Clarissa Viveros López y Diego González León, estudiantes de la Licenciatura en Arquitectura de la BUAP, desarrollaron un ladrillo adicionado con PET, además de ventajas ecológicas, reduce el uso de aditivos (cemento) y supera al block tradicional, al triplicar la vida de las construcciones.
Al llevar a cabo un estudio sobre los efectos de la construcción se percataron que la vivienda social en Puebla está mal diseñada, mal construida y con materiales sin la calidad suficiente, indicaron en un comunicado.
Si bien la industria de la construcción es el motor del desarrollo económico, es también la principal fuente de contaminación ambiental, al respecto el Programa de Naciones Unidas para el Ambiente, contribuye hasta con 30 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y consume 40 por ciento de toda la energía.
“Si en algún momento sale al mercado, será muy buena opción. Cumple todas las características al ser más económico, resistente e impermeable, repele la humedad y el olor”, destacó Viveros López.
Clarissa Viveros manifestó que lo anterior resuelve el problema de qué hacer con los residuos PET e incrementa hasta 65 años el promedio de vida de las casas. Resaltó que con este prototipo se dejará de usar mucha arena y aditivos, como el cemento, para utilizar algo que actualmente solo desechamos como es el PET.
Sustituir el cemento es buena idea, ya que según estudios de Awadhesh Pratap Singh University Rewa, India, este puede contener metales pesados como níquel, cobalto, plomo y cromo, contaminantes peligrosos para el ambiente, con impacto negativo para la salud vegetal, animal y humana, así como para los ecosistemas.
La institución educativa enfatizó que los estudiantes fabricaron tres prototipos, uno con siete por ciento de PET (porcentaje en lugar de arena), otro con 20 por ciento y el último con 25 por ciento, todos con la forma de un block normal.
Agregaron que esperaron 28 días para que contaran con la resistencia necesaria para las pruebas de comprensión y absorción en donde los tres blocks pasaron ambas, al igual que los tradicionales, pero “tronaron mucho antes que los nuestros”, apuntó Viveros López. Explicó que el que mejor resistencia tuvo a la comprensión fue el de 25 por ciento PET.
La resistencia a la ruptura por compresión es uno de los parámetros más importantes desde el punto de vista estructural, debido a que con la prueba ven si la mezcla cumple con los requerimientos especificados para la construcción.
Tras comparar un block con PET y otro tradicional, el primero tuvo una resistencia de 45 kilogramos por centímetro cuadrado, cinco más que el de totalmente concreto.
Añadieron que en las pruebas de absorción (que mide la cantidad de agua que absorbe un block en 24 horas) y eficiencia térmica (la cual verifica la durabilidad de un block ante el fuego), el de PET registró una capacidad de 14 por ciento y la observación “buena eficiencia”, respectivamente, mientras que el de concreto apenas 10 por ciento y “nula eficiencia”.
El block de PET demostró una buena resistencia a la humedad, a diferencia del de concreto, que necesita forzosamente de protección adicional, señalaron.
El ladrillo creado en la BUAP demostró ventajas en otros parámetros, como impermeabilidad, densidad, resistencia al desgaste, es decir, que no pierde sus propiedades con el tiempo y los cambios climáticos; estabilidad dimensional como es la capacidad de mantener las dimensiones pese a cambios de temperatura o humedad, entre otros.
Para determinar el proyecto, comenzaron a investigar los problemas de Puebla, en donde uno de ellos, es de los principales estados con desechos de plásticos.
Los universitarios analizaron las maneras como se da tratamiento a los residuos PET y notaron que el tratamiento mecánico, que no es otra cosa más que su trituración para producir una especie de hojuelas plásticas, podría ser ventajoso para la obtención de un material que podría terminar en la mezcla.
En un molino trituraron el PET hasta dejarlo granulado, es decir, hojuelas de aproximadamente dos centímetros cuadrados, esa forma fue la que mejor se adaptó a la fabricación de los ladrillos.
Las dificultades para encontrar instrumentos adecuados para la fabricación de este bloque no representan incrementos en su costo de producción, aun así, el ladrillo plástico es más económico.
Viveros López consideró que si se produjera en millar, su precio unitario sería de 3.5 pesos, contra los 4.5 pesos que cuesta un ladrillo de concreto, en promedio. “La construcción daña mucho al medio ambiente, estamos buscando algo que ayuda a reducir eso”, expusieron.