La depresión es un trastorno mental muy frecuente, caracterizado por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración. Puede incluso conducir al suicidio. Si es leve, se puede tratar sin necesidad de medicamentos, pero cuando ésta se presenta de forma moderada o grave, es necesario que el paciente reciba tratamiento farmacológico, e idealmente aunque no en todos los casos, terapia psicológica.
Existe una creencia generalizada de que la depresión se incrementa en época invernal, y que es durante esta temporada cuando los sentimientos de tristeza, apatía, falta de apetito y llanto se presentan con mayor frecuencia.
Más allá de las causas emocionales que pudieran detonar las fiestas navideñas, se cuenta con una explicación biológica que favorece la aparición de la depresión en esta temporada: en invierno la duración de la luz solar es menor, lo que provoca un desbalance en los niveles de neurotransmisores, entre ellos, la serotonina, sustancia íntimamente ligada a la regulación del estado de ánimo, la vigilia y el apetito, entre otras funciones.
Por otra parte, una sustancia llamada melatonina producida por el mismo cerebro, y que se encarga de la regulación del ciclo sueño, vigilia en base al ritmo de luz y oscuridad que provee el ambiente, actúa como un marcapaso que le avisa a nuestro cuerpo, cuándo es de día y cuándo es de noche y a su vez este ritmo también está ligado a la regulación del estado de ánimo. Por lo que los cambios en el ciclo de luz y oscuridad, propios de la época invernal, suelen modificar también el estado de ánimo, siendo común una baja en el estado de ánimo al ser más corto el periodo de exposición a la luz, y que puede o no, acentuar o desencadenar un trastorno depresivo.
Por ello, lo que comúnmente se conoce como “depresión invernal”, en algunos casos podría tratarse de un padecimiento francamente depresivo (Trastorno Depresivo Mayor) y no estar ligado a la época invernal. Este padecimiento está relacionado con una disminución de los niveles de serotonina y noradrenalina en el cerebro, y no con una determinada época del año como relación causal directa.
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