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Inicia México el 2022 con más de 100 hospitales saturados y casi 4 millones de casos Covid

México inició el 2022 de cara a una nueva ola de contagios de COVID-19. De acuerdo con las últimas cifras oficiales, el país ya casi supera los 4 millones de casos acumulados, en medio de un escenario en el que ya se prevén repuntes importantes por las fiestas decembrinas.

Y es que en la última semana, las cifras de casos rompieron marcas que no se veían desde hace meses: el lunes 27 de diciembre hubo 943 positivos; el día siguiente se confirmaron 4,426; el miércoles, 5,290; el jueves se contabilizaron 8,024 y el viernes —el último día del año— se reportó la mayor cantidad de casos de los últimos tres meses: 10,037 personas infectadas para sumar un total de 3 millones 979 mil 723 casos acumulados desde que inició la emergencia sanitaria.

Por otro lado, los especialistas esperan que la variante Delta empiece a disminuir y Ómicron, mucho más contagiosa, se convierta en la predominante en México en enero; por ahora, de acuerdo con los datos de la iniciativa mundial de secuenciación del virus Global Initiative on Sharing All Influenza Data (GISAID), con fecha del 29 de diciembre, en territorio nacional el número de personas contagiadas con la variante Ómicron es de 254.

Fue el 25 de diciembre cuando la plataforma que colabora con la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que en el país se registraron 42 casos con la nueva variante de COVID-19, de los cuales 30 se encontraron en la Ciudad de México (CDMX), ocho en el Estado de México (Edomex), tres en Tamaulipas y uno en Sinaloa.

En tanto sólo cinco días se dispararon los casos reportados por GISAID, pues la plataforma encargada de recopilar datos clínicos y epidemiológicos dio a conocer que de los 254 contagios con Ómicron, 159 se están en la capital y 35 en el Edomex; mientras que Quintana Roo y Yucatán poseen 18 y 13 casos, respectivamente.

Otros estados en donde se registraron casos con la nueva variante según GISAID son Tabasco, Tamaulipas, Puebla, Sinaloa, Chiapas, Hidalgo, Veracruz, Baja California y Guerrero, aunque el gobierno de Guerrero descartó la existencia de casos de Ómicron.

Según el Consorcio Mexicano de Vigilancia Genómica —sitio informático que analiza las variantes de COVID-19 que circulan en el país— Delta sigue siendo la predominante en México; no obstante, Ómicron ya comienza a introducirse en diferentes entidades, principalmente en las de la Región Noreste (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas) y en las de la Región Centro Sur (Hidalgo, Puebla, Tlaxcala, Morelos, Edomex y CDMX).

El Sistema de Información de la Red IRAG, de la Secretaría de Salud reportó que 85 hospitales se encuentran por arriba del 70% en sus áreas de camas generales para atender pacientes que presentan complicaciones de COVID-19; otros 14 nosocomios están por arriba de ese porcentaje en sus áreas de terapia intensiva; mientras que en la ocupación de camas con ventilador UCI, 19 centros hospitalarios se encuentran en esta situación. En conjunto suman 118 hospitales, 18 más que en la semana previa.

La base de datos del sistema hospitalario del país reporta que estos nosocomios que se encuentran en su máxima capacidad se distribuyen en 25 entidades.

Según el más reciente reporte, del 31 de diciembre, entre los que se registra que no hay capacidad para recibir a más pacientes en camas generales están La Raza, Hospital General Ajusco Medio, varias unidades del IMSS en la Ciudad de México, el hospital de Los Reyes la Paz, Molinito y Metepec en el Estado de México.

En ese listado se incluye el Regional en Guadalajara, el Hospital de Mazatlán en Sinaloa, el Gómez Palacio, Durango; y Félix U. Gómez en Nuevo León.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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