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Disturbios en Chile tras homenaje a Augusto Pinochet

SANTIAGO, 10 de junio.- Una escasa asistencia de público y violencia en las calles ribetearon hoy en Santiago un homenaje al fallecido dictador chileno Augusto Pinochet, en una jornada que culminó con un número aún indeterminado de heridos y detenidos y cuantiosos daños materiales, según diversas fuentes.

Unas mil 200 personas respondieron a la convocatoria de la Corporación «Once de septiembre» para homenajear al ex gobernante de facto y mostrar el documental «Pinochet» que, según los organizadores, muestra «la verdad» sobre la figura y obra de quien consideran el mejor presidente en la historia de Chile.

Mientras transcurría el acto, de unas tres horas de duración, el entorno del céntrico teatro Caupolicán, de Santiago, donde tuvo lugar, se cubrió de gases lacrimógenos, chorros de agua y gritos de rabia, cuando los detractores del dictador fueron contenidos por la policía para que no se aproximaran al recinto.

Entre los manifestantes hubo grupos de encapuchados que se dedicaron a destruir bienes urbanos, a agredir a transeúntes y a la policía y que también causaron graves destrozos en un local de venta de automóviles y en los propios vehículos en exhibición.

Los enfrentamientos comenzaron antes del inicio del acto y culminaron una vez terminado, sin que faltaran, pese a los esfuerzos policiales por evitarlo, los conatos directos entre partidarios y dictadores de Pinochet.

Los asistentes al teatro, equivalentes a una quinta parte de la capacidad del recinto, fueron evacuados del sector en autobuses resguardados por la policía, tras haber visto el documental, de más de dos horas de duración y escuchado algunos discursos.

Juan González, presidente de la Corporación que convocó el acto, aseguró que se vendieron las 5 mil entradas dispuestas, pero que mucha gente finalmente se abstuvo de asistir por temor a la violencia de «la izquierda que por más de 20 años ha tergiversado la historia».

«Estuvimos 20 años callados y ahora estamos empezando a hablar», sostuvo González, que pese a la poca asistencia se declaró satisfecho del resultado.

Entre los oradores, el más aplaudido fue Augusto Pinochet Molina, nieto del dictador y ex capitán que fue expulsado del Ejército a fines del 2006, tras pronunciar, sin permiso de sus superiores, un discurso incendiario en el funeral de su abuelo, fallecido el 10 de diciembre de ese año.

«Este es un acto para honrar la historia», dijo hoy Pinochet Molina, para quien el legado de su abuelo «se ve en la economía, en la seguridad que tiene Chile».

Entre los invitados al acto estuvieron el español Miguel Méndez, nieto de Blas Piñar, ministro de Francisco Franco; el abogado de la misma nacionalidad Jaime Alonso y Joseph Torres, un cubano exiliado de Miami.

En Chile, dos organizaciones de exiliados cubanos repudiaron el acto y manifestaron su compromiso con la democracia y los derechos humanos.

Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), responsabilizó al Gobierno chileno por la represión policial contra los detractores del dictador y definió el homenaje como «un acto de genocidas».

Gobierno toma distancia

Aunque no puso objeciones a su realización el Gobierno del presidente Sebastián Piñera se distanció del acto e incluso el ministro Secretario General de Gobierno (portavoz), Andrés Chadwick, se declaró hoy «arrepentido» de haber apoyado a la dictadura, por las violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen.

«Hay una situación (de la) que sí me arrepiento, que es la violación brutal a los derechos humanos que se efectuó en el gobierno militar», afirmó Chadwick en una entrevista con el canal público de televisión (TVN).

«Tengo un profundo arrepentimiento de haber sido partidario de un gobierno donde esos hechos sucedían», precisó Chadwick, dirigente histórico de la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente (UDI), el partido que dio sustento ideológico a la dictadura de Pinochet (1973-1990).

El argentino Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz en 1980 y creador del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) que preside, hizo hoy pública una carta dirigida al presidente Piñera en la que critica que se ha permitido la celebración del acto.

jrr

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Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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