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El Cochiloco quiere derrotar a Jhonny Depp

El actor mexicano Joaquín Cosío viajará el martes a Nuevo México, Estados Unidos para filmar su participación en la cinta El llanero solitario (The Lone Ranger), al lado de Johnny Depp, a quien espera derrotar en el set de grabación.

Se trata de la nueva versión de la historia creada por George W. Trendle, dirigida por Gore Verbinski (Piratas del Caribe) con guión de Ted Elliott y Terry Rossio.

“¿Como de qué otro personaje puedo ser si esta cara no me ayuda a verme tierno y noble?”, dijo Cosío acerca del  malvado vaquero mexicano del siglo XIX que tiene como encomienda interpretar.

Cosío, reconocido a nivel internacional por su trabajo en filmes como 007 Quantum, A Better Life y El infierno, dijo que hará sufrir a Johnny Depp, pues en algún momento de la trama sus personajes tendrán que enfrentarse en una gran pelea.

“Espero que esté claramente anotado en el libreto que debo ganarle, porque a eso voy”, comentó en tono de broma.

El actor dijo que permanecerá tres semanas en Nuevo México, donde el equipo de producción le dará un entrenamiento en armas para conseguir un mayor realismo en su papel.

Para Cosío, El llanero solitario es un héroe conocido, pues recordó que desde que tenía siete años disfrutaba de la serie que narra el caso de un hombre enmascarado, proveniente de Texas, que galopa para enmendar injusticias con la ayuda de su astuto y lacónico secuaz, el nativo Potawatomi llamado Toro.

En la película  Cosío compartirá créditos con Helena Bonham Carter, John Reid, Barry Pepper, William Fichtner y Tom Wilkinson, por citar algunos.

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Demasiado pronto para un smartphone: advierten sobre graves efectos en la salud mental de menores de 13 años

Un estudio global reciente ha encendido las alarmas sobre el impacto negativo de los smartphones en la salud mental de niños menores de 13 años. La investigación, publicada en el Journal of the Human Development and Capabilities, analizó respuestas autodeclaradas de casi 2 millones de personas en 163 países y encontró que cuanto antes un menor accede a un teléfono inteligente, más probabilidades hay de que experimente efectos perjudiciales.

Entre los hallazgos más preocupantes están el aumento de pensamientos suicidas, dificultades en la regulación emocional, baja autoestima y desconexión con la realidad. Los efectos fueron especialmente marcados en niñas.

“El uso temprano del smartphone suele implicar acceso prematuro a redes sociales, lo que a su vez puede desencadenar acoso digital, alteraciones del sueño y deterioro de las relaciones familiares”, explicó Tara Thiagarajan, autora principal del estudio y fundadora de la organización sin fines de lucro Sapien Labs, encargada del levantamiento de datos.

Un llamado urgente a la acción global

La contundencia de los resultados llevó a los investigadores a proponer restricciones internacionales que limiten el uso de smartphones y redes sociales a menores de 13 años. “Se requiere una acción inmediata y global para proteger a los niños de entornos digitales que aún no están preparados para gestionar con madurez”, afirmó Thiagarajan.

El estudio no solo se centró en indicadores comunes como ansiedad o depresión, sino que analizó aspectos menos explorados como la autoimagen y la capacidad de gestionar emociones, revelando una correlación directa entre el uso temprano de dispositivos y el deterioro del bienestar psicológico.

¿Qué pueden hacer los padres?

Expertos como Melissa Greenberg, psicóloga clínica del Princeton Psychotherapy Center, recomiendan iniciar conversaciones comunitarias entre padres para acordar de manera conjunta retrasar la entrega de teléfonos inteligentes a sus hijos. Iniciativas como “Wait Until 8th” («Espera hasta el 8vo grado» – Equivalente a 2do de Secundaria) permiten a las familias comprometerse colectivamente a posponer la entrega de dispositivos hasta después de los 13 años.

Asimismo, sugiere buscar escuelas con políticas estrictas sobre el uso de smartphones en campus o exigir cambios en los reglamentos escolares. Thiagarajan advierte que los padres no pueden enfrentar este problema solos: “Incluso si prohíbo a mis hijas usar redes sociales, estarán expuestas a ellas a través de otros niños en la escuela o eventos extracurriculares. Es un asunto social, no solo familiar”.

¿Y si ya tienen un teléfono?

Greenberg aconseja no caer en el pánico. “Si ya le diste un smartphone a tu hijo, puedes ajustar el rumbo”, asegura. Recomienda establecer controles parentales, desinstalar ciertas apps, cambiar a un teléfono básico o simplemente limitar el uso.

Para aquellos padres que enfrentan resistencia, sugiere esta frase:
“Cuando te dimos tu teléfono, no sabíamos todo lo que ahora sabemos sobre cómo podría afectarte. Los científicos están aprendiendo más cada día, y queremos hacer lo mejor para ti”.

Aceptar que también los adultos luchan contra el uso excesivo del celular puede ayudar a los menores a comprender que es una dificultad compartida.

Un punto de inflexión para la crianza

Investigadores como el psicólogo social Jonathan Haidt, autor del libro “The Anxious Generation”, coinciden en que retrasar el acceso a redes sociales hasta los 16 años es una de las mejores decisiones que pueden tomar los padres hoy.

La evidencia es clara: dar un smartphone a un niño antes de los 13 puede tener consecuencias serias y duraderas. En un mundo cada vez más digitalizado, tal vez la verdadera rebeldía —y protección— esté en apagar el teléfono.

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