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En Tijuana son más tolerantes con haitianos que con la caravana migrante

Hace más de dos años, Tijuana dio la bienvenida a miles de haitianos para que lograran un sueño americano a menor escala al sur de la frontera después de que Estados Unidos les cerrara sus puertas.

A unas cuadras de un albergue donde se hospedan migrantes centroamericanos que viajan en caravana se encuentra el primer restaurante haitiano que abriera sus puertas en Tijuana: un comedor animado que se ha vuelto un símbolo de éxito para los inmigrantes llegados a esta ciudad fronteriza mexicana donde los haitianos ya forman parte del tejido social, trabajando, estudiando y casándose con los locales.

Hace más de dos años, Tijuana dio la bienvenida a miles de haitianos para que lograran un sueño americano a menor escala al sur de la frontera después de que Estados Unidos les cerrara sus puertas. Sin embargo, hasta ahora no ha mostrado la misma tolerancia hacia los centroamericanos, quienes se han encontrado con quejas de funcionarios y protestas contra la caravana, a pesar de que la mayoría de la gente en esta ciudad son inmigrantes o hijos de inmigrantes.

Eso genera interrogantes sobre cómo se integrará el grupo más reciente si no logra entrar a Estados Unidos y no regresa a sus casas.

Inmigrantes haitianos hacen fila mientras esperan para ingresar al cruce de la frontera de los Estados Unidos, en Tijuana, Baja California (México). Foto: AP
El alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum, ha insistido en que la ciudad no está contenta con la caravana de migrantes que llegó la semana pasada y comparó desfavorablemente al grupo de centroamericanos con los aproximadamente 3,000 haitianos que terminaron quedándose cuando fracasaron en su intento de llegar a Estados Unidos.

Los haitianos «venían con documentos, su visión clara», dijo Gastélum en una entrevista publicada en la página de Facebook de la ciudad. «Lo principal es que llegaron ordenados, llegaron respetuosos», rentaron apartamentos y hacían su propia comida. Indicó que se insertaron en la economía de la ciudad y no se han visto involucrados en ningún disturbio.

En contraste, dijo Gastélum, la caravana de centroamericanos llegó «sin más ni más» y muchos, aunque no todos, son «altaneros y agresivos”.

Víctor Clark-Alfaro, profesor de estudios latinoamericanos en la Universidad Estatal de San Diego y residente de Tijuana, atribuye la reacción violenta a la forma en que la caravana llegó: de repente, con el ingreso de miles de personas. Otros acusan a las redes sociales y a la retórica hostil del presidente estadounidense Donald Trump, quien dijo que en la caravana había criminales y pandilleros y tenía planeada una “invasión».

Muchos también dicen que las acciones de unos pocos están ensuciando la imagen de los aproximadamente 4,000 migrantes que acampan en Tijuana. La semana pasada, funcionarios municipales arrestaron a tres decenas de miembros de la caravana por posesión de drogas, intoxicación pública, alterar la paz y resistirse a la policía y dijeron que serían deportados a sus países de origen.

Solo han pasado unos meses desde que llegó una caravana previa de centroamericanos y algunos siguen en la ciudad esperando recibir asilo en Estados Unidos. Eso se ha sumado a los temores de que podría ser el principio de un flujo interminable.

Los inspectores estadounidenses de la frontera solo procesan unas 100 solicitudes de asilo al día en el principal cruce fronterizo entre Tijuana y San Diego, en donde ya había una lista de espera de 3,000 cuando llegaron los nuevos migrantes, así que la mayoría tendrán que esperar incluso meses para ser considerados para recibir asilo.

Tijuana tienen una larga trayectoria de darle la bienvenida a los migrantes que van a Estados Unidos. Recibe hasta a 80,000 al año de México, Latinoamérica y, más recientemente, de lugares más lejanos como la India y África. La ciudad tiene amplias comunidades de inmigrantes chinos y coreanos.

Los centroamericanos han llegado a Tijuana desde las guerras civiles en la década de 1980 en El Salvador, Nicaragua y Guatemala.

Sin embargo, muchos de los que recién arribaron en la caravana son personas pobres que dejaron sus países de origen por un impulso repentino y a lo largo del trayecto han dependido en gran parte de lo que les regalan.

Por su parte, muchos de los haitianos llegaron con al menos algunos recursos después de haber trabajado en Brasil, aunque a pesar de eso, dijo el alcalde, también se quedaron en albergues después de tomar una ruta accidentada a Tijuana desde su empobrecido país caribeño. El último grupo de haitianos dejó el albergue Padre Chava en abril.

Brasil y sus vecinos recibieron a los haitianos tras el sismo de 2010 en Haití. Sin embargo, a medida que se acababan los trabajos en construcción para los Juegos Olímpicos de 2016 y la economía brasileña caía en un bache, decidieron partir y atravesaron 10 países por avión, barco, autobús y a pie para llegar a San Diego, donde en un principio las autoridades los dejaron entrar por motivos humanitarios.

