Es domingo y María está contenta. Es el primero, desde hace ocho años, que puede salir al parque con su hija Elvira. El costo que tuvo que pagar para disfrutar este día fue haber sido despedida por exigir sus derechos laborales y respeto como trabajadora del hogar.
“Cuando les dije a mis patrones que, según la ley, tenía dos días de descanso y que no me habían aumentado mi salario en todos estos años, me dijeron que de dónde había sacado eso y que qué iba yo a saber”, explica.
María acaba de cumplir 55 años, sus manos ásperas son signo de los últimos ocho, que dedicó a lavar, cocinar, y cuidar enfermos en una casa de la colonia Pedregal de San Francisco, en la delegación Coyoacán, del Distrito Federal.
Desde 2007 sólo había tenido un día de descanso —los lunes— y un sueldo de tres mil 350 pesos quincenales sin derecho a vacaciones ni aguinaldo; esto terminó el pasado domingo 12 de abril, cuando con humillaciones y gritos fue despedida. El trabajo en casa es una actividad que le gusta, es lo que sabe hacer, pero no está dispuesta a tolerar que se violen sus derechos laborales. María tomó conciencia de que sufría vejaciones y discriminación por parte de sus patrones por más de ocho años.
“Me gritaban constantemente, según ellos eran españoles y yo mexicana”, agrega la mujer, quien laboraba en promedio 10 horas diarias. Los domingos eran un día de carga mayor, por ser día de reunión familiar en el hogar donde era empleada: 12 horas, sin pago por el tiempo extra.
Según datos del Inegi, de los 2.2 millones de trabajadoras y trabajadores domésticos que existen en México, 7 de cada 10 que están bajo el régimen de planta sólo descansan un día a la semana, hasta 78% de los casos nunca ha recibido un aumento salarial.
Catalina González, también trabajadora doméstica, no es la excepción, ella también descansa un solo día a la semana: el domingo; sin embargo, tiene 20 años laborando por nueve horas y a veces más por apoyar en la casa donde ya se siente parte de la familia.
Era una niña de 10 años, que no tuvo la oportunidad de asistir a la escuela, cuando para apoyar a su mamá comenzó a limpiar casas.
Sin conocer sus derechos y sin contar con ningún beneficio de ley, excepto el salario, ha trabajado como empleada del hogar durante 52 años. Medio siglo después, no tiene que mantener a nadie, sus tres hijas ya están casadas, sólo trabaja para ella y con que tenga para mantenerse es más que suficiente.
La soledad se ha convertido en su motor para asistir diario a su trabajo y, aunque no conoce los pocos derechos que le ofrece la ley, se siente contenta. “Me tratan bien y llevo muchos años en esta casa, además si tengo más días libres, ¿luego qué voy a hacer?”.
Estudios del Consejo Nacional Contra la Discriminación (Conapred) señalan que el exceso de trabajo y el poco sueldo son algunas de los principales problemas de las trabajadoras del hogar, seguidos por el abuso, el maltrato, la humillación y la discriminación.
Luchan por sus derechos
Para Marcelina Bautista, fundadora del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH), la falta de conocimientos por parte de la mayoría de los trabajadores del hogar es el principal factor que contribuye a la violación de sus derechos laborales.
“Las trabajadoras del hogar son un sector que vive con muchos problemas. Sufren de una discriminación social, e incluso familiar, simplemente por hacer esa actividad. Están totalmente desamparadas por no contar con un respaldo legal y social. Es una labor de alta marginación, ya que no se tiene a dónde recurrir por actos de violencia, discriminación y acoso”, indica.
CACEH surgió el 10 de septiembre de 2000, como producto de la experiencia de su fundadora, quien desde los 14 años incursionó en este sector laboral, enfrentándose a todos los riesgos que ello conlleva y más siendo menor de edad. Al darse cuenta de la carencia de normatividad sobre este oficio, decidió hacer algo al respecto. La organización se gestó con apoyo de otras empleadas, quienes, como Marcelina, pretendían condiciones más justas. Iniciaron con reuniones cada 15 días para tratar problemas de sus conocidas, pero fue hasta febrero de 2002 que obtuvieron oficialmente el registro que las ha impulsado a seguir trabajando y ayudar a las y los compañeros que los necesitan.
