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Opinión

ERIGIR LA REPUBLICA DE SAMALAYUCA? por LUIS OCHOA MINJARES

ERIGIR LA REPUBLICA DE      SAMALAYUCA?

 

Luis Ochoa Minjares

 

   Al amparo del café mañanero, ayer sábado los colegas del CAP (círculo de articulistas de prensa) abordamos el ineludible tema de la homologación del impuesto al valor agregado (IVA) en la zona fronteriza y la estridente y artificiosa escandalera que han armado los epígonos de la industria ensambladora o maquiladora que se siente intocable.

 

   Alguien quiso romper el hielo y empezó la charla con un mal chiste típicamente gallego por estúpido: “¿Y por qué, además de fundar la “república independiente de Chihuahua” no instauramos también la “la heroica república de Samalayuca”?

 

   Haciendo caso omiso de la simplonada, vale la pena meditar a cerca de quienes son y con qué propósitos sacan de nuevo el viejo, inútil y maloliente “petate del muerto” de la segregación política del Pacto Federal, ahora no solamente de Chihuahua, sino de los otros cinco Estados libres y soberanos que el destino colocó como vecinos del insaciable afán de expansionismo del capitalismo salvaje.

 

¿POR QUÉ HOMOLOGAR EL IVA?

 

   Según la aceptable opinión de uno de los colegas cafeteros, los impuestos por ley deben ser generales, parejos para todos y, sobre todo apegados a la equidad. Todos rabones o todos coludos, según la sabiduría del ingenio popular.

 

   Esquemáticamente los 120 millones de mexicanos nos ubicamos 20 millones en los seis Estados de la zona fronterizas que pagan solamente el 11 por ciento del IVA y el resto, 100 millones pagan religiosa y obligadamente el 16 por ciento, suponiendo que todos paguemos.

 

   Del mismo modo que los diez millones de fronterizos defienden y exigen su privilegio de pagar menos IVA y otros impuestos, del mismo modo, decimos, los cien millones de mexicanos demandan pagar igual que los fronterizos o que los fronterizos paguen igual que los demás.

 

   Y el gobernante de un sistema democrático como debe ser el nuestro, frene a un conflicto de intereses, ha de optar a favor de la mayoría y no a favor de una minoría, o no hay democracia, si la entendemos como la voluntad de las mayorías. En esta tesitura está Peña Nieto y está obrando como un gobernante demócrata y justiciero.

 

¿SEIS NUEVAS REPUBLIQUITAS?

 

   Quienes malévolamente, por ignorancia o por dinero pugnan por segregar otra porción de nuestro territorio nacional convirtiendo los seis Estados fronterizos en seis republiquitas, significa poner esa porción territorial en las fauces del insaciable y hambriento lobo expansionista.

 

   La segregación territorial de México es el tercer petate del muerto con el que quieren atemorizar al gobierno de la república para nulificar la transformación de México en materia impositiva para que los ricos paguen proporcionalmente a sus ingresos.

 

   El primer petate fue la amenaza de cancelar empleos y dejar de crear nuevos. Esta estratagema cayó por su propio peso y, sobretodo por lo absurdo. A nadie asustaron.

 

   El segundo petate con el que quisieron azorrillar a los mexicanos bien nacidos, fue la amenaza de regresar a su país de origen. ¡Huy  qué miedo! Allá tendrían que pagar ocho o diez dólares la hora de trabajo. Aquí pagan solamente un dólar por cada hora.

 

   El tercer petate que a nadie asusta, es el segregacionismo territorial.

 

¿COMO TRATAR LOS SEGREGACIONISTAS?

 

   Es incuestionable que la mayoría de los segregacionistas no son nacidos en el terruño, no tienen la menor pizca del sentido de pertenencia ni late en sus pechos la llama de la mexicanidad y la pasión por defender la integridad territorial.

 

   Algunos fueron tristes perras flacas que llegaron a la frontera de diversas partes con una mano atrás y otra adelante en busca de saciar la tripa del mal año. Hoy, llenos de ingratitud y soberbia pugnan por destruir la unidad de los chihuahuenses y su Estado Grande, cercenándole parte de su territorio.

 

   No todos los nacidos fuera del terruño fronterizo son malagradecidos. La mayoría son gente útil, trabajadora y de buena fe que han entregado su vida a los destinos fronterizos. Su conducta debe ser ejemplo para aquellos otros advenedizos que abominan de la tierra que los acoge.

