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México

España no debe pedirle perdón a México, nunca: expresidente español

El expresidente del Gobierno José María Aznar ha defendido este jueves la “importancia histórica de la nación española” y ha afirmado rotundo que él no va a engrosar las filas de los que piden perdón por la conquista de América. “No lo voy a hacer”, ha proclamado.

Así se ha pronunciado en su intervención en la tercera jornada de la Convención Nacional del PP que se celebra en Sevilla, justo dos días después de que el Papa Francisco pidiese perdón a México por los “pecados” de la conquista de América.

En su coloquio con Pablo Casado, Aznar ha interrumpido su reflexión sobre Cataluña para criticar el gesto del Papa. “Voy a decir otra cosa porque tengo ganas de decirla, en esta época en la que se pide perdón por todo: yo no voy a engrosar las filas de los que piden perdón, no lo voy a hacer, lo diga quien lo diga”, ha enfatizado, cosechando un aplauso de los asistentes.

De esta forma, Aznar se suma a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien ha expresado desde Washington –donde está de viaje institucional– su sorpresa por el hecho de que el Papa Francisco haya pedido perdón a México por los “pecados” de la Iglesia durante la evangelización durante la conquista de América.

México

Gentrificación en CDMX: crecimiento urbano que desplaza a sus habitantes

Colonias como la Roma, Condesa, Juárez y San Rafael se han convertido en epicentro de protestas vecinales por el aumento desmedido en las rentas, el despojo inmobiliario y la pérdida de identidad barrial. El fenómeno detrás de estas inconformidades es la gentrificación, un proceso urbano que, aunque para algunos simboliza renovación, para otros representa expulsión, desigualdad y ruptura social.

La gentrificación ocurre cuando barrios de clase trabajadora reciben fuertes inversiones económicas y una oleada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Este cambio trae consigo mejoras en infraestructura y servicios, pero también incrementos abruptos en el precio de rentas y propiedades, desplazamiento de residentes originales y una transformación profunda en la cultura e identidad del barrio.

En la Ciudad de México, el fenómeno se ha intensificado con la llegada de nómadas digitales y extranjeros atraídos por el bajo costo de vida, quienes elevan la demanda de vivienda en zonas céntricas. Esto ha generado una turistificación desmedida, en la que muchas viviendas se destinan a rentas de corta estancia (como Airbnb), reduciendo la oferta para los habitantes locales.

A ello se suma la presión de desarrolladores inmobiliarios para que inquilinos tradicionales abandonen sus viviendas, con el fin de remodelarlas o demolerlas y construir nuevos complejos de lujo. Tiendas de abarrotes y fondas han sido reemplazadas por cafeterías de cadena y boutiques, alterando la vida comunitaria.

Además, la desigualdad urbana se agudiza: quienes no pueden pagar los nuevos precios se ven obligados a mudarse a zonas más lejanas, con mayores tiempos de traslado y menor acceso a servicios básicos.

En respuesta, colectivos ciudadanos y legisladores han exigido medidas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a los arrendatarios y prioricen un desarrollo urbano equitativo. La gentrificación, advierten, debe atenderse antes de que transforme por completo el rostro y el alma de la capital.

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