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Opinión

El infierno de Dante Delgado. Por Caleb Ordoñez T.

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Dante Delgado es uno de los políticos con más experiencia en México.

Caleb Ordóñez T.

Durante más de un año, estuvo preso en el penal de Pacho Viejo en Coatepec, Veracruz. Había sido acusado injustamente por el desvío de 450 millones de pesos, en 1994. Así vivió en carne propia la persecución política a su máxima expresión.

Quienes conocen su trayectoria desde su natal Veracruz, recuerdan su juventud como “el más recalcitrante priísta”. Como vicepresidente del “Frente Renovador Estudiantil Veracruzano” defendió los colores del entonces partidazo, para confrontarse directamente a su archienemigo: Miguel Ángel Yunes.

En aquel emblemático Estado, con el PRI, llegó a los puestos más altos posibles. Hasta llegar en 1988, a ser Gobernador interino, siendo la mano derecha e incondicional del polémico político Fernando Gutiérrez Barrios.

La caída de la influencia de su jefe Gutiérrez Barrios, cobró deudas entre sus cercanos, Delgado entonces, vivió el fuego amigo y aunque había sido alejado del país, para ser embajador en Italia. Apenas regresando, comenzó la feroz persecución que lo llevó tras las rejas.

Luego de ganar una demanda por daño moral, luego de que se demostrara que Delgado no era culpable de lo que se le acusaba, el veracruzano comenzó una cruzada para consolidar su capital político. La idea fue fundar un nuevo partido que reuniera a los priístas que renegaban contra los excesos del presidencialismo.

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Opinión

Duarte: de los bares de Chihuahua al Altiplano. Por Karen Torres

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En México y en la política, lo que parece pasado, siempre regresa para explicar el presente. Hay nombres que regresan una y otra vez como si fueran espectros empeñados en recordarnos las fracturas del sistema. Uno de ellos es César Horacio Duarte Jáquez, exgobernador de Chihuahua (2010-2016), figura central de uno de los expedientes de corrupción más voluminosos en la historia reciente del país.

Karen Torres A.

Y ahora, tras años de idas y venidas judiciales, vuelve a los titulares: la Fiscalía General de la República ordenó su recaptura y lo trasladó al penal de máxima seguridad del Altiplano.

Este episodio no ocurre en el vacío. Es parte de una historia que lleva casi una década escribiéndose entre detenciones, extradiciones, procesos fragmentados y una libertad condicional que muchos chihuahuenses vieron como una burla abierta.

Pero también es un movimiento político que envía un mensaje contundente: la nueva administración federal quiere que se entienda que, al menos en la Fiscalía, el viejo pacto de impunidad ya no opera “para algunos”. Y Duarte es la vívida señal, ojalá esto no se trate únicamente de justicia selectiva.

Duarte huyó de México en 2017, cuando la entonces Fiscalía de Chihuahua, bajo el gobierno de Javier Corral, integró al menos 21 órdenes de aprehensión en su contra. Los cargos eran amplios y concretos:

  • Peculado agravado por más de 1,200 millones de pesos,
  • Desvío de recursos públicos hacia campañas priistas,
  • Enriquecimiento ilícito,
  • Uso indebido de atribuciones y facultades
  • Y una red de empresas fantasma operadas desde su círculo íntimo.

Fue detenido en Miami el 8 de julio de 2020 en Estados Unidos. Ahí pasó 2 años mientras se resolvía un proceso de extradición. Finalmente, en junio de 2022, el gobierno estadounidense lo entregó a México bajo cargos de peculado agravado y asociación delictuosa.

Su llegada al país fue presentada por la Fiscalía como un triunfo institucional. Pero para Chihuahua comenzaba un capítulo distinto: la prisión preventiva en el Cereso de Aquiles Serdán, donde Duarte permaneció alrededor de 2 años más, entre audiencias diferidas, cambios de jueces y tácticas legales el caso se fue transformando en un rompecabezas jurídico que pocos lograron seguir con claridad.

Llegó la cuestionada libertad condicional de 2024: 

En agosto de 2024, en una audiencia sorpresiva, Duarte obtuvo libertad condicional bajo el argumento de que llevaba tiempo suficiente privado de la libertad y que su conducta había sido “adecuada”, sin haber recibido sentencia alguna.

La imagen era insólita: un político acusado de desviar más de mil millones de pesos, señalado de haber quebrado fondos públicos y endeudado al estado por generaciones…

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