 

   Tal vez invitándolos a conocer la historia de México, particularmente aquellos pasajes donde la prepotencia, la injusticia y la voracidad imperial le han cometido grandes despojos, invasiones y atropellos de toda laya.

 

¿SABRAN ESTO LOS VENDEPATRIAS?

 

   Por virtud del nefasto “Tratado de Guadalupe Hidalgo” y mediante lo que la historia conoce como “el gran despojo”, nos fue arrebatado el enorme territorio mexicano que hoy ocupan los Estados norteamericanos de Texas, Nuevo México y California, donde hoy se ubican también los Estados de Nevada, Arizona, Utha y parte de Colorado y Wyoming.

 

   Perdimos en esa fecha fatal más de dos millones de kilómetros cuadrados, equivalentes a la superficie de Inglaterra, Portugal, España, Francia, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Suiza e Italia juntos.

 

   El 13 de septiembre de 1847, los invasores imperiales fueron resistidos heroicamente por los Cadetes del Colegio Militar ubicados entonces en el histórico Castillo de Chapultepec.

 

   Los Niños Héroes, como suele identificarlos la historia patria, son motivo del respeto y la admiración de todos los mexicanos y los combates que presentaron al invasor, dignos de relatos y lecciones de patriotismo, hechos que tienen que estar presentes en  la memoria colectiva.

 

   ¿Sabrán esto los segregacionistas?

 

¿ES POSIBLE RECUPERAR LO SEGREGADO?

 

   Ante el ambiente de confusión de vastos sectores de la población, confusión creada por la absurda propuesta de erigir en repúblicas los Estados limítrofes con el imperio yanqui, vale la pena formularnos las siguientes preguntas:

 

   ¿Qué en lugar de segregar el territorio de Baja California Sur para erigirlo en república, no sería mejor intentar recuperar la Alta California que nos fue segregada?

 

   ¿Qué en lugar de pensar en fundar la “República de Chihuahua” y segregarla de México, no sería mejor dejar las bases para que las futuras generaciones desegregaran y recuperaran el Estado de Texas que nos fue segregado?

 

   ¿Qué en lugar segregar Juárez de Chihuahua,  no valdría la penar mejor prepararnos para recuperar en el futuro tajos de territorio mexicano segregado como La Mesilla?

 

   “El capitalismo salvaje”, como lo llamó Su Santidad Pablo III, no es eterno, ya da muestras de su debilitamiento y decadencia y antes de que termine el primer siglo del tercer milenio, ya las nuevas generaciones de mexicanos sabrán que hacer.

 

¿A LA HOGUERA NUESTROS DIPUTADOS?

 

   Con motivo de la aprobación por la cámara baja de la reforma tributaria propuesta por el presidente Peña Nieto, reforma que homologa el impuesto sobe el valor agregado, se ha desatado una furiosa campaña mediática en contra de nuestros legisladores chihuahuenses, culpándolos de “no defender los intereses de los fronterizos”.

 

   Esta campaña es tan injusta y absurda como la misma propuesta de erigir en republiquitas los seis estados libres y soberanos que colindan con el vecino del norte. Quienes sustentan tal campaña, olvidan que nuestros diputados son miembros activos postulados por un partido político sólido, estable y unido en el que la disciplina partidaria es esencial.

 

   Es cierto que los nuestros no son unos legisladores infalibles o unas lumbreras en la tribuna parlamentaria, pero llegaron a la curul que ocupan mediante elecciones democráticas, limpias y ordenadas que les confirieron el triunfo.

 

   Por lo demás, pocos pueden objetar el sistema democrático y la libertad de opinión que presidieron los encendidos y apasionados debates en torno a todas y cada una de las iniciativas enviadas al poder legislativo. Cada partido político, a través de sus legisladores dieron rienda suelta a sus respetables opiniones y puntos de vista.

 

   No merecen pues, nuestros señores diputados ir a la hoguera política en la que quieren convertirlos en tizones.

 

   FINAMENTE, la frase de la semana enviada por nuestra puntual lectora doña Gloria Ramírez cuyo texto reza: “Transformar México implica transformar Chihuahua y transformar Chihuahua implica transformar Juárez”. ¿Me están leyendo segregacionistas?

