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Dueña de funeraria acusada de vender cadáveres se declaró culpable

Megan Hess, la dueña de una funeraria, fue acusada de engañar a sus clientes dándoles cenizas falsas, para luego vender ilegalmente las partes de los cadáveres. 

Tras declararse culpable este martes en Grand Junction, Hess enfrentará una sentencia máxima de 20 años de prisión. El tribunal federal ha decidido retirar algunos cargos en virtud de un acuerdo de culpabilidad.

Hess, de 45 años, y su madre, Shirley Koch, operaban la funeraria Sunset Mesa Funeral Home en Montrose. En el 2020 fueron arrestadas  y acusadas de seis cargos de fraude postal y tres cargos de transporte ilegal de materiales peligrosos. 

Creó una supuesta organización sin fines de lucro

Durante el periodo del 2010 al 2018, Hess y Koch ofrecían el servicio de cremar los cuerpos y proporcionar los restos a las familias por un costo de mil dólares o más, pero en realidad muchas de esas cremaciones nunca ocurrían.

Las autoridades dijeron que Hess creó una supuesta organización sin fines de lucro en el 2009 llamada Sunset Mesa Funeral Foundation, que operaba como Donor Services (servicios de donantes).

Los fiscales dijeron que las mujeres ganaron cientos de miles de dólares vendiendo cadáveres o partes de cuerpos a clientes que usaron los restos con «fines científicos, médicos o educativos». No obstante, enviaban cuerpos que habían muerto a causa de enfermedades como el VIH.

Tanto Hess como Koch inicialmente se habían declarado inocentes de los cargos.

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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