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Acontecer

Hallan al asesino de un crimen sin resolver desde hace 38 años

La pesadilla comenzó el 25 de mayo de 1979. Etan Patz, un niño rubio de pelo rizado y seis años de edad, caminaba solo por el hoy conocido barrio SoHo de Manhattan (Nueva York) hacia una parada de autobús para ir al colegio. Patz desapareció y nunca se encontró su cuerpo. Este martes, tras nueve días de declaraciones, dos grandes juicios, y casi 40 años de espera, un juzgado de la ciudad ha declarado culpable a Pedro Hernandez, un antiguo empleado de almacén, de la muerte y el secuestro del niño, un paso fundamental y esperado para la resolución del misterioso caso.
La desaparición de Patz conmocionó a Nueva York y al resto de Estados Unidos. Durante años, investigadores buscaron pruebas de un crimen que no dejó rastro. Se barajaron numerosos sospechosos, pero las autoridades no encontraron pruebas concluyentes. Las calles se llenaron de pósters de “desaparecido” con la foto del joven, los periódicos también hacían llamamientos a quienes pudieran tener información y los tetrabrick de leche también poseían el anuncio del niño desparecido, según recuerda The New York Times. Miles de padres vieron en Patz y su familia un reflejo de la suya. Les podría haber pasado a ellos, a sus hijos, en su vecindario.
El primer avance se dio en 2012, cuando el cuñado de Hernandez contactó a las autoridades al sospechar que Hernandez podía ser el responsable del crimen. Tras ser detenido, el sospechoso describió cómo convenció a Patz de que entrara en el almacén donde trabajaba, le asfixió y metió su cuerpo en una caja. Hernandez confirmó con fotos que se trataba de Patz.
Pero la falta de pruebas y huellas en el lugar de los hechos, así como el hecho de que el cuerpo siguiera sin aparecer, complicaron los procesos judiciales que, desde el año de su detención, persiguen a Hernandez. En 2015, tras cuatro meses de juicio, un juzgado rechazó la culpabilidad del sospechoso y consideró más creíble el argumento de la defensa, que se basó en los problemas mentales de Hernandez, una personalidad convulsa e inteligencia limitada. Alegaron estos problemas ponían en cuestión la veracidad de su propio testimonio.
“El hombre lo hizo. Él lo dijo. ¿Cuántas veces tiene que confesar un hombre para ser creído? No es una alucinación”, rebatió entonces Stanley Patz, el padre del niño desaparecido. Pero el juzgado, de 12 personas, fue incapaz de acusar con unanimidad a Hernandez como autor del crimen ante la falta de evidencia.
La fiscalía retomó el caso en octubre de 2016. A falta de nuevas pruebas, apostó por profundizar en los detalles que proporcionó Hernandez durante su confesión en 2012 del día en que asesinó al pequeño. El nuevo jurado ha acabado ahora convencido de la culpabilidad del sospechoso.
Para Stanley y Julie Patz, los padres del niño, es finalmente “un poco de justicia para nuestro maravilloso hijo Etan”, dijo Stanley, que acudió a todas las audiencias de cada juicio. “Me siento muy agradecido, por fin han alcanzado un veredicto que yo ya sabía; que este hombre es culpable de haber hecho algo horrible hace muchos años”, declaró al Times.
El 28 de febrero, Hernandez, de 56 años, recibirá su condena, que podría ser de hasta 25 años de cárcel. Para la ciudad de Nueva York, es el primer paso para poner fin a un caso que traumatizó a familias neoyorquinas y estadounidenses durante años. “Creo que esta decisión podrá unirnos a todos y servir como cura”, dijo el fiscal.

El País

Acontecer

Georgina Ledezma vende pulseras hechas a mano. Alumna del CAM 7507

Alumna del CAM 7507 del grupo de proyectos productivos, Georgina Kanakoqui Ledezma de 18 años de edad, joven alegre, entusiasta y trabajadora, con grandes habilidades para estar en un ambiente de trabajo, solicita el apoyo de la comunidad en general para que adquieran pulseras elaboradas con sus propias manos.

 


Bajo la asesoría y acompañamiento de la maestra Gabriela Rivero, en cuyas clases se desarrollan habilidades laborales con la finalidad de auto emplearse y/o realizar prácticas en ambientes reales, fue donde se gestó este emprendedurismo por parte de Georgina en la que de realizarlas como pasatiempo surgió la idea de ponerlas a la venta para generar sus propios ingresos como incentivo además, para que ella se sienta autónoma y feliz ya que debido a su delicada situación de salud no puede ejercer dentro de una empresa.
Este caso de éxito en la elaboración y convencimiento de producir artículos para su venta forma parte de los objetivos de nivel de formación para la vida adulta del CAM 7507 donde las maestras Ivone Santiago y Lydia Stirk del grupo de prácticas Laborales dan seguimiento puntual a todo su estudiantado.
Las pulseras de la joven Kanakoqui Ledezma estarán en venta en el restaurante “MAYÓLICA” ubicado en Blvd. Antonio Ortiz Mena 2033 Colonia Campestre-Lomas con un costo de $30 pesos.

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