 

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Opinión

Francisco: el futbolista que soñaba con ayudar a los pobres. Por Caleb Ordoñez Talavera

En un mundo donde los líderes suelen subir al poder sobre pedestales dorados, Jorge Mario Bergoglio eligió las sandalias del pescador. Aquel argentino que un día fue arquero de fútbol, amante del tango y de los libros de Dostoyevski, se convirtió en Papa y jamás olvidó de dónde venía. Francisco no fue un pontífice cualquiera; fue un Papa de carne y hueso. De esos que uno siente que podría toparse en la fila de las tortillas, con una sonrisa serena y una mirada que, sin mucho ruido, te abraza el alma.

Francisco ha sido, sin lugar a dudas, el Papa más disruptivo en siglos. No porque haya roto dogmas —la estructura doctrinal sigue firme—, sino porque le dio un rostro distinto a la Iglesia Católica. Dejó de lado la solemnidad acartonada y abrazó la humildad. Cambió el papamóvil blindado por un Fiat, rechazó vivir en los lujosos aposentos vaticanos y optó por una residencia sencilla. El “Vicario de Cristo” en la tierra eligió la austeridad, no por estrategia, sino por convicción.

Pero su verdadera revolución fue moral y emocional. Francisco no gritaba desde el púlpito: escuchaba desde las banquetas. Su papado se volcó en los márgenes, allí donde duele el hambre, la exclusión y el olvido. Su voz fue trinchera para los migrantes, los pobres, los ancianos, los refugiados.

Muchos lo criticaron por “idealista”, como si eso fuera pecado. Pero Francisco no era ingenuo, era valiente. Sabía que sus llamados a la justicia social incomodaban a muchos en las cúpulas de poder, tanto eclesiásticas como políticas. Sin embargo, nunca dio marcha atrás. “Quiero una Iglesia pobre para los pobres”, dijo al iniciar su pontificado. Y no era una frase para los titulares: era su hoja de ruta.

En tiempos donde la migración se convirtió en moneda electoral, el Papa Francisco insistía en recordar lo esencial: los migrantes no son cifras, son personas. Los visitó en las fronteras de Europa, lloró con ellos, oró con ellos, los abrazó. Nunca usó una cruz de oro; la suya era de hierro, sencilla, como el corazón que la portaba.

No fue un teólogo de escritorio. Fue un pastor que olía a oveja. Supo enfrentarse al clericalismo con una sonrisa y un gesto firme. Habló de ecología cuando el mundo prefería mirar al petróleo, habló de inclusión cuando otros aún discutían si las puertas de la Iglesia debían estar abiertas. Fue reformador no porque cambiara leyes, sino porque cambió la conversación.

Y entre todas sus aficiones —el cine italiano, la literatura rusa, la cocina porteña— hay una que siempre lo delató como el más humano de los líderes: el fútbol. Fan acérrimo del equipo San Lorenzo, seguía los resultados con la emoción de un niño. Para Francisco, el fútbol era una metáfora del Evangelio: todos juntos, diferentes, pero con un solo objetivo. “Lo importante no es meter goles, sino jugar en equipo”, decía.

El balón lo extrañará. La pelota, esa esfera rebelde que tantas veces desafía la gravedad, ha perdido a uno de sus poetas silenciosos. No se sabe si en el Vaticano habrá canchas, pero estoy seguro de que Francisco supo lo que es gritar un gol desde el alma.

Su legado es más que palabras. Está en los corazones de quienes alguna vez se sintieron excluidos. Está en cada migrante al que se le extendió la mano, en cada comunidad indígena que se sintió escuchada, en cada creyente que volvió a mirar a la Iglesia con esperanza y no con miedo.

El Papa Francisco nos recordó que la fe sin amor es un cascarón vacío. Que la Iglesia, si no camina con el pueblo, se convierte en museo. Que el Evangelio no es para adornar discursos, sino para incomodar a los cómodos y consolar a los que duelen.

Francisco será recordado como el Papa de los gestos pequeños, de las palabras enormes, del corazón abierto. No hizo milagros, pero hizo lo más difícil: cambiar el alma de una institución milenaria con solo mirar a los ojos de los pobres y decirles: “ustedes son el centro”. Y en tiempos donde el cinismo dentro de la política y en todos los medios cotiza alto, eso es ya un milagro.

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