El mundo cambia, las sociedades cambian, el modo en que se vive el ocio cambia. El deporte, también. Hace apenas una década bastaba con encender la televisión y dejarse llevar por el partido del domingo o los deportes que tuvieran a bien ofrecer por alguno de sus canales. Hoy, sin embargo, los aficionados viven cada competición, evento o jugada desde el móvil, analizan estadísticas, comentan en redes y, muchas veces, hacen una predicción antes de que el árbitro pite el inicio. La forma de seguir el deporte ha cambiado, y en el centro de todo está la tecnología, que ha convertido cada encuentro en una experiencia viva, participativa y en constante movimiento.
Esa transformación, aunque se aprecia mejor en el fútbol y en los deportes más populares, se nota en cualquier disciplina. El teléfono se ha vuelto parte del ritual, los aficionados lo usan para seguir marcadores, leer análisis tácticos o comparar cuotas de apuestas deportivas en tiempo real. Las distancias entre el aficionado y el campo de juego, al ser virtuales, se puede decir que no existen. Y aunque el fútbol, la Fórmula 1, la NBA o el tenis sean los reyes del espectáculo, otras competiciones también están encontrando su lugar en este mundo digital.
Un buen ejemplo son las apuestas galgos, que muestran cómo disciplinas menos mediáticas, como las carreras de estos canes, han sabido reinventarse. Antes, estos eventos eran casi exclusivos de quienes podían asistir al circuito; hoy, miles de personas los siguen desde cualquier parte del mundo. Plataformas de streaming transmiten cada carrera con cámaras de alta definición, los resultados se actualizan al instante y los apostadores viven esa mezcla de intuición y análisis que define al deporte moderno.
La digitalización ha cambiado mucho más que la forma de mirar. Ha transformado la conversación y la misma experiencia del aficionado en torno al deporte. Los datos se han democratizado, todo el que quiera tiene fácilmente a su alcance estadísticas, mapas de calor, porcentajes de posesión, velocidad promedio, rendimiento individual… Si sabe dónde buscar, si tiene las herramientas precisas, es posible saber al instante casi tanto como un analista profesional. Es una información que enriquece notablemente la experiencia, sin embargo, plantea el reto de impedir que el exceso de números borre la emoción que desprende el deporte en sí.
Las plataformas de apuestas deportivas, por su parte, han evolucionado con el mismo ritmo. Los algoritmos calculan probabilidades, los usuarios son capaces de seguir varias competiciones a la vez con facilidad y la experiencia de ver y disfrutar de cualquier evento se ha vuelto más inmersiva.
El aficionado ya no es un espectador pasivo: comenta, comparte y debate en tiempo real y crea comunidad. La conexión que se establece entre miles de personas en distintos países es quizá uno de los mayores logros del deporte en la era digital.
Y esto no termina aquí, las proyecciones de los expertos y analistas auguran un futuro del deporte más tecnológico, pero también más humano si se usan esas herramientas coherentemente, con cabeza y corazón. Y es que, detrás de cada pantalla, cada estadística y cada apuesta seguirá perdurando una emoción que no se puede programar. Y es, precisamente esa emoción, la que mantiene viva la magia del deporte, en cualquier campo, pista o pantalla del mundo.