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Fetos que aprenden.

Si estás acompañado de una mujer embarazada, no profieras demasiados insultos. Durante la última etapa del embarazo, el feto puede escuchar y retener los sonidos que le llegan a través del vientre materno según un estudio de la Universidad de Helsinki (Finlandia). Los recién nacidos podrían incluso reconocer pseudopalabras aprendidas durante su gestación.

En el estudio, los científicos emplearon sensores encefalográficos para registrar la actividad cerebral de los bebés en el área encargada de la memoria. El experimento se iniciaba en el último trimestre del embarazo, durante el cual la gestante debía reproducir varias veces a la semana una pista de audio con sonidos y voces humanas. Cuando estos bebés nacieron, se les sometió a la escucha de la misma secuencia de sonido y mostraron una señal neuronal de reconocimiento, a diferencia de los bebés del grupo de control. También mostraron más habilidad en la detección de diferencias entre sílabas, tales como la longitud vocálica.

Investigaciones anteriores ya habían revelado la existencia del aprendizaje intrauterino, aunque no de forma concluyente. Un estudio de 1988 ya sugería que los recién nacidos eran capaces de reconocer la melodía de la telenovela favorita de sus madres. Otro estudio mostraba que los bebés nacían familiarizados con el lenguaje nativo de sus padres. Pero estas investigaciones estaban basadas en el análisis de la conducta de los bebés tras su nacimiento, la cual presenta problemas para ser pautada.

Esta nueva evidencia demuestra que el aprendizaje del lenguaje comienza en el útero y que la capacidad fetal de procesamiento del sonido es mayor de lo que se creía, por lo que resulta fundamental no exponer al embrión a ruidos intensos que sobreestimulen su desarrollo auditivo.images (4)

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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