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Elon Musk fue elegido “persona del año” por la revista Time

Elon Musk, CEO de Tesla, fue nombrado este lunes como la “Persona del Año” 2021 por la revista Time.

Musk es también el fundador y consejero delegado de la empresa de cohetes SpaceX, y dirige la empresa de chips cerebrales Neuralink y la de infraestructuras The Boring Company.

“Este es el hombre que aspira a salvar nuestro planeta y conseguirnos uno nuevo para habitarlo: payaso, genio, señor de la industria, visionario, industrial, showman, canalla”, destacó la revista en su artículo sobre el ganador.

Edward Felsenthal, editor jefe de Time, explicó que el premio fue otorgado a Musk “por crear soluciones a una crisis existencial, por encarnar las posibilidades y los peligros de la era de los titanes de la tecnología, por impulsar las transformaciones más atrevidas y disruptivas de la sociedad”.

“Incluso las aventuras espaciales de Elon Musk son una línea directa de la primera Persona del Año, Charles Lindbergh, a quien los editores seleccionaron en 1927 para conmemorar su histórico primer vuelo transatlántico en solitario sobre el Atlántico”, añadió.

En su repaso sobre el 2021, año en el que Musk superó a Jeff Bezos y se convirtió en el hombre más rico de la Tierra, Time destacó: “Musk se ha pasado la vida desafiando a los que le odian; ahora, parece que por fin está en condiciones de ponerlos en su sitio. Porque 2021 ha sido el año de Elon Unbound. En abril, SpaceX consiguió el contrato exclusivo de la NASA para llevar a los astronautas estadounidenses a la Luna por primera vez desde 1972. En mayo, Musk fue el anfitrión de Saturday Night Live. En octubre, el gigante del alquiler de coches Hertz anunció que planeaba añadir 100.000 Teslas a su flota”.

La revista también tiene otras tres distinciones.

Para “Héroes del año”, la revista distinguió a Kizzmekia Corbett, Barney Graham, Katalin Kariko y Drew Weissman, científicos que trabajaron en el desarrollo de las vacunas contra el COVID, que hasta ahora mantienen una alta eficacia contra la enfermedad y no se han registrado efectos adversos a gran escala.

Por su parte, la gimnasta Simone Biles fue destacada como la “Atleta del Año”, con una accidentada actuación en los Juegos Olímpicos de Tokio, donde se retiró de varias competencias por salud mental pero de todas formas consiguió medallas de plata y bronce, elevando a siete su balance personal. Por encima de ello, triunfó a la hora de trasladar un mensaje: “Mi salud física y mental cuenta más que todos los medallas que podré ganar nunca”.

“Si miras todo lo que he pasado durante los últimos siete años, nunca debería haber formado otro equipo olímpico. Lo debería haber dejado mucho antes de Tokio”, dijo Biles, de 24 años, en una entrevista a la revista New York Magazine publicada en septiembre.

A su vez, Olivia Rodrigo fue nombrada “Artista del Año”. La ex actriz del canal Disney que llegó a la escena del pop este año con su tema “drivers license (carné de conducir)” está nominada a siete premios Grammy. A sus 18 años, Rodrigo es una de las favoritas con su primer álbum “Sour”.

En 2020, la distinción de “Persona del Año” fue para Joe Biden y Kamala Harris, luego de ganar la elección presidencial de EEUU, y en 2019 fue para Greta Thumberg. El premio se entrega desde 1927.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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