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Guachochi firma convenio de colaboración con el Tec de Monterrey.

Al Gobierno Municipal de Guachochi, firma colaboración haciendo sinergia con el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), mismo que cuenta con un plan estratégico 2020, del cual se desprende su actual Modelo Educativo denominado Tec21, en donde su objetivo es mejorar la competitividad de los alumnos en su campo profesional, potenciando las habilidades de las generaciones actuales, para desarrollar las competencias requeridas que los conviertan en los líderes que puedan enfrentar los retos y las oportunidades del siglo XXI.

El programa esta enfocado a promover el aprendizaje experiencial de los alumnos. Es así que se formaliza la oferta de participación en el proyecto “SOCIOS FORMADORES EN EL MODELO EDUCATIVO TEC21”; Siendo un trabajo en conjunto entre el Gobierno Municipal y el ITESM.

Durante la firma del convenio estuvo presente Rodolfo Castelló; Director del Campus Chihuahua, Sofía Flores; Líder de Relaciones y Desarrollo Gestión de Relaciones Institucionales y Pablo Hernández; Director de División de Arquitectura, Ciencias Sociales y Humanidades.

Mediante esta colaboración, como “Socio Formador” se brindarán proyectos de índole académico y/o espacios fuera del Campus, en los cuales los estudiantes puedan combinar sus conocimientos con la práctica en campo, con lo que potencializará su desarrollo profesional.

José Miguel Yáñez a través de su Administración ofertará dos becas para jovenes de Guachochi.

Confiados en que se lograrán resultados y objetivos que logren una formación propicia en nuestros estudiantes, para que así salgan al campo laboral mejor preparados y con las herramientas necesarias.

Fuente: El diario

Opinión

El G20: ¿Progreso real o más promesas vacías? Por Sigrid Moctezuma

Hablar del G20 es hablar de una oportunidad única: una reunión que pone sobre la mesa problemas que afectan directamente nuestras vidas, como la pobreza y el cambio climático. Pero, ¿Estamos realmente avanzando o seguimos atrapados en las buenas intenciones?

En pleno 2024, más de 700 millones de personas en el mundo viven con menos de 2 dólares al día, y el cambio climático sigue empujando a millones al borde de la desesperación. Según la FAO, en 2023 hubo un aumento alarmante de 122 millones de personas que enfrentan inseguridad alimentaria debido a conflictos y fenómenos climáticos extremos. Estas cifras no son abstractas; son vidas humanas, historias de lucha diaria que rara vez llegan a los titulares.

Erradicar la pobreza no es simplemente “dar más dinero”. Se trata de atacar la raíz del problema: desigualdades históricas y estructuras económicas que privilegian a unos pocos. Por ejemplo, los países del G20 representan el 85% del PIB mundial, pero también son responsables del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es una contradicción enorme: quienes tienen más recursos para ayudar son también quienes más contribuyen al problema.

También es fácil hablar de «transición energética» y «economía verde», pero ¿Qué significa esto para alguien que perdió su casa por un huracán? En México, por ejemplo, los desastres naturales generaron pérdidas económicas por más de 45 mil millones de pesos en 2023. Y mientras tanto, los países más contaminantes siguen retrasando acciones contundentes, como reducir su dependencia de los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque aún les resulta más barato contaminar que invertir en soluciones sostenibles?.

¿Qué se debería hacer?

Las soluciones están claras, pero falta voluntad política. El G20 propone algunas ideas interesantes: redistribuir recursos, apoyar economías locales y fomentar la innovación tecnológica para reducir desigualdades. Pero todo esto suena a más promesas, a menos que veamos medidas concretas. ¿Dónde están los fondos para las comunidades más vulnerables? ¿Por qué no se prioriza la educación y la formación laboral en zonas desfavorecidas?

Como sociedad, necesitamos exigir que las grandes cumbres dejen de ser solo escenarios de fotos grupales. Los líderes globales deben recordar que detrás de cada estadística hay una persona que sufre, pero también que sueña con un futuro mejor. Si no empezamos a construir ese futuro ahora, ¿cuándo lo haremos?

El G20 no es la solución mágica, pero puede ser un catalizador. Si los compromisos se traducen en acciones reales, estaremos un paso más cerca de un mundo más justo. Si no, solo estaremos alimentando un ciclo de discursos vacíos que poco tienen que ver con las necesidades reales de la gente.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que estas cumbres realmente cambian algo o son puro espectáculo?

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