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Resto del mundo

Ex Sacerdote es condenado por abusar a 7 menores

MADRID.-El Tribunal Supremo español condenó el martes a 30 años de prisión a un ex sacerdote por abusar de siete menores en un internado católico hace casi una década, cuando trabajaba como su tutor.

Las acusaciones de abusos a menores por parte del clero católico y el posible encubrimiento por parte de la Iglesia han salido a la luz en los últimos meses en España, años después que escándalos similares sacudieron a la Iglesia en países como Estados Unidos, Irlanda y Francia.

Las autoridades eclesiásticas no estuvieron disponibles inmediatamente para hacer comentarios. El exsacerdotehabía negado haber actuado mal.

La autoridad religiosa de la provincia central de Ciudad Real expulsó al sacerdote en 2019 y denunció el caso a los fiscales, tras una investigación interna sobre los abusos cuando daba clases particulares a estudiantes adolescentes varones.

En su sentencia, el tribunal dijo que se había aprovechado de su posición paratocar inapropiadamente los genitales de los niños, por ejemplo, mientras fingía estar jugando en una piscina o en habitaciones privadas con el pretexto de un «tratamiento» médico.

El tribunal dictaminó que los tocamientos eran «de carácter claramente sexual«, además condenó al hombre a pagar una multa de 52 mil 920 euros y una indemnización de 2 mil euros a cada una de las víctimas.

El diario El País denunció en diciembre más de mil 200 presuntos casos de abusos por parte del clero durante siete décadas y el Parlamento encargó posteriormente al Defensor del Pueblo del país que llevara a cabo una investigación.

Atienden a las víctimas

El Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, dijo el martes en un comunicado que su oficina ya había atendido a 201 víctimas, en su mayoría hombres, en los dos primeros meses de la investigación, cuyas conclusiones serán presentadas al Parlamento.

Estamos satisfechos con el ritmo al que están llegando los testimonios y con el número de víctimas que se han dirigido a nosotros, pero lo que realmente nos importa y preocupa, más que el número, es escuchar a las víctimas y hacerlo con respeto, seriedad, discreción y confidencialidad», dijo.

La Iglesia católica española dijo a principios de 2022 que estabaprofundamente entristecida por los abusos y que colaboraría con las autoridades y aportaría transparencia, ayuda y reparación a las víctimas. También ha iniciado investigaciones diocesanas que están siendo supervisadas por un bufete de abogados privado.

Deportes

Wimbledon sin jueces de línea: el fin de una era que muchos ya extrañan

Por primera vez en sus 148 años de historia, Wimbledon ha eliminado por completo a los jueces de línea humanos, reemplazándolos con un sistema electrónico automatizado. Esta decisión marca un punto de inflexión en uno de los torneos de tenis más tradicionales del mundo, generando una mezcla de aceptación tecnológica y nostalgia por la humanidad que esta figura representaba en la cancha.

Pauline Eyre, quien fue jueza de línea en 16 ediciones del torneo, recuerda con orgullo su primera vez pisando el césped sagrado del All England Club a los 21 años. “Era un sentimiento extraordinario”, comenta. Lejos de haber soñado con ganar un trofeo como jugadora —ella misma se describe como una mala competidora juvenil—, su máximo orgullo fue formar parte del equipo de oficiales, un grupo que consideraba “visiblemente diferente y especial”.

Esa esencia humana es justo lo que, para Eyre y otros puristas, se pierde con esta transformación. Aunque el sistema electrónico —el mismo adoptado por el Abierto de Australia y el US Open— promete precisión absoluta, Eyre sostiene que el cambio elimina una parte esencial del deporte: la imperfección humana. “El tenis es sobre personas. Si le quitas la humanidad, estás quitando una parte fundamental del juego”, afirma.

La medida, anunciada por el All England Lawn Tennis Club en octubre pasado, responde a la intención de garantizar la máxima precisión en el arbitraje y ofrecer condiciones homogéneas para los jugadores, en línea con la mayoría de los torneos del circuito ATP y WTA. Sally Bolton, directora ejecutiva del club, explicó que la transición busca estandarizar el entorno competitivo. Sin embargo, incluso antiguos funcionarios como Andrew Jarrett, ex árbitro principal de Wimbledon entre 2006 y 2019, admiten que el cambio, aunque lógico desde el punto de vista tecnológico, tiene un “costo humano”.

Jarrett subraya que durante su gestión nunca se contempló seriamente eliminar a los jueces de línea, aunque reconocía que la introducción del sistema Hawk-Eye en 2007 marcaba el inicio de una posible transición. Para Eyre, ese momento fue revelador: “Hawk-Eye nos demostró que casi siempre teníamos razón”, dice, con cierta melancolía.

La eliminación de estos oficiales también impacta el futuro del arbitraje en el tenis. “¿Por qué un joven de 15 años querría ahora pasar sus fines de semana arbitrando partidos infantiles si ya no puede soñar con llegar a Wimbledon?”, cuestiona Eyre.

Entre los jugadores, la reacción es dividida. Aryna Sabalenka, número uno del mundo, considera que el sistema electrónico elimina controversias y aporta claridad, aunque reconoce estar «50/50». Por otro lado, Barbora Krej?íková y Frances Tiafoe expresaron su preferencia por el estilo tradicional, destacando el «fanfarroneo» y la interacción humana que ofrecían los desafíos a jueces de línea.

El sistema automático no está exento de fallas. Durante un partido de segunda ronda, el sistema emitió un llamado de «fuera» entre puntos, generando confusión y risas entre el público. Otros jugadores también señalaron que las señales automatizadas son a veces demasiado tenues para escucharse, especialmente en canchas con mayor ruido ambiental.

De los aproximadamente 300 jueces de línea que solían participar en Wimbledon, solo 80 permanecen este año como asistentes de cancha en caso de fallos técnicos del sistema.

Lo que antes era una aspiración para muchos —ser parte del torneo más prestigioso del mundo, aunque fuera desde los márgenes del terreno de juego— ahora queda relegado a la historia. Eyre, ahora comediante de stand-up, recuerda cuando fue abucheada por sancionar al favorito local Greg Rusedski o cuando John McEnroe la fulminó con la mirada por marcarle un error.

Con humor y algo de resignación, reconoce que los jueces de línea eran vistos como “jugadores fracasados y personas demasiado autoritarias”. Pero, en el fondo, lo hacían por amor al tenis. “Solo queríamos ser parte de algo que amamos”, concluye.

Y quizás, como muchas cosas en la vida, no sabíamos cuánto los íbamos a extrañar… hasta que desaparecieron.

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