Fuera presiones, los recuerdos del pasado, los experimentos fallidos y hasta la desconfianza. La Selección Mexicana se quiere renovar en cada aspecto y ante Costa de Marfil dio su primer paso. Cuatro goles, espectáculo ofensivo, alegría en el campo trasladada a las gradas y el debut de Christian Giménez con el Tri en un solo partido.
México dominó, generó ocasiones de gol, trató con delicadeza el balón, se ordenó y regresó a sus principios. José Manuel de la Torre dejó los experimentos de lado, apostó por un solo delantero con Oribe Peralta como punta, con Giovani dos Santos cargado a la banda derecha, Chaco por izquierda, Reyna suelto en la ofensiva, mientras Arce y Torrado controlaban el centro de la cancha.
El resultado fue que el Tri difícilmente soltó el balón, creó opciones ante el arco rival y asfixió a un equipo marfileño que apostó por dejar en un principio a Drogba, Kalou y Gervinho en el banquillo. La acción tuvo su consecuencia ante un equipo ávido de confianza y recargado en motivación y energías. El Tri tomó la estafeta, controló las acciones y se adueñó del marcador.
Si hace unos meses hilar más de 10 pases en conjunto lucía casi imposible en el equipo mexicano, ahora llegar a los 20 o 30 sin respuesta rival era una constante. Técnica depurada, movimientos constantes, pases al espacio, desbordes por las bandas y remates a puerta. Si a eso se le agregó la ‘inocencia’ y desconcentración del rival, el resultado fue que hasta Arthur Boka, defensor marfileño, ayudó para la ventaja Tricolor, apenas a los 10 minutos de juego.
Chaco pidió el balón y dirigió la orquesta, Giovani puso la alegría, Reyna el talento extra, Oribe la garra y la efectividad y el equipo en general las ganas de vencer a su rival. La insistencia y el ritmo continuo del equipo generaron que Peralta aprovechara otro yerro defensivo para mandar al ángulo su remate e incrementar la ventaja con menos de 30 minutos jugados
Así, poco a poco, el Tri se enfiló al triunfo con la motivación a tope y las ganas de más. El equipo no dejó de luchar, presionar y utilizar esa imaginación que estaba distante en todo este 2013. Giovani desbordó por enésima ocasión, centró con la pierna derecha y Oribe cantó su segundo tanto, el tercero del Tri, casi fulminante ante un equipo africano que no daba una a la ofensiva.
Tras los primeros 45 ingresaron Drogba y Kalou y la balanza se igualó en cierta medida, tanto que Didier convirtió un penalti provocado por Torrado e imposible de desviar por Corona. Costa de Marfil intentó regresar a un partido al que quizá nunca llegó en Nueva Jersey, pero su intento llegó demasiado tarde, cuando México ya estaba muy por delante en el marcador.
Álvarez, Jiménez, Layún y hasta Fabián, quien ingresó por el lesionado Chaco en el complemento, tuvieron su oportunidad, pero el Tri ya había hecho todo lo que se había propuesto en la primera etapa. Lo demás fue trámite e intentos constantes que al final terminaron con un tanto de Ángel Reyna para redondear la noche. El equipo mexicano se marchó entre aplausos y con la mente ya puesta en Honduras el 6 de septiembre en el estadio Azteca. La reivindicación parece acercarse.
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