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México

El 70% de reclusas en Edomex es por robar comida y medicinas

 

NAUCALPAN, 4 de abril.- La Secretaria de Desarrollo Social del Estado de México, Elizabeth Vilchis Pérez, informó que el 70 por ciento de las mujeres que se encuentran recluidas en penales de esta entidad, enfrentan procesos por robo, delitos que cometen para alimentar o comprar medicinas a sus hijos.

Precisó que en los Centros de Readaptación Social del estado la población penitenciaria de mujeres es del orden de 949, de las cuales 70 por ciento fueron detenidas por robo y de éstas el 85 por ciento fue acusada de robar comida y medicinas para sus hijos.

Indicó que es necesario atender a este sector, que es parte de la población que vive en pobreza extrema, condición que las lleva a robar para dar atención a los hijos.

Cabe recordar que en el estado no se tiene un penal para mujeres, las reclusas se encuentran en áreas específicas en las mismas cárceles de los hombres.

Se espera que en unos meses se inaugure el primer Centro de Readaptación Social Femenil, el cual se construye en el municipio de Nezahualcóyotl y tendrá capacidad para 220 reclusas.

 

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México

Gentrificación en CDMX: crecimiento urbano que desplaza a sus habitantes

Colonias como la Roma, Condesa, Juárez y San Rafael se han convertido en epicentro de protestas vecinales por el aumento desmedido en las rentas, el despojo inmobiliario y la pérdida de identidad barrial. El fenómeno detrás de estas inconformidades es la gentrificación, un proceso urbano que, aunque para algunos simboliza renovación, para otros representa expulsión, desigualdad y ruptura social.

La gentrificación ocurre cuando barrios de clase trabajadora reciben fuertes inversiones económicas y una oleada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Este cambio trae consigo mejoras en infraestructura y servicios, pero también incrementos abruptos en el precio de rentas y propiedades, desplazamiento de residentes originales y una transformación profunda en la cultura e identidad del barrio.

En la Ciudad de México, el fenómeno se ha intensificado con la llegada de nómadas digitales y extranjeros atraídos por el bajo costo de vida, quienes elevan la demanda de vivienda en zonas céntricas. Esto ha generado una turistificación desmedida, en la que muchas viviendas se destinan a rentas de corta estancia (como Airbnb), reduciendo la oferta para los habitantes locales.

A ello se suma la presión de desarrolladores inmobiliarios para que inquilinos tradicionales abandonen sus viviendas, con el fin de remodelarlas o demolerlas y construir nuevos complejos de lujo. Tiendas de abarrotes y fondas han sido reemplazadas por cafeterías de cadena y boutiques, alterando la vida comunitaria.

Además, la desigualdad urbana se agudiza: quienes no pueden pagar los nuevos precios se ven obligados a mudarse a zonas más lejanas, con mayores tiempos de traslado y menor acceso a servicios básicos.

En respuesta, colectivos ciudadanos y legisladores han exigido medidas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a los arrendatarios y prioricen un desarrollo urbano equitativo. La gentrificación, advierten, debe atenderse antes de que transforme por completo el rostro y el alma de la capital.

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