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«Glee» y otras muertes inesperadas en el cine y la televisión

Una mezcla tóxica de drogas, «incluyendo heroína y alcohol», fue lo que terminó con la vida de Cory Monteith.

El actor de 31 años que encarnaba a Finn Hudson en la popular serie estadounidense «Glee» fue encontrado muerto el fin de semana en un hotel de Vancouver, Canadá.

No sólo luto les dejó el fallecimiento a los ejecutivos de la serie. Además de un mar de seguidores llorando la muerte de Monteith, la producción debió enfrentarse con el desafío de repensar el futuro de la serie, cuya próxima temporada sería lanzada en menos de dos meses.

Sin embargo, «Glee» no es la primera -ni será la última- producción que ha tenido que sobreponerse a un evento inesperado.

Muertes, enfermedades y hasta arrestos de miembros del equipo son casos que han debido enfrentar guionistas y productores de la industria audiovisual.

James Dean: vivir rápido, morir joven…

James DeanJames Dean fue uno de los primeros actores cuya muerte ocurrió en medio de una producción.

«Vivir rápido, morir joven». Una frase famosa, generalmente atribuida a la superestrella de la década de 1950, James Dean.

Lea la nota completa en Un Chorro de Cosas!

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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