Los casos de María y Catalina son ejemplos de algunas de las condiciones que enfrentan estas empleadas, quienes sufren maltratos, a pesar de las disposiciones que establece la ley, que en los hechos es letra muerta.
El convenio internacional
En México es necesario que el gobierno federal ratifique el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que permitiría una clara legislación de esta labor.
“No hay ley, el gobierno se hace sordo para ratificar el convenio 189 de la OIT. Ellas solas (las trabajadoras) no lo van a lograr, necesitan organizarse. El año pasado el secretario de Gobernación se comprometió a ratificar el convenio y nuevamente este año lo volvemos a exigir”, declara la fundadora de CACEH.
El Convenio 189 de la OIT, aprobado en 2011, busca que los gobiernos garanticen y respeten derechos laborales a las trabajadoras del hogar como derecho a un salario justo, días de descanso, vacaciones y condiciones dignas de trabajo, entre otras medidas.
Actualmente la Ley Federal del Trabajo establece una jornada de trabajo de ocho horas en su artículo 61. El descanso es de día y medio ininterrumpido, igualmente los días feriados son de descanso, con goce de salario íntegro de acuerdo con el artículo 74 de esta norma.
Las vacaciones y aguinaldo también son obligatorias, después de un año de trabajo el empleado tiene derecho a seis días de vacaciones, aumentando dos días por cada año y éstas deben ser pagadas de forma íntegra, más 25% de prima vacacional. El aguinaldo es equivalente a por lo menos 15 días de salario y debe pagarse antes del 20 de diciembre. Como en cualquier otro empleo, las trabajadoras del hogar tienen derecho a un trato digno, sin discriminación. La alimentación, seguridad y salud también son primordiales, debe otorgárseles alimentación sana y suficiente, además de las condiciones necesarias que garanticen su seguridad. En ello también se incluye el derecho a una habitación cómoda e higiénica de acuerdo con el artículo 337.
En cuanto a dar seguridad social, el 26 de agosto del año pasado, el IMSS publicó los lineamientos para asegurar a las trabajadoras del hogar, pero, a pesar de que es un avance, la medida sólo queda a voluntad del patrón.
Según el Conapred, existen dos pilares que hacen que se perpetúe la explotación hacia el trabajo doméstico: la discriminación económica y la política, al quedar excluidas de una remuneración fija, pero al mismo tiempo de la protección jurídica que las ampare.
Patronas por la justicia
Existen empleadores que se han solidarizado con sus demandas y se han organizado para divulgar los derechos de los trabajadores domésticos.
Bajo el lema: “El país que queremos comienza en casa”, Hogar Justo Hogar es una organización que promueve el respeto y cumplimiento de los derechos de este sector.
Marcela Azuela, fundadora hace un año de este grupo, considera que es urgente que la sociedad mexicana reconozca a estas trabajadoras, ya que si se regula este oficio, aparte de garantizar los derechos de las empleadas, el patrón tendrá una seguridad ante posibles desacuerdos con los empleados, que podrían derivar en demandas laborales.
“Tener una relación más formal nos conviene a todos, le conviene a la empleada, quien por medio de un contrato puede establecer el salario, los días de trabajo, vacaciones, prima vacacional, seguro, etcétera. Y, por otro lado, los empleadores también nos protegemos, porque se establecen derechos y obligaciones para ambas partes”.
Azuela señala que, a pesar de que esta organización, la cual agrupa a alrededor de 40 personas, se ha reunido con legisladores, a los cuales han exhortando a que aprueben el Convenio 189 de la OIT, no se debe esperar a que la ley establezca los derechos de estas trabajadoras, la sociedad mexicana podría comenzar a respetar sus derechos como muestra clara de justicia social.
“El cambio en este país es responsabilidad de todos, todos estamos obligados a eso, y parte de eso es reconocer a estas trabajadoras, ya que no puede haber ciudadanos de primera y de segunda. Hay personas que queremos hacer cosas por este país, esto comienza en casa y respetando a las trabajadoras del hogar, eso es justicia social”, finaliza Azuela.
– 78% DE LOS 2.2 MILLONES de personas que laboran en una casa ajena nunca ha recibido un aumento salarial, de acuerdo con el Inegi.
Fuente: El Pulso de San Luis