Entre enero de 2014 y junio de 2015, 266 mujeres que sufrieron violencia obstétrica interpusieron una queja en las secretarías de salud estatales; de ellas, 130 son de Guerrero, lo que representa 48% del total, según lo documentó el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) en su informe “Violencia obstétrica. Un enfoque de derechos humanos”.
El estudio analiza los abusos cometidos por el personal de salud en clínicas, centros de salud y hospitales hacia las mujeres que acuden a dar a luz, y la inacción del Estado mexicano para lograr una rendición de cuentas y frenar la impunidad.
Un ejemplo de violencia obstétrica es el caso de una mujer indígena de Oaxaca que dio a luz en un jardín, debido a que los médicos no la recibieron en el hospital pese a que ya había iniciado el trabajo de parto.
Los investigadores hicieron solicitudes de información sobre las denuncias en diferentes instancia y encontraron que en las secretarías de salud, hubo 266. De ellas, 130 ocurrieron en Guerrero, 54 en Morelos; en Distrito Federal, 18; en el Estado de México, 14 e igual número en Veracruz.
Mientras que en Campeche, Colima, Michoacán, Nayarit, Puebla, Quintana Roo y Zacatecas no se registraron casos de violencia obstétrica, indica el estudio dirigido por Regina Tamés.
De acuerdo con la especialista en violencia de género y salud, Marbella Camacaro, la violencia obstétrica existe a partir de la “institucionalización de los partos”, cuando se cambiaron las casas por hospitales para el nacimiento de los bebés.
Incluso advierte que si los hospitales son lugares donde se tratan enfermedades, por qué se piensa que son el sitio ideal para traer una nueva vida. Esto significa que “estamos patologizando lo natural, naturalizando lo patológico”.