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Opinión

Diálogos. Por Raúl Saucedo

El Eco de la Paz

En el crisol de la historia, las disputas bélicas han dejado cicatrices profundas en el tejido de la humanidad. Sin embargo, en medio del estruendo de los cañones y las balas metrallas, ha persistido un susurro: El Diálogo. A lo largo de los siglos, las mesas de negociación han emergido como esperanza, ofreciendo una vía para la resolución de conflictos y el cese de hostilidades entre grupos, ideas y naciones.

Desde la antigüedad, encontramos ejemplos donde el diálogo ha prevalecido sobre la espada. Las guerras médicas entre griegos y persas culminaron en la Paz de Calias, un acuerdo negociado que marcó el fin de décadas de conflicto. En la Edad Media, los tratados de paz entre reinos enfrentados, como el Tratado de Verdún, establecieron las bases para una nueva configuración política en Europa.

En tiempos más recientes, la Primera Guerra Mundial, un conflicto de proporciones colosales, finalmente encontró su conclusión en el Tratado de Versalles. Aunque controvertido, este acuerdo buscó sentar las bases para una paz duradera. La Segunda Guerra Mundial, con su devastación sin precedentes en el mundo moderno, también llegó a su fin a través de negociaciones y acuerdos entre las potencias.

La Guerra Fría, un enfrentamiento ideológico que amenazó con sumir al mundo en un conflicto nuclear, también encontró su resolución a través del diálogo. Las cumbres entre los líderes nucleares, los acuerdos de limitación de armas y los canales de comunicación abiertos permitieron evitar una posible catástrofe global.

En conflictos más recientes, y su incipiente camino en las mesa de negociación ha sido un instrumento crucial para lograr el cese de hostilidades de momento, semanas atrás por las mesas en Arabia Saudita, París y el showtime de la oficina oval.

Estos ejemplos históricos subrayan la importancia del diálogo como herramienta para la resolución de conflictos. Aunque las guerras pudieran parecer inevitables e interminables en ocasiones, la historia nos muestra que siempre existe la posibilidad de encontrar una vía pacífica. Las mesas de negociación ofrecen un espacio para que las partes en conflicto puedan expresar sus preocupaciones, encontrar puntos en común y llegar a acuerdos que permitan poner fin.

Sin embargo, el diálogo no es una tarea fácil. Requiere voluntad política, compromiso y la disposición de todas las partes para ceder en ciertos puntos. También requiere la participación de mediadores imparciales que puedan facilitar las conversaciones y ayudar a encontrar soluciones mutuamente aceptables.

En un mundo cada vez más complejo e interconectado, el diálogo se vuelve aún más crucial. Los conflictos actuales, ya sean guerras civiles, disputas territoriales o enfrentamientos ideológicos, exigen un enfoque pacífico y negociado. La historia nos enseña que la guerra deja cicatrices profundas y duraderas, mientras que el diálogo ofrece la posibilidad de construir un futuro más pacífico y próspero para todos.

Los diálogos siempre serán una vía, aunque el diálogo más importante será con uno mismo para tener la paz anhelada.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

Opinión

¿No está solo? No… Está perfectamente rodeado. Por Lic. Jacques A. Jacquez

Gritar “¡no está solo!” se ha vuelto el conjuro preferido de Morena para blindar a cualquiera de los suyos señalado por corrupción, abuso de poder o desvíos. Pero en el caso del tabasqueño Adán Augusto López, el coro suena más a autoengaño que a respaldo.

Porque, ¿quién lo acusa? ¿La oposición? No. Quienes hoy investigan y señalan al exsecretario de Seguridad, Hernán Bermúdez -pieza del pasado gobierno tabasqueño, morenista y obradorista- no son enemigos externos. Son sus propios compañeros de movimiento.

El gobernador Javier May, emanado de la 4T, y el actual secretario general de Gobierno -nada menos que el hermano del expresidente López Obrador- han hecho públicas sus sospechas. Este último incluso soltó sin rodeos: “ya está saliendo a flote la podredumbre”. Palabras mayores, viniendo desde dentro.

Entonces, ¿a quién va dirigido ese “no está solo”? ¿Contra quién se defienden? ¿Del mismo gobierno que ayudaron a construir? ¿Del partido que fundaron? Hay algo profundamente contradictorio -rayando en lo esquizofrénico- en blindar a alguien frente a acusaciones que vienen del propio bando.

Lo que presenciamos es un canibalismo político que devora a quienes alguna vez afirmaron “no somos iguales” y que recuerda al PRD en sus últimos días. Morena, que se vendió como regeneración, hoy se consume a sí misma con una velocidad inédita. Ya no necesita enemigos: se despedaza desde adentro.

Así que no, no está solo. Está perfectamente acompañado… por quienes hoy le pasan la factura.

Y Adán Augusto no es el único. La lupa también está sobre otros morenistas que no forman parte del grupo cercano a Claudia Sheinbaum. En esta nueva etapa de la 4T, las diferencias internas no solo se notan: se castigan.

Porque no, tampoco están solos quienes pasean por Tokio, Lisboa o Madrid. Como bien advierte Salvador García Soto, hay un “ojo rubio” que los sigue. Y no es metáfora: se trata del ojo de Marco Rubio y del aparato de inteligencia del gobierno de EE. UU., que parece tener en la mira a varios miembros de la cúpula morenista. No son turistas quienes los exhiben, sino lentes profesionales que captan diputados, secretarios y familiares presidenciales en sus rutas de lujo. Monreal, Mario Delgado, Andy López. Todos espiados, todos expuestos.

Y todos -dato clave- fuera del círculo íntimo de la presidenta. Ninguno de ellos pertenece a su equipo político. Todos, en cambio, forman parte del lopezobradorismo duro que aún disputa el control del movimiento. ¿Coincidencia?

Tampoco está solo Adán Augusto, cuya operación con la Barredora genera más sospechas que consensos. A él también lo siguen, también lo exhiben. Y en el trasfondo de esa vigilancia, no solo aparece un ojo extranjero… también uno muy local. Porque además del ojo rubio, muchos ven en Omar García Harfuch -hoy pieza clave del círculo presidencial- al ejecutor silencioso de una vigilancia interna disfrazada de disciplina política.

Así que no, no están solos. Pero no están protegidos. Están perfectamente rodeados… por los que hoy gobiernan y ya decidieron quién sí y quién no cabe en la nueva era de la 4T.

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