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Revista

Cristian Castro revela la razón de porqué Luis Miguel no le habla desde hace 23 años

El cantante mexicano se sinceró en el programa de televisión argentino «La noche de Mirtha», animado por la legendaria Mirtha Legrand, en donde también explicó el motivo que lo llevó a divorciarse por tercera vez… y a solo 28 días de haberse casado.

Es que al ser consultado por su relación con Luis Miguel, el hijo de Verónica Castro dijo que el llamado «Sol de México» se había enojado con él por una mujer, nada más ni menos que por la cubana Daisy Fuentes, con quien Luis Miguel fue pareja entre 1995 y 1998.

“Yo cometí el error de salir con una chica que a él le gustaba mucho, Daisy Fuentes“, confidenció el intérprete de «Azul» a Mirtha Legrand. Eso sí, destacó, que «yo salí primero (con ella). Después ellos tuvieron el romance. Esto fue en 1994”.

Castro contó que su ahora ex amigo lo llamó «muy enojado» cuando supo que él estaba saliendo con Fuentes y que él le aclaró que nunca le dijo que ella le gustaba.

En todo caso, ningún argumento de Cristian sirvió y desde hace 23 años que Luis Miguel no le habló más a su compatriota.

No obstante, lejos de guardar un mal sentimiento hacia quien fuera su amigo, Cristian Castro expresó su admiración por el artista detrás de temas como «No sé tú», «Suave» y «Por debajo de la mesa», señalando que «yo me muero por Luis Miguel y la gente lo sabe. Yo lo sigo y lo seguiré siempre, me encanta”.

Cristian Castro y Carol Victoria UrbánLa razón de un matrimonio de 28 días
En el programa de Mirtha Legrand, Castro también aclaró porqué su último matrimonio, con la violinista Carol Victoria Urbán, duró solamente 28 días y terminó en plena luna de miel.

Cristian dio a conocer que le pilló a su esposa un mensaje de WhatsApp comprometedor con un italiano.

«Yo no soy tan aguantador», manifestó sobre el tema, sintetizando que «si hay compromiso, me gusta que lo haya». Por estos días, la pareja está en trámites de divorcio.

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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