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¿Por qué inhabilitaron a José Luis García?

El polémico exfuncionario público ligado a César Duarte, ha dicho que hay personas que quieren verlo muerto.

Mientras era funcionario golpeó, discriminó y ridiculizó a sus subordinados.

La Secretaría de la Función Pública (SFP) inhabilitó por cuatro años al exsecretario de Desarrollo Social, José Luis Rodríguez García, por violencia institucional en contra de la directora del Instituto Chihuahuense de la Mujer (Ichmujer), Emma Saldaña Loera.

La funcionaria denunció a Rodríguez García hace casi un año y este miércoles, la secretaria de la Función Pública, Rocío Stefany Olmos Loya, notificó a las partes que si hubo faltas que acreditan la violencia institucional y discriminación.

Emma Saldaña también denunció al exfuncionario penalmente, y el proceso continúa su desarrollo. García habría ejercido violencia física contra la funcionaria que defiende precisamente a las mujeres, así como gritos, agresiones físicas y actos tendientes a ridiculizar a la denunciante y a sus subordinados.

«Por resolución del día de hoy emitida por Rocío Stefany Olmos Loya, secretaria de la Función Pública, se determina la inhabilitación por cuatro años a José Luis García, para desempeñar empleos, cargos o comisiones en el servicio público, esto por haber incurrido en violencia institucional y laboral y un trato con gritos, agresiones físicas y actos tendientes a ridiculizar a la denunciante y a sus subordinados”, dice un comunicado enviado por el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (Cedehm).

De acuerdo con el documento, la SFP tomó en consideración «el cúmulo de evidencias proporcionadas por ambas partes» y le dio veracidad a la denuncia presentada por Emma Saldaña.

El Cedehm asentó que la resolución es fundamental para los casos en los que las mujeres denuncian violencia, con independencia de la instancia en la que lo hagan.

En un programa radial el exfuncionario y exdocente aseguró que hay gente que incluso busca acabar con su vida aunque se reservó a decir nombres.

Violencia familiar y laboral: Denuncia penal pendiente.

Cuando fue llamado a declarar por la denuncia penal en su contra por violencia, José Luis García refirió que la última semana de mayo del 2015 su hija fue olvidada en Parral, luego de un concierto que ofreció la orquesta del Colegio de Bachilleres, de la que es integrante, y por teléfono le reclamó enojado a la mamá de la joven encargada de la orquesta.

Luego se declaró inocente y destacó que es la primera ocasión que se ve involucrado en un caso penal.

El tema fue discutido por Emma Saldaña y García en una reunión en el Museo Semilla, donde la víctima refirió que el exfuncionario le gritó.

La defensa de García mencionó a tres funcionarios como testigos (entre ellos el delegado de la Sedesol), quienes aseguraron que aquél no le gritó a la directora de Ichmujer.

Irma Saldaña, coadyuvante de Emma Saldaña, destacó que ese no es el único momento en el que José Luis García ejerció violencia verbal contra aquella, ya que en otra ocasión incluso hubo maltrato físico cuando la empujó y estrujó.

Precisó que uno de los casos en que José Luis García trató mal y despreció las demandas de Emma Saldaña fue cuando ella denunció en las reuniones de la Sedesol que el DIF estatal no otorgaba despensas a las víctimas, como se era su obligación.

Para no consignar al exfuncionario a un juzgado, el MP dijo que no hubo abuso de autoridad porque Saldaña es funcionaria. No obstante, el juez le aclaró que la ley no distingue entre la condición de cada persona, y toda persona, agregó, es sujeto de derecho.

El Ministerio Público también argumentó que no había relación laboral entre Saldaña y García porque el Ichmujer es autónomo, pero Rodríguez Gaytán explicó que la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo establece que ese Instituto está dentro de la estructura organizativa y la esfera de competencia de la Sedesol.

En ese sentido, el juez determinó que el MP no atendió las reglas del procedimiento y perjudicó los derechos de la víctima, además de que no fundamentó su decisión y dejó inconclusa su investigación, por lo que debió reabrirla y sigue pendiente.

