ARRIAGA, 13 de agosto – Cuando Javier Soto, un desempleado hondureño de 26 años, trató de entrar ilegalmente a Estados Unidos a principios de este año, recorrió tranquilamente su camino hasta el norte de México antes de ser capturado.
Eso no lo desanimó. Hizo otro intento la semana pasada, pero esta vez sólo llegó hasta Arriaga, una ciudad ferroviaria en el sur de México. Allí fue frenado por agentes de inmigración que trataban de disuadir a migrantes de trepar a «La Bestia», una red de trenes de carga que llega hasta el norte del país.
Agentes de inmigración y policías en camionetas sorprendieron a Soto y algunos compañeros inmigrantes cuando trataban de trepar al tren, llevándolos a huir en medio de la noche.
Lugareños dijeron que era la segunda redada de autoridades mexicanas en menos de una semana, parte de la estrategia para frenar el enorme flujo de inmigrantes que se ha vuelto un dolor de cabeza para el presidente estadunidense Barack Obama y ha desbordado los recursos fronterizos de Estados Unidos.
La Casa Blanca señaló la semana pasada que el número de niños migrantes centroamericanos que cruzan la frontera de Estados Unidosha caído fuertemente. La pregunta es por qué.
Estados Unidos señala entre las razones el intenso calor del verano, pero investigaciones de Reuters en el sur de México y América Central apuntan a una combinación de factores.
Estos factores incluyen un control más estricto de la frontera, redadas en torno a la peligrosa Bestia -como la que casi atrapó a Soto-, y puestos de control de carreteras.
También se suman historias de horror contadas por deportados que se toparon con bandas del narcotráfico que los secuestraron en su camino al norte, una campaña de Estados Unidos sobre los peligros del viaje y los arrestos de varios traficantes de personas o «coyotes».
EL MITO DE LA AMNISTÍA DE EU
Aviones cargados de centroamericanos deportados, incluidas madres y niños, han ayudado a que cale el duro mensaje de Obama de que la mayoría de quienes entren ilegalmente a Estados Unidos serán expulsados y ha desacreditado el rumor de una supuesta amnistía estadunidense.
«Últimamente pienso que ya no vale la pena», dijo Soto, fumando afuera de un albergue para migrantes en Arriaga.
Ya no te dejan subir al tren, la vigilancia de la migración mexicana ha subido. Ahora es raro que veas niños», añadió mientras esperaba que su hermana le mandara 50 dólares para poder tomar el autobús hacia el norte de México.
El presidente mexicano, Enrique Peña, anunció el mes pasado un plan para «ordenar» la porosa frontera sur de su país con Guatemala, con mejoras en las instalaciones de control fronterizo y cooperación regional, sin dar mayores detalles.
Las autoridades mexicanas dicen que no han pedido nada a cambio a Estados Unidos, que otorga ayuda México a través de la Iniciativa Mérida para combatir el crimen organizado.
Cerca de 86 millones dólares de estos fondos se gastan en lanchas rápidas y vehículos todoterreno para patrullar la frontera sur de México y combatir el flujo de migrantes, indicó un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos, que pidió no ser identificado para poder hablar libremente.
DURA REALIDAD
Carlos Solís, que dirige un albergue en Arriaga, dijo que madres centroamericanas -muchas de las cuales hicieron la travesía hacia el norte con niños en brazos- son cada vez más cautas y ya no creen en los rumores de una amnistía.
Ahorita que se han dado cuenta que fue mentira, ha disminuido» el flujo de emigrantes, dijo.
En julio se registró una baja del 10 al 15 por ciento en el número de migrantes que cruzaron ilegalmente el sur de México frente al mes anterior, dijo el subsecretario de Relaciones Exteriores mexicano, Sergio Alcocer.
Existen planes para aumentar las revisiones inmigratorias y bloquear a miles de migrantes que trepan a La Bestia, añadió.
La idea es relanzar el ferrocarril y hacer inversiones (…) de manera que la velocidad del tren pueda aumentar y la probabilidad de personas trepando o bajando del tren pueda reducirse», explicó.
Otros países de la región también han discutido el asunto migratorio con Estados Unidos, públicamente y tras bambalinas.
Un funcionario hondureño dijo que su Gobierno había hablado de asistencia militar con Estados Unidos durante una visita a Washington en julio a cambio de ayuda deteniendo a migrantes centroamericanos en su punto de origen, sin dar detalles.
En Tecún Umán, un pueblo fronterizo de Guatemala, el coronel Albin Dubois dijo que una fuerza antinarcotráfico que él encabeza y que Estados Unidos ayuda a entrenar y equipar, ha comenzado recientemente a perseguir redes de coyotes.
Su equipo ha visto una fuerte disminución en el número de niños migrantes.
Calculo que la gente está logrando entender (los riesgos)», informó, citando el impacto de reportes de arrestos como la captura de siete coyotes en la zona la semana pasada.
Charisse Phillips, la número dos en la embajada de Estados Unidos en Guatemala, dijo que están en conversaciones para aumentar la ayuda militar estadounidense para combatir el tráfico de drogas y personas.
En la frontera hondureña hay soldados estadounidenses armados pero sin uniforme y en la frontera guatemalteca se encontraban funcionarios del Departamento de Estado estadounidense cuando Reuters visitó ambos puntos este mes.
FRONTERA AÚN POROSA
El número de niños no acompañados detenidos a lo largo de la frontera sur de Estados Unidos casi cayó a la mitad en julio frente a junio a 5 mil 508, o cerca de 177 por día, según el Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos.
Las cifras aún son elevadas frente a las de años anteriores.
Y mientras el Gobierno de Obama fue rápido para destacar que estaba cerrando algunas instalaciones de detención de migrantes debido a la caída, el secretario de Seguridad Interior, Jeh Johnson, dijo que se habían abierto otras.
El retirado jefe de la patrulla fronteriza de Tucson, Arizona, Víctor Manjarrez, atribuyó la caída en la migración a que la gente se dio cuenta de que los traficantes estaban esparciendo información equivocada sobre lo fácil que era quedarse en Estados Unidos. El dijo que había visto situaciones similares en 1994 y 2003.
Estoy seguro de que la próxima vez que los traficantes sientan una oportunidad, volveremos a ver otro (incremento)», dijo Manjarrez.
El plan para la frontera sureste de México incluye mejoras a los rudimentarios cruces fronterizos, alentar el uso de permisos para visitantes y fortalecer la presencia de la policía y la Marina junto con oficiales migratorios y de aduanas.
Pero partes de la poco poblada frontera tropical son tan porosas como siempre.
A lo largo del Río Suchiate, que marca la frontera entre Guatemala y México, Wilmer Pérez, de 22 años, transporta a sus clientes en una balsa fabricada con cámaras de neumáticos, cobrando menos de un dólar por pasajero.
El número de niños que cruza el río se ha reducido significativamente, a unos 100 por día comparado con un pico diario de 500. Antes eran demasiados. Ya es mínimo, casi no pasan niños (…) en mi criterio, hay muchos ladrones y los matan en el camino, y (están) los Zetas! Que Dios les bendiga», dijo.
Los Zetas, una sanguinaria organización criminal mexicana, cometió las peores masacres de inmigrantes entre 2010 y 2011, cuando comenzó a controlar las rutas de tráfico de personas por el territorio este de México.
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