Parecía idílico pero se acabó transformando en tragedia. Del amor nace la vista, un programa filantrópico de una cadena de cines mexicana, iba a solucionar los problemas de visión de 27 ancianos procedentes de comunidades mayas, cercanas a Cancún.
Para ello los trasladó a esta turística ciudad del sur de México, en el Estado de Quintana Roo, y costeó la operación de cataratas a la que tenían que someterse. Tres días después, los pacientes comenzaron a sufrir severas complicaciones y perdieron la visión del ojo intervenido.
“El centro oftalmológico más grande, completo y accesible de Quintana Roo”. Así se promociona el Instituto de Salud Visual en su página web. Clausurado por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), este centro privado se enfrenta a una multa que podría superar el millón de pesos (57.600 dólares).
Según las primeras investigaciones, se cree que la presencia de una bacteria en el quirófano fue la causante de los problemas de visión que sufrieron los ancianos tras someterse a la operación.
La mayoría de las intervenciones se produjeron el pasado 29 de octubre, a diferentes horas, sin que tras su realización se detectase algún tipo de complicación, pero tres días más tarde los pacientes comenzaron a sentir cómo el ojo intervenido se inflamaba y supuraba sangre y pus.
A partir de ese momento, sonaron todas las alarmas. Algunos especialistas consultados por los familiares de estos ancianos ya alertaron de que podrían estar infectados por una bacteria que está presente en quirófanos contaminados y que, en algunos casos, genera putrefacción del tejido ocular y pérdida de visión.
Los peores pronósticos se hicieron realidad y 27 ancianos intervenidos denuncian haberse quedado ciegos. Hortensia Tepal Puc es una de ellos, tiene 65 años y vive en Isla Mujeres, muy cerca de la península de Yucatán, que se comunica con Cancún por mar. Las fuertes dosis de antibiótico que se recomiendan para combatir esta bacteria nunca acabaron con la infección. Los médicos llegaron a quitarle el vítreo (el líquido gelatinoso y transparente que está adherido a la retina) con la esperanza de que experimentase una mejoría.
Sin embargo, esto nunca ocurrió y, como no hubo avances en su estado, hace casi un mes que se sometió a otra operación para extirparle el ojo.
La clínica, que no ha querido atender los mensajes de este periódico, desmiente que fuera allí donde se infectaron, y cree que los pacientes se contagiaron cuando abandonaron Cancún y cruzaron en barco a la isla en la que viven.
Por el momento, Cofepris continúa analizando el aire acondicionado, el material y medicamentos que se utilizaron en las intervenciones, así como los permisos sanitarios de este centro, para poder así determinar el origen de la infección.
Según los pacientes, el caso ocurrió debido a una negligencia médica. Además, denuncian que han tenido que ser ellos los que costeasen el antibiótico que se requiere para eliminar la bacteria y que tiene un precio de entre 300 y 600 pesos (17 y 34 dólares).
Todos ellos siguen en observación médica, aunque ahora están en manos de los doctores de un centro público, el Hospital General de Cancún Dr. Jesús Kumate Rodríguez.
“Se trata de un caso desafortunado, una bacteria se puede meter en cualquier quirófano. En muchos hospitales del mundo han ocurrido este tipo de complicaciones. Me da la impresión que armaron bien la clínica y las personas que trabajaban allí estaban bien entrenadas”, asegura Carlos Alcocer, médico oftalmólogo de la clínica Perfect Visión de Cancún.
Para este doctor, lo ocurrido es una desgracia que perjudica a todos los profesionales que desarrollan su labor en esta turística zona del sur de México.
Un “caso desafortunado”, ha destacado, que se produjo tras una operación que entraña ciertos riegos. “Esta intervención debe hacerse perfecta. El ojo es un órgano muy sensible, hay que hacerlo todo muy rápido y muy bien para que el resultado sea óptimo”, ha defendido Alcocer.
Agencias