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España vence 1-0 a Croacia en la Eurocopa

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España jugó con fuego, ganó 0-1 a Croacia y pasó a cuartos de la Eurocopa con una actuación magistral de Iker Casillas, que apagó el incendio en el momento justo. El portero de la selección apareció de la nada para dar luz a la oscuridad con la que vivieron los jugadores de la «Roja» en un partido clave que pudo acabar en tragedia.

El equipo de Vicente Del Bosque tiene un problema con sus rivales. El juego vistoso de la «Roja» es ya de sobra conocido. No da pie a las sorpresas y cada rival que llama a la puerta de los españoles cambia su esquema de juego habitual para frenar un estilo que ha maravillado en los últimos cuatro años.

Lo hizo Italia en el primer partido de la Eurocopa. Cesare Prandelli colocó cinco defensas falsos con dos laterales muy largos y pobló de jugadores el centro del campo para asfixiar a España. Croacia no hizo lo mismo, pero casi. Cambió su habitual 4-4-2 por un 4-2-3-1. Bilic retrasó la posición de Ivan Rakitic, puso dos pivotes defensivos y tres medios por delante. Arriba, Mario Mandzukic, se quedó como una isla solitaria esperando un contragolpe mortal. Las intenciones eran claras.

Montó toda una tela de araña tejida en torno a los «jugones» españoles. Pero, a diferencia de las anteriores, esta era más dura y más agresiva. Los croatas son orgullosos, fuertes y no se andan por las ramas. A la mínima, una sombra rojiblanca acosaba el cogote de los hombres de Vicente Del Bosque. Y si había que entrar duro, se hacía sin contemplaciones.

Ese panorama no suele gustar a España, no está cómoda. Del Bosque repitió el once de Irlanda, pero muchos no anduvieron tan finos. El rival esta vez era de mayor envergadura y se notó. Algunos como Xabi Alonso, Sergio Busquets y David Silva no parecían estar muy entonados. Demasiados pases fallados entre los tres, que dieron la impresión de sufrir un pequeño bajón físico.

Aún así, el balón fue de España, como siempre. En el primer tiempo rodó en la zona croata sin demasiado éxito. Parecía un abuso, pero se olía más el peligro del equipo de Balic en contragolpes punzantes que el gol de la «Roja», aunque hubo ocasiones. Lo intentaron Fernando Torres, Sergio Ramos, Gerard Piqué y David Silva, pero sus disparos se toparon con las manoplas de Pletikosa, que no tuvo que emplearse a fondo para mantener el empate sin goles en el marcador.

El tanto del italiano Antonio Cassano en el otro duelo que había que mirar de reojo cambió la situación. Croacia estaba eliminada y necesitaba marcar, un gol daba la vida a uno y se la quitaba a otro. Por eso, sin perder el orden, adelantaron sus líneas para intentar aferrarse al campeonato.

Entonces apareció un actor olvidado, Luka Módric, que hasta el minuto cincuenta había estado desaparecido enredado en defender. Sólo con un pase excepcional justificó su nombre. Lo recibió Rakitic, pero a bocajarro y de cabeza no pudo rematar la faena. Iker Casillas lo impidió con una parada espectacular. Siempre está cuando se le necesita y esta vez volvió a aparecer en el momento justo.

Del Bosque vio las orejas al lobo y sacó a Jesús Navas para buscar un poco de profundidad y de chispa. Pero quitó del campo a Fernando Torres y España se quedó otra vez sin delantero, como el primer duelo ante Italia. Una decena de minutos después entró Cesc Fabregas por Silva. Se quedó de referente arriba. Negredo y Llorente parece que han venido de visita turística a Polonia.

Y mientras, ni un disparo a puerta. Se estaba jugando con fuego y mal. España era irreconocible y podía estar cavando su propia tumba. Cualquier despiste podía ser definitivo si no se hacía un gol que parecían no querer, como demostraron Cesc y Busquets en las dos únicas ocasiones del segundo acto. Ninguno disparó a puerta y se perdieron en sus regates. Parece que hay alergia a tirar en la selección.

Y del famoso pacto del empate a dos, ni rastro. Los italianos, tan contentos. Eso no importaba ya. Antes, el último párrafo del himno croata, que cantaron sus jugadores a viva voz, era inquietante a posteriori. «El mar azul le cuenta al mundo que los croatas amarán a su nación mientras el sol caliente la tierra, mientras las tormentas azoten sus robles, mientras los sepulcros guarden a sus muertos, mientras haya un corazón vivo que lata».

España estuvo a punto de cavar su propia tumba y acabar en ese sepulcro. Jugó mal y Croacia latió hasta el final con un orgullo que rompió definitivamente Jesús Navas con su gol postrero y tranquilizador. España pasa a cuartos líder, pero hoy sembró dudas.

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Joshua impone jerarquía y detiene a Jake Paul en una pelea que dividió al boxeo

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Anthony Joshua dejó en claro la diferencia entre un excampeón mundial y una celebridad convertida en boxeador. El británico venció por nocaut técnico a Jake Paul en el sexto asalto de un combate de peso completo celebrado la noche del viernes en Miami, una pelea que desde su anuncio generó polémica por el contraste de experiencia, tamaño y trayectoria entre ambos contendientes.
El enfrentamiento, pactado a ocho rounds profesionales, despertó críticas por los riesgos que implicaba para Paul, quien llegó con marca de 12 triunfos y una derrota frente a Joshua, dos veces campeón del mundo y con récord de 28 victorias y cuatro caídas. Sin embargo, contra la mayoría de los pronósticos, el estadounidense resistió más de lo esperado y logró extender la contienda hasta bien entrada la segunda mitad.
Desde el inicio, Paul optó por el movimiento constante y el amarre, una estrategia evidente para consumir tiempo y evitar los golpes de poder del británico. Joshua, por momentos impreciso y visiblemente frustrado, tardó en encontrar su distancia, aunque poco a poco fue imponiendo su físico y su alcance.
En el quinto episodio llegaron los primeros momentos realmente críticos para Paul. Joshua conectó combinaciones más limpias, provocó dos caídas y estuvo cerca de finalizar el combate, aunque su rival logró sobrevivir con esfuerzo y algo de teatralidad, incluso recurriendo a gestos provocadores hacia el británico.
El desenlace llegó en el sexto round. Joshua salió decidido, conectó una derecha contundente que envió a Paul a la lona y, tras reincorporarse en evidente mal estado, el estadounidense recibió un uppercut y una nueva derecha al mentón que obligaron al réferi a detener la pelea. Paul terminó con el labio inferior partido, pero consciente y sonriente, reconociendo el cierre inevitable.
Más allá del resultado, el combate dejó sensaciones encontradas. Para Joshua, la victoria confirmó su superioridad sin que el análisis técnico vaya mucho más allá. Para Paul, haber llegado al sexto asalto frente a un peso completo de élite fue visto por algunos como una muestra de valentía y por otros como una peligrosa puesta en escena.
El debate sobre este tipo de cruces seguirá abierto, pero en el ring no hubo discusión. La experiencia y el poder de Anthony Joshua marcaron el final.

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