Pero en 2016 el presidente Barack Obama modificó su política y comenzó a deportar a los haitianos que llegaban. Muchos decidieron quedarse en México después de que el gobierno les otorgó permisos temporales de tránsito y, desde entonces, han solicitado la residencia mexicana. Hasta ahora la mayoría en la caravana de centroamericanos han rechazado las reiteradas ofertas de México de otorgarles residencia o asilo y han prometido que cruzarán la frontera.

Muchos de los haitianos también tienen títulos universitarios y han sido contratados para trabajar en fábricas que exportan a Estados Unidos. Es posible ver a algunos como meseros en restaurantes y rezando en congregaciones religiosas que han agregado ceremonias en su lengua creole.

Abrieron salones de belleza, tiendas y restaurantes, como por ejemplo Kriskapab Baborijinal, una colorida cafetería roja y azul donde a diario se atiende a mexicanos y haitianos con platillos como arroz con coco, puré de plátano y estofado de chivo.

En la ventana hay un letrero de la Asociación de Defensa de los Migrantes Haitianos. Philocles Julda, de 44 años, es uno de los 11 inmigrantes haitianos que comenzaron el grupo hace un año para darle a la comunidad un lugar para apoyarse en todo, desde clases de español hasta el pago de cuentas médicas.

Vanguardia

México

Pone ‘El Mayo’ ultimátum: me repatrian o el colapso

Ismael «El Mayo» Zambada, líder de Cártel de Sinaloa, exigió al Gobierno de México que reclame a Estados Unidos su repatriación porque, de no hacerlo, la relación entre los dos países sufrirá un «colapso».

Juan Manuel Delgado González, asesor jurídico de Zambada en México, confirmó que la petición fue presentado ayer en el Consulado General de México en Nueva York un escrito al que tuvo acceso Grupo Reforma y donde Zambada exige que lo defienda el gobierno.

Debe intervenir (el gobierno) a fin de que el presente asunto no resulte en un colapso en la relación bilateral entre ambos países, puesto que no se debe de perder de vista la irregular e ilegal manera en que el suscrito fui puesto a disposición de las autoridades de los Estados Unidos de América».

En julio del 2024, Zambada fue engañado por Joaquín Guzmán López, hijo de «El Chapo» Guzmán, fue secuestrado para llevarlo a Texas donde enfrenta cargos por delincuencia organizada, homicidio, narcotráfico en gran escala y lavado de dinero, entre otros.

En la solicitud de asistencia consular, el capo señala que si no se interviene en favor de sus derechos, políticos y funcionarios mexicanos también pueden ser secuestrados y trasladados ilegalmente al país vecino.

Por lo anterior, expresa que la respuesta del Estado mexicano «no es opcional», porque tiene la obligación ineludible de defenderlo.

«Si el Gobierno de México no actúa, el suscrito seré condenado a pena de muerte sin lugar a ninguna duda y además esto constituirá un precedente peligroso que permitiría que en cualquier momento cualquier gobierno extranjero pudiera de manera impune violentar nuestro territorio y soberanía, interviniendo para la detención de cualquier persona, incluso políticos o funcionarios del Gobierno, para ser trasladados a la jurisdicción norteamericana sin que nada suceda», manifiesta.

«Exijo y demando que el Estado mexicano cumpla con su obligación ineludible de intervenir de manera inmediata, contundente y sin margen de discrecionalidad para exigir formalmente a los Estados Unidos de América garantías y seguridades absolutas, plenas, vinculantes e irrevocables de que no se me impondrá ni se ejecutará la pena de muerte en su jurisdicción. Esta exigencia no es opcional, ni puede ser interpretada como una cuestión de oportunidad política o diplomática».

El documento firmado por Zambada advierte que, de no haber una exigencia categórica y formal de sus garantías, «constituiría una traición al sistema jurídico mexicano» y al deber del Estado de garantizar la seguridad de sus ciudadanos, sin excepción alguna.

«En este contexto, en cuanto hace a mi asunto en particular, resulta una obligación del Estado Mexicano: presentar una protesta formal ante las autoridades estadounidenses, señalando la violación del Tratado (de México y Estados Unidos para prohibir los secuestros transfronterizos) y exigiendo el respeto a la soberanía mexicana y al debido proceso legal», señala.

Solicitar la repatriación inmediata de mi persona, argumentando que mi traslado fue ilegal y que cualquier proceso judicial en mi contra debe llevarse a cabo en México, conforme a las leyes nacionales y los acuerdos internacionales vigentes».

En una parte de su escrito, el líder del Cártel de Sinaloa requiere al Gobierno de México para que pida a los estadounidenses un informe detallado de las circunstancias de su secuestro y traslado, identificando quiénes permitieron su entrada a la Unión Americana y bajo qué base legal.

También, que le informen la identidad de las personas involucradas en su traslado, tanto del lado estadounidense como del lado mexicano.

La razón por la que alega que el Gobierno federal debe exigir la cancelación del proceso al que está sometido en Nueva York, es precisamente porque el procedimiento tiene como origen su secuestro y traslado ilegal a la Unión Americana.

«Esta exigencia no es una cuestión discrecional ni sujeta a consideraciones políticas o diplomáticas», dice.

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