación al onceavo mes de 2015.
Detalló que en noviembre de 2016, el IMCPMI –que mide el comportamiento realizado por los hogares en bienes y servicios de consumo– registró un incremento de 0.1% en términos reales, frente al mes inmediato anterior, con cifras desestacionalizadas.
Por componentes, agregó, el consumo de los bienes y servicios de origen nacional no presentó variación y el de los bienes de origen importado descendió (-) 2.7% en el penúltimo mes de 2016 respecto del mes precedente, según datos ajustados por estacionalidad.

Apro

México

Gentrificación en CDMX: crecimiento urbano que desplaza a sus habitantes

Colonias como la Roma, Condesa, Juárez y San Rafael se han convertido en epicentro de protestas vecinales por el aumento desmedido en las rentas, el despojo inmobiliario y la pérdida de identidad barrial. El fenómeno detrás de estas inconformidades es la gentrificación, un proceso urbano que, aunque para algunos simboliza renovación, para otros representa expulsión, desigualdad y ruptura social.

La gentrificación ocurre cuando barrios de clase trabajadora reciben fuertes inversiones económicas y una oleada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Este cambio trae consigo mejoras en infraestructura y servicios, pero también incrementos abruptos en el precio de rentas y propiedades, desplazamiento de residentes originales y una transformación profunda en la cultura e identidad del barrio.

En la Ciudad de México, el fenómeno se ha intensificado con la llegada de nómadas digitales y extranjeros atraídos por el bajo costo de vida, quienes elevan la demanda de vivienda en zonas céntricas. Esto ha generado una turistificación desmedida, en la que muchas viviendas se destinan a rentas de corta estancia (como Airbnb), reduciendo la oferta para los habitantes locales.

A ello se suma la presión de desarrolladores inmobiliarios para que inquilinos tradicionales abandonen sus viviendas, con el fin de remodelarlas o demolerlas y construir nuevos complejos de lujo. Tiendas de abarrotes y fondas han sido reemplazadas por cafeterías de cadena y boutiques, alterando la vida comunitaria.

Además, la desigualdad urbana se agudiza: quienes no pueden pagar los nuevos precios se ven obligados a mudarse a zonas más lejanas, con mayores tiempos de traslado y menor acceso a servicios básicos.

En respuesta, colectivos ciudadanos y legisladores han exigido medidas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a los arrendatarios y prioricen un desarrollo urbano equitativo. La gentrificación, advierten, debe atenderse antes de que transforme por completo el rostro y el alma de la capital.

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