 

 

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Acapulco lucha por sobrevivir. Por Itali Heide

Imágenes: Manuel Villavicencio

Antes incluso de verlo, Acapulco se huele. El olor de la basura acumulada durante semanas en las calles, la humedad de toneladas de lodo, árboles y hojas cubriendo portones, e incluso el olor a muerte persiste en el aire. Sobre el SEMEFO, buitres vuelan en una coreografía coordinada que señala que la muerte es mucho más frecuente que las cifras oficiales.

Itali Heide

Itali Heide

Al adentrarse en las devastadas calles de Acapulco, uno podría pensar que ha sido transportado a una zona de guerra. Ni una sola casa o edificio ha quedado indemne, con cristales esparcidos por todos los patios y líneas de agua de dos metros de altura en hogares que sirven de recordatorio del horror por el que pasaron los guerrerenses.

Aunque la pérdida material es devastadoramente triste, la angustia llega cuando se escuchan las historias de los sobrevivientes. Doña Francisca ha vivido en el poblado de Yetla toda su vida. De pie en la puerta de su casa, mirando hacia atrás, hacia el lugar que una vez conoció como un hogar seguro, recuerda la noche que la vio pedir por su vida. «No pude hacer nada», dice con las mejillas llenas de lágrimas, «el viento era tan fuerte que me agarré a la cama rezando que no me llevara el viento».

¿Quién iba a pensar que de un día para otro toda una región podía desaparecer del mapa? Es como si alguien hubiera hubiera arrastrado su dedo pulgar por el paisaje, sin dejar ni una sola palmera recta, mientras la mayoría yacía en el suelo como el destino le había deparado. La gente sufrió enormemente, y algunos pasaron 20 horas en sus casas con el agua hasta el pecho, sosteniendo a sus hijos y suplicando por una salida.

Nos gusta pensar que lo peor ya ha pasado. ¿Qué puede haber peor que vientos de 300 km/h? Por desgracia, el verdadero peligro está aún por llegar. Medical IMPACT llevó una brigada médica a Acapulco esta semana, apoyando a los supervivientes con consultas médicas gratuitas, medicación y apoyo emocional. Tras atender a más de 300 pacientes, salieron a la luz los verdaderos riesgos: habrá más muertes tras el huracán que por la tormenta en sí.

En las colonias Alborada Cardenista, Yetla y Ejido Viejo, cientos de guerrerenses se presentaron con lesiones, enfermedades y riesgos que ponen en peligro su vida y su salud. Viviendo sin agua potable, comida, electricidad o incluso higiene básica, no es de extrañar que la enfermedad esté por todas partes. Bebés con la cara llena de granos debido al agua sucia, niños con heridas infectadas con riesgo de septicemia, estómagos doloridos y resfriados por las horas pasadas en el agua están por todas partes.

Quienes ya lidiaban con alguna enfermedad, ahora sufren más. Decenas de pacientes diabéticos a los que Medical IMPACT atendió se han quedado sin insulina ni medicación vital, mientras yacían en sus casas esperando a que llegara la ayuda o a que les sobreviniera un coma diabético. Incluso si pudieran encontrar insulina, no hay forma de almacenarla: debe conservarse a baja temperatura, y sin electricidad, guardarla en el refrigerador no es posible.

Es devastador pasear por calles que antes estaban llenas de vida y ver a la gente limpiar minuciosamente sus casas mientras intentan recordar cómo era tener una vida normal. Sin embargo, sirve como testimonio de la voluntad que tienen los guerrerenses para seguir adelante. En los poblados olvidados y abandonados por el gobierno y otros grupos de apoyo, las comunidades se reúnen en zonas comunes y se ayudan mutuamente.

Las doñas montan mesas para hacer taquitos de requesón y frijol, los hombres llevan palas de casa en casa sacando el barro y la basura, los niños ríen y juegan, perros amistosos buscan caricias y se juntan recursos para apoyarse mutuamente. Incluso en las ruinas, la tragedia parece sacar lo mejor de la gente (aunque en algunos casos, también lo peor).

Acapulco está lejos de recuperarse. Llevará años reconstruir la ciudad y los pueblos circundantes, pero la verdadera prueba es mantener a la gente segura, alimentada, hidratada y sana. Mientras nos adentramos en aguas desconocidas, es responsabilidad del gobierno, la sociedad civil y la comunidad mundial seguir apoyando a quienes lo perdieron todo y pueden perder más, incluso su vida.

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