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Indigna muerte de adolescente desaparecido

La Fiscalía de Jalisco encontró sin vida a Eduardo Salomón Puertos Gaytán, joven de 16 años que fue privado de la libertad el pasado viernes por hombres armados que ingresaron en su domicilio, ubicado en el Fraccionamiento Hacienda de los Fresnos 2, en Tlajomulco de Zúñiga, mientras cuidaba a sus hermanos menores.

Tras este hecho, su padre salió a las calles de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) para pedir a los responsables de llevárselo que lo regresaran con bien. Afirmó que si lo hacían no los denunciaría.

Sin embargo, ayer la dependencia del Gobierno estatal indicó que el cuerpo del menor fue hallado en una finca del Centro del municipio referido.

En ese mismo inmueble se localizó el cadáver de un adulto cuya identidad no ha sido esclarecida y la camioneta en la cual subieron a Eduardo Salomón, entre otros indicios.

Este hecho causó indignación en usuarios de las redes sociales, quienes exigieron a las autoridades dar con los culpables de la muerte del adolescente.

Tras la indignación de usuarios en redes sociales por el caso de Eduardo Salomón, localizado sin vida luego de haber sido privado de la libertad, la Fiscalía Estatal dio a conocer que los trabajos relacionados a la carpeta de investigación derivada por la desaparición del adolescente continuarán de manera permanente con la finalidad de localizar a los responsables de este hecho, “y conforme estos avancen se estará informando a la sociedad a través de los canales oficiales de comunicación”, destacó a través de un boletín de prensa.

En lo que va de la actual administración, un total de 339 menores de edad han sido reportados como desaparecidos o no localizados en Jalisco, de los cuales 30 fueron encontrados sin vida, sin contar el caso de Eduardo, de acuerdo con estadísticas del Registro Nacional de Personas Desaparecidas o No Localizadas (RNPDNO).

En 11 casos los menores vivían en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga, como Eduardo Salomón.

En comparación con los primeros tres años y dos meses de gobierno de Aristóteles Sandoval, la cifra de menores de 18 años hallados sin vida aumentó al doble, ya que en ese periodo hubo 15 niñas, niños y adolescentes reportados como desaparecidos o no localizados que fueron encontrados sin vida.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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