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México

Detienen a niños «Zetas» en Nuevo León

Trece presuntos integrantes de la banda de Los Zetas, siete de ellos menores de edad, confesaron se autores de al menos 21 homicidios, además de secuestros y robos de vehículos entre otros delitos en los municipios de Apodaca, Juárez Cadereyta en Nuevo León.

La mañana de este miércoles fueron presentados en la Agencia Estatal de Investigaciones, según dio a conocer el diario La Jornada.

Andrés O., alias “El Tripas” o “El Pirulín”, de 18 años de edad, es el presunto líder de Los Zetas en Benito Juárez, Guadalupe y el sur de Monterrey, donde se encargaba de la venta de drogas, a cambio de un pago de once mil pesos por quincena.

Los demás adultos se encuentran en un rango entre 24 y 32 años, pero la identidad de los menores quedó reservada, dos eran mujeres de 16 años.

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México

Gentrificación en CDMX: crecimiento urbano que desplaza a sus habitantes

Colonias como la Roma, Condesa, Juárez y San Rafael se han convertido en epicentro de protestas vecinales por el aumento desmedido en las rentas, el despojo inmobiliario y la pérdida de identidad barrial. El fenómeno detrás de estas inconformidades es la gentrificación, un proceso urbano que, aunque para algunos simboliza renovación, para otros representa expulsión, desigualdad y ruptura social.

La gentrificación ocurre cuando barrios de clase trabajadora reciben fuertes inversiones económicas y una oleada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Este cambio trae consigo mejoras en infraestructura y servicios, pero también incrementos abruptos en el precio de rentas y propiedades, desplazamiento de residentes originales y una transformación profunda en la cultura e identidad del barrio.

En la Ciudad de México, el fenómeno se ha intensificado con la llegada de nómadas digitales y extranjeros atraídos por el bajo costo de vida, quienes elevan la demanda de vivienda en zonas céntricas. Esto ha generado una turistificación desmedida, en la que muchas viviendas se destinan a rentas de corta estancia (como Airbnb), reduciendo la oferta para los habitantes locales.

A ello se suma la presión de desarrolladores inmobiliarios para que inquilinos tradicionales abandonen sus viviendas, con el fin de remodelarlas o demolerlas y construir nuevos complejos de lujo. Tiendas de abarrotes y fondas han sido reemplazadas por cafeterías de cadena y boutiques, alterando la vida comunitaria.

Además, la desigualdad urbana se agudiza: quienes no pueden pagar los nuevos precios se ven obligados a mudarse a zonas más lejanas, con mayores tiempos de traslado y menor acceso a servicios básicos.

En respuesta, colectivos ciudadanos y legisladores han exigido medidas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a los arrendatarios y prioricen un desarrollo urbano equitativo. La gentrificación, advierten, debe atenderse antes de que transforme por completo el rostro y el alma de la capital.

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