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Opinión

El -gran- reto de Javier Corral

El hoy Gobernador electo del Estado de Chihuahua se encuentra sin duda en un contexto realmente complicado, pero esta situación se le complica aún más por el hecho de que se han creado muchas expectativas de su futura administración.

Por: Gerardo Elizondo García

Gerardo Elizondo García

Gerardo Elizondo García

Corral ganó la elección, se ha hablado mucho de que su triunfo fue la consecuencia del voto de castigo de la ciudadanía al gobierno saliente. Pero no hay duda que en Corral los chihuahuenses ven una muy grande esperanza, una esperanza de cambio, de transparencia, de rendición de cuentas y de que su gobierno tenga la capacidad suficiente que se necesita para arreglar los problemas más complejos que padece nuestro gran Estado.

Prometió muchas cosas en campaña, algunas de ellas se caracterizan por un alto grado de complejidad y convertir esas promesas en realidades es algo tan difícil que probablemente ni él mismo se imagina.

Su bandera de campaña fue el combate a la corrupción y aseguró llevar a César Duarte y sus “cómplices” a rendir cuentas ante la justicia. Lo anterior, fue probablemente lo que más expectativa generó en la gente que le dio su voto. Sin embargo, como dicen “Del dicho al hecho hay mucho trecho” y no es algo sencillo. El hecho de que Corral no logre hacer que Duarte por lo menos comparezca ante la justicia, generará en los chihuahuenses un sabor amargo que puede hacer que sus primeros años de gobierno no sean como muchos lo imaginan.

El tema del Vivebus es otro muy complejo. A pesar de eso, Corral también prometió en su campaña lograr que el Vivebus funcione de una manera eficiente en todos los sectores de la ciudad. Sin embargo, es un tema tan complejo que involucra a Sindicatos (CTM, CNOP y CROC), choferes, usuarios, concesionarios, finanzas caóticas y por supuesto involucra a los usuarios, que son los que más importancia tienen en esta situación ya que el gobierno tiene la obligación de que se brinde un transporte urbano que cumpla con sus expectativas.

Aunado a esto, ni se diga el reto tan grande al que se enfrenta con las finanzas públicas, tema ya muy conocido por todos nosotros gracias a los medios de comunicación. Tendrá que lidiar con una exorbitante deuda estatal, y ahora, con la bursatilización del dinero destinado para el pago a los proveedores del Gobierno Estatal.

No cabe la menor duda de que Javier Corral es una persona inteligente y preparada e idealista. Que por cierto abanderó durante su campaña los grandes ideales de los antiguos panistas como Don Luis H. Álvarez, Manuel Clouthier, Carlos Castillo Peraza, entre otros de esa misma corriente, quienes siempre lucharon por temas como la democracia, la libertad de expresión, los derechos humanos, entre otros más, que debido a la situación de oposición que desempeñaron en su tiempo eran lógicas y naturales. Sin embargo, yo me pregunto si Corral realmente sigue con esa tan noble línea ideológica o tal vez, simplemente la utiliza para ilusionar a la ciudadanía.

Esto está por verse en su desempeño como Gobernador de nuestra hermosa tierra. Lo que Corral no puede perder de vista son las expectativas tan grandes que sus palabras y el contexto que hoy se vive en nuestro Estado generaron en sus electores, a los que les tiene que cumplir a cabalidad.

Me dio mucho gusto enterarme de que Corral dijo que pedirá mucho apoyo y asesoría a personalidades con mucha experiencia y con una gran capacidad, esto independientemente de colores partidistas. Un ejemplo es la ayuda que dijo que pedirá a el Lic. José Reyes Baeza Terrazas, hoy Director General del ISSSTE, quien a su vez, cuando fue Gobernador del Estado pidió respetuosamente consejo y apoyo al panista Don Luis H. Álvarez.

Desde mi punto de vista, una vez que se elige a un Gobernador, quien tendrá la oportunidad de hacer las cosas bien por nuestro Estado, todos debemos de apoyarlo, debemos de dejar atrás las diferencias partidistas y sobre todo los sentimientos buenos y malos que se generaron en las campañas y ponernos a trabajar. Todos como chihuahuenses tenemos esa obligación moral.

Esperemos por el bien de nuestro bello Estado y por el bien de todos quienes orgullosamente somos chihuahuenses, que su administración sea, si no muy buena, por lo menos buena. Creo que hoy, todos los chihuahuenses, independientemente de nuestras preferencias partidistas, debemos de unirnos a esta causa que se llama Chihuahua, y no por simpatizar o militar en un partido distinto al de Corral hagamos desde nuestras trincheras todo lo posible para que no funcione su gobierno.

