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Estudio: Ganan más propina las meseras que se visten de rojo

Un experimento realizado en Francia durante seis semanas estudió el comportamiento de 722 clientes en cinco restaurantes de dos ciudades diferentes.

Todos ellos se sentaron solos en los establecimientos elegidos, especializados en frutos del mar.

Los investigadores les pidieron a once camareras de esos restaurantes que cada día se vistieran con una camiseta diferente. Las empleadas no sabían de antemano el objetivo del experimento. Se les solicitó que atendieran a los clientes como de costumbre y que no usaran maquillaje ni joyas.

Seguramente sin ser conscientes de ello, los comensales hombres les dieron entre el 15% y el 26% más a las camareras vestidas de rojo que a las que vestían otros colores.

Sin embargo, las clientas mujeres no hicieron diferencia y les dieron propinas similares a todas, sin importar el color de su vestimenta.

El estudio fue publicado en la revista de investigaciones sobre hostelería y turismo Journal of Hospitality & Tourism Research.

El color del deseo

Como señalan en el artículo sus autores, Nicolas Guéguen, profesor de comportamiento social, y Céline Jacob, profesora de márketing, ambos de la Universidad de Bretaña del Sur, estudios previos ya afirmaban que los hombres les dan mejores propinas a las camareras con pechos más grandes, a las rubias, a las que usan maquillaje y a las que llevan adornos en la cabeza.

También, dice el artículo, ya había evidencias de que por la connotación sexual de ese color las mujeres vestidas de rojo atraen más a los hombres, que las consideran más deseables.

Incluso otro experimento llevado a cabo por uno de los investigadores, Guéguen, halló que las mujeres que hacen autostop vestidas de rojo logran más rápido que un hombre se detenga y las levante. El color, una vez más, no les influía a las conductoras mujeres.

Los investigadores escribieron: «Como el color rojo no tiene ningún efecto negativo en las clientas mujeres, a las camareras podría serles útiles llevar ropa de color rojo en el trabajo».

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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