Ganadora en los penaltis de la repesca contra Grecia, debutante en la Eurocopa 2024, competitiva de principio a fin, Georgia fue aún más allá, rebasó todos los límites imaginados, doblegó a Portugal y Cristiano Ronaldo y voló a toda velocidad, entre la apoteosis, hasta los octavos de final para desafiar a España.
Es una de las mejores terceras de grupo. De hecho, es la mejor en esa posición junto a Países Bajos. Sus méritos son incuestionables. Su valor magnífico. Ni desistió ni se acomplejó. Jugó para ganar cada partido. Y venció contra todo pronóstico, en la última jornada, con todo en juego, a un gigante como Portugal. Y además de forma irrebatible.
Por delante en el marcador desde el minuto y medio, cuando Kvaratskhelia fue un ciclón incontenible para la defensa de Portugal, hasta el final, con el tanto de penalti de por medio, en el 57, de Mikautadze. Las dos acciones señalaron a Antonio Silva, por la pérdida de balón que originó el letal contragolpe del 1-0 y por la pena máxima cometida en el 2-0.
«Todavía no he dado lo mejor de mí». No se escondía Kvara en la víspera. Lo asumía con la naturalidad del líder que representa para Georgia. Su mejor futbolista. Sin matices. Sin una sola duda. Sus cualidades son inigualables en cada uno de sus compañeros. Una colección de destrezas que lo proponen para todo lo que se proponga. En el Nápoles o fuera de él.
Incluso con Georgia. Nunca había jugado una Eurocopa. Ni se había acercado. Ya en Alemania 2024, jamás sufrió ningún complejo. Compitió de tú a tú con todos. Lo hizo con Turquía, lo repitió con República Checa y fue aún más allá. Ante Portugal, reducida por las rotaciones, pero con Cristiano Ronaldo, Joao Félix, Danilo Pereira, Joao Palhinha…
La clasificación y la historia lo aguardaba. La hazaña y la convicción lo movilizaba. La oportunidad inaudita de alcanzar uno de los dieciséis puestos de los octavos de final en la competición de las competiciones europeas. Un momento único, que peleó y disfrutó hasta el final, lanzado de repente por 1 minuto y 31 segundos en el que voló a por el gol del 1-0.
Ni siquiera había tocado el balón. Portugal la movió todo el rato. Georgia esperó el instante apropiado. El error lo cometió Antonio Silva. Veinte años, un Mundial ya jugado, la primera Eurocopa, sus primeros minutos en el torneo y un pase inapropiado al medio que desató el contragolpe de su adversario. Lo lanzó Mikautadze. Lo culminó Kvaratskhelia. Increíble.
Un aviso más que serio para Portugal. Para este miércoles. Y, sobre todo, para más adelante. Roberto Martínez se propuso la rotación masiva en el once, que no quería llamar «revolución», aunque varió ocho de los once titulares de las dos primeras citas. No había nada en juego en la última cita en la clasificación. Sí en el crecimiento en el que insiste, en las sensaciones que necesita, en la reafirmación que parecía ya inevitable.
El 1-0 era inasumible en tales pretensiones. Más aún luego el 2-0. También para la ambición de Cristiano Ronaldo, cabreado por los agarrones en el área, amonestado por la mala manera con la que se lo recriminó al árbitro al borde de la media hora. Una tarjeta que lo apercibe de sanción en octavos. Un riesgo. Aún siguió el descanso. Al línea, al cuarto árbitro, cuando se iba al vestuario, de nuevo con el gesto del agarrón en la camiseta.
Disputados ya 45 minutos, Portugal aún no se sentía a gusto. Georgia se replegó y, sobre todo, la hizo correr hacia atrás. Era el plan de Willy Sagnol, que cuenta con una legión de futbolistas solidarios, que lo dan todo en cada instante, como si fuera el último balón, el más decisivo. El corte de Gvelesiani a Cristiano Ronaldo, en una volea, fue inverosímil.
Necesitó también resistencia. A un tiro de Cristiano, primero. A otro de Palhinha, después. A un remate de Francisco Conceiçao. Y a un zurdazo de Joao Félix. Lo vio irse por el fondo Mamardashvili entre el susto. La respuesta georgiana era el contragolpe. Era Kvaratskhelia. Un jugador contra todo. Pero qué jugador. A plena velocidad, su conducción es imparable. Probó Joao Félix otra vez a Mamardashvili, tampoco sin demasiados apuros. El descanso.
Portugal apretó más en el inicio del segundo tiempo. Desde el primer instante, cerca del gol, nada constante, solo unos instantes, cuando de nuevo ‘Kvara’, con un tiro mucho más franco, mucho más sencillo, que en el primer tanto, gritó aún más fuerte la contestación rotunda, inequívoca, de Georgia.
Y, de repente, un penalti. Lo cometió Antonio Silva, en su peor noche con Portugal; lo sufrió Lochoshvili; lo determinó el VAR y lo marcó Mikautadze. Está en octavos de final. Es el rival de España. Avisado está De la Fuente. La sorpresa de la Eurocopa, con recital final de paradas de Mamardashvili.