Personalmente, por mi amor a Chihuahua y a todo lo que nuestro gran Estado representa, por nuestra gente y por lo mucho que esta tierra nos ha dado, espero que la gestión de Javier Corral esté llena de éxitos, pero los retos a los que se enfrenta, y las promesas que realizó en su campaña, no son para nada fáciles, por lo que ahora tendremos que ver si realmente Corral es quien dice ser y si sí lo es, ver si tiene los pantalones, la voluntad y la capacidad para sacar a Chihuahua de esta crisis política, social, gubernamental y económica en la mayoría de los sectores productivos, principalmente en el campo.

El reto de Corral no es nada fácil. Ya veremos los resultados más adelante, pero yo, como muchas personas más, confiamos que si cualquier persona que llega a la Gubernatura tiene realmente la voluntad de hacer las cosas bien, podrá siempre con los retos. Esperemos que Javier Corral tenga esa voluntad real de hacer el bien común sin favorecer intereses personales o hacer las cosas mal para beneficiar compromisos que pueda tener. Esperemos que el Estado de Chihuahua salga adelante. Confío en la pasión y capacidad de los chihuahuenses y no tengo la menor duda de que nunca nos vamos a rajar, ni vamos a desistir, en esta búsqueda del bien común en que la inmensa mayoría de los ciudadanos del Estado nos encontramos.

Facebook: Gerardo Elizondo

Twitter: @GerardoElizondo

 

Opinión

Diálogos. Por Raúl Saucedo

El Eco de la Paz

En el crisol de la historia, las disputas bélicas han dejado cicatrices profundas en el tejido de
la humanidad. Sin embargo, en medio del estruendo de los cañones y las balas metrallas, ha
persistido un susurro: El Diálogo. A lo largo de los siglos, las mesas de negociación han
emergido como esperanza, ofreciendo una vía para la resolución de conflictos y el cese de
hostilidades entre grupos, ideas y naciones.
Desde la antigüedad, encontramos ejemplos donde el diálogo ha prevalecido sobre la espada.
Las guerras médicas entre griegos y persas culminaron en la Paz de Calias, un acuerdo
negociado que marcó el fin de décadas de conflicto. En la Edad Media, los tratados de paz
entre reinos enfrentados, como el Tratado de Verdún, establecieron las bases para una nueva
configuración política en Europa.
En tiempos más recientes, la Primera Guerra Mundial, un conflicto de proporciones
colosales, finalmente encontró su conclusión en el Tratado de Versalles. Aunque
controvertido, este acuerdo buscó sentar las bases para una paz duradera. La Segunda Guerra
Mundial, con su devastación sin precedentes en el mundo moderno, también llegó a su fin a
través de negociaciones y acuerdos entre las potencias.
La Guerra Fría, un enfrentamiento ideológico que amenazó con sumir al mundo en un
conflicto nuclear, también encontró su resolución a través del diálogo. Las cumbres entre los
líderes nucleares, los acuerdos de limitación de armas y los canales de comunicación abiertos
permitieron evitar una posible catástrofe global.
En conflictos más recientes, y su incipiente camino en las mesa de negociación ha sido un
instrumento crucial para lograr el cese de hostilidades de momento, esta semana se ha
caracterizado por aquellas realizadas en Arabia Saudita y París.
Estos ejemplos históricos subrayan la importancia del diálogo como herramienta para la
resolución de conflictos. Aunque las guerras pudieran parecer inevitables e interminables en
ocasiones, la historia nos muestra que siempre existe la posibilidad de encontrar una vía
pacífica. Las mesas de negociación ofrecen un espacio para que las partes en conflicto
puedan expresar sus preocupaciones, encontrar puntos en común y llegar a acuerdos que
permitan poner fin.
Sin embargo, el diálogo no es una tarea fácil. Requiere voluntad política, compromiso y la
disposición de todas las partes para ceder en ciertos puntos. También requiere la participación
de mediadores imparciales que puedan facilitar las conversaciones y ayudar a encontrar
soluciones mutuamente aceptables.
En un mundo cada vez más complejo e interconectado, el diálogo se vuelve aún más crucial.
Los conflictos actuales, ya sean guerras civiles, disputas territoriales o enfrentamientos
ideológicos, exigen un enfoque pacífico y negociado. La historia nos enseña que la guerra
deja cicatrices profundas y duraderas, mientras que el diálogo ofrece la posibilidad de
construir un futuro más pacífico y próspero para todos.
Los diálogos siempre serán una vía, aunque el diálogo más importante será con uno mismo
para tener la paz anhelada.
@RaulSaucedo
rsaucedo@uach.mx

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