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México

“Hagan lo que quieran, pero manden a sus hijos”: AMLO

La carta responsiva que la Secretaría de Educación Pública (SEP) pretendía que firmaran todos los padres y tutores para el regreso a clases generó una fuerte controversia de la que el presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se deslindó en un “aquimichú presidencial”, señaló Raymundo Riva Palacio.

En la conferencia matutina, el Ejecutivo dio la espalda a la titular de Educación, Delfina Gómez, y aseguró que los compromisos de la carta no le fueron consultados, pues, de haberlo ello, se habría negado rotundamente. Sin embargo, los 10 puntos del protocolo para el regreso a clases se dieron a conocer el pasado 13 de agosto frente al presidente en la conferencia matutina.

“Una vez más, la politización se impuso a la política”, detalló el comunicador en una columna de Eje Central. Sobre todo, recalcó que López Obrador suele ser reacio hacia todas aquellas críticas que “impacten su imagen”.

Riva Palacio detectó que el presidente “no gobierna, administra la anarquía”, pues parece ser, según el columnista, incapaz de delegar. “El control que ejerce lo paraliza todo, al tiempo que destruye la cohesión interna con tanta descalificación a colaboradores”, escribió.

Más allá de darle la espalda a sus propios funcionarios, el periodista recalcó que el presidente dio un mensaje muy claro a los padres de familia al anular la obligatoriedad de la carta: “Hagan lo que quieran, pero manden a sus hijos a la escuela”.

El tema del regreso a clases presenciales ha sido fundamental en la agenda política del gobierno desde hace algunas semanas. Aunque la palabra del presidente pesa, la insistencia de volver a clases “no significa que ejerza su libertas” como Ejecutivo, “si no que recae en irresponsabilidad”, recalcó Riva Palacios.

México

Gentrificación en CDMX: crecimiento urbano que desplaza a sus habitantes

Colonias como la Roma, Condesa, Juárez y San Rafael se han convertido en epicentro de protestas vecinales por el aumento desmedido en las rentas, el despojo inmobiliario y la pérdida de identidad barrial. El fenómeno detrás de estas inconformidades es la gentrificación, un proceso urbano que, aunque para algunos simboliza renovación, para otros representa expulsión, desigualdad y ruptura social.

La gentrificación ocurre cuando barrios de clase trabajadora reciben fuertes inversiones económicas y una oleada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Este cambio trae consigo mejoras en infraestructura y servicios, pero también incrementos abruptos en el precio de rentas y propiedades, desplazamiento de residentes originales y una transformación profunda en la cultura e identidad del barrio.

En la Ciudad de México, el fenómeno se ha intensificado con la llegada de nómadas digitales y extranjeros atraídos por el bajo costo de vida, quienes elevan la demanda de vivienda en zonas céntricas. Esto ha generado una turistificación desmedida, en la que muchas viviendas se destinan a rentas de corta estancia (como Airbnb), reduciendo la oferta para los habitantes locales.

A ello se suma la presión de desarrolladores inmobiliarios para que inquilinos tradicionales abandonen sus viviendas, con el fin de remodelarlas o demolerlas y construir nuevos complejos de lujo. Tiendas de abarrotes y fondas han sido reemplazadas por cafeterías de cadena y boutiques, alterando la vida comunitaria.

Además, la desigualdad urbana se agudiza: quienes no pueden pagar los nuevos precios se ven obligados a mudarse a zonas más lejanas, con mayores tiempos de traslado y menor acceso a servicios básicos.

En respuesta, colectivos ciudadanos y legisladores han exigido medidas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a los arrendatarios y prioricen un desarrollo urbano equitativo. La gentrificación, advierten, debe atenderse antes de que transforme por completo el rostro y el alma de la capital.

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