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FECHAC e ICHEA se unen para alfabetizar rarámuris

A fin de ampliar la cobertura de servicios que la Fundación del Empresariado Chihuahuense, A. C. (FECHAC) ofrece, este viernes se llevó a cabo una reunión entre sus representantes y el Instituto Chihuahuense de Educación para los Adultos (ICHEA), con lo que se busca vincular proyectos educativos entre ambas instituciones

A fin de ampliar la cobertura de servicios que la Fundación del Empresariado Chihuahuense, A. C. (FECHAC) ofrece, este viernes se llevó a cabo una reunión entre sus representantes y el Instituto Chihuahuense de Educación para los Adultos (ICHEA), con lo que se busca vincular proyectos educativos entre ambas instituciones.

Se abordó, principalmente, el tema de la atención educativa en el asentamiento tarahumara Ladrillera Norte, acción que se busca se desarrolle dentro del plan de Intervención Social impulsado por el Gobierno del Estado de Chihuahua.

A esta reunión acudió Martín Antonio Valdivia González, director general del ICHEA, acompañado del coordinador de la zona 02 de la ciudad de Chihuahua, Juan Francisco Aguilera y la presidenta del Patronato Pro Educación para Jóvenes y Adultos del Estado de Chihuahua A. C. (PROEDUCA), Dora María Riosvelazco de De la Torre quienes se reunieron con Jordana Barajas y Jorge Zúñiga, Ejecutiva de Educación y Ejecutivo de Salud de la agrupación empresarial FECHAC.

Cabe señalar que la Fundación del Empresariado Chihuahuense es una organización que se dedica a “atender las necesidades críticas de la comunidad en materia de educación básica, salud preventiva y formación de capital social, con el propósito de elevar la calidad de vida de los chihuahuenses” por lo que desde su  creación ha buscado promover acciones que beneficien e impulsen el fortalecimiento de la sociedad civil.

A través de esta vinculación estratégica con ICHEA, la FECHAC busca que los servicios en el ámbito de educación que ellos promueven se certifiquen; durante esta reunión se ofreció a los asistentes una plática sobre el Modelo de Educación para la Vida y el Trabajo (MEVyT), y los diferentes programas que el ICHEA maneja para la atención de usuarios.

Jordana Barajas destacó que hay un alto interés de la agrupación para promover entre los asociados y el convenio la atención, pero como ejemplo de que “el buen juez por su casa empieza” se interesó en convertirse en asesora voluntaria para conocer mejor el sistema educativo y apoyar de una manera más efectiva a la gente.

Antonio Valdivia agradeció a PROEDUCA y FECHAC su interés por sumarse a la campaña estatal contra el rezago educativo que coordina la Secretaría de Educación, Cultura y Deporte estatal.

 

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Demasiado pronto para un smartphone: advierten sobre graves efectos en la salud mental de menores de 13 años

Un estudio global reciente ha encendido las alarmas sobre el impacto negativo de los smartphones en la salud mental de niños menores de 13 años. La investigación, publicada en el Journal of the Human Development and Capabilities, analizó respuestas autodeclaradas de casi 2 millones de personas en 163 países y encontró que cuanto antes un menor accede a un teléfono inteligente, más probabilidades hay de que experimente efectos perjudiciales.

Entre los hallazgos más preocupantes están el aumento de pensamientos suicidas, dificultades en la regulación emocional, baja autoestima y desconexión con la realidad. Los efectos fueron especialmente marcados en niñas.

“El uso temprano del smartphone suele implicar acceso prematuro a redes sociales, lo que a su vez puede desencadenar acoso digital, alteraciones del sueño y deterioro de las relaciones familiares”, explicó Tara Thiagarajan, autora principal del estudio y fundadora de la organización sin fines de lucro Sapien Labs, encargada del levantamiento de datos.

Un llamado urgente a la acción global

La contundencia de los resultados llevó a los investigadores a proponer restricciones internacionales que limiten el uso de smartphones y redes sociales a menores de 13 años. “Se requiere una acción inmediata y global para proteger a los niños de entornos digitales que aún no están preparados para gestionar con madurez”, afirmó Thiagarajan.

El estudio no solo se centró en indicadores comunes como ansiedad o depresión, sino que analizó aspectos menos explorados como la autoimagen y la capacidad de gestionar emociones, revelando una correlación directa entre el uso temprano de dispositivos y el deterioro del bienestar psicológico.

¿Qué pueden hacer los padres?

Expertos como Melissa Greenberg, psicóloga clínica del Princeton Psychotherapy Center, recomiendan iniciar conversaciones comunitarias entre padres para acordar de manera conjunta retrasar la entrega de teléfonos inteligentes a sus hijos. Iniciativas como “Wait Until 8th” («Espera hasta el 8vo grado» – Equivalente a 2do de Secundaria) permiten a las familias comprometerse colectivamente a posponer la entrega de dispositivos hasta después de los 13 años.

Asimismo, sugiere buscar escuelas con políticas estrictas sobre el uso de smartphones en campus o exigir cambios en los reglamentos escolares. Thiagarajan advierte que los padres no pueden enfrentar este problema solos: “Incluso si prohíbo a mis hijas usar redes sociales, estarán expuestas a ellas a través de otros niños en la escuela o eventos extracurriculares. Es un asunto social, no solo familiar”.

¿Y si ya tienen un teléfono?

Greenberg aconseja no caer en el pánico. “Si ya le diste un smartphone a tu hijo, puedes ajustar el rumbo”, asegura. Recomienda establecer controles parentales, desinstalar ciertas apps, cambiar a un teléfono básico o simplemente limitar el uso.

Para aquellos padres que enfrentan resistencia, sugiere esta frase:
“Cuando te dimos tu teléfono, no sabíamos todo lo que ahora sabemos sobre cómo podría afectarte. Los científicos están aprendiendo más cada día, y queremos hacer lo mejor para ti”.

Aceptar que también los adultos luchan contra el uso excesivo del celular puede ayudar a los menores a comprender que es una dificultad compartida.

Un punto de inflexión para la crianza

Investigadores como el psicólogo social Jonathan Haidt, autor del libro “The Anxious Generation”, coinciden en que retrasar el acceso a redes sociales hasta los 16 años es una de las mejores decisiones que pueden tomar los padres hoy.

La evidencia es clara: dar un smartphone a un niño antes de los 13 puede tener consecuencias serias y duraderas. En un mundo cada vez más digitalizado, tal vez la verdadera rebeldía —y protección— esté en apagar el teléfono.

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