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Julio César Chávez Jr. ¿Positivo en marihuana?

Julio César Chávez habría dado positivo por marihuana en una prueba realizada tras la pelea contra el argentino Sergio Maravilla Martínez, el sábado pasado, según el sitio TheRingTV, información que confirmó el promotor de Top Rank, Bob Arum, en entrevista con el portal de ESPN.com.

Una fuente consultada, cercana a Chávez Jr., reveló que la noticia habría sorprendido al pugilista. El sinaloense no dará su versión de los hechos hasta que la Comisión Atlética de Nevada confirme el dopaje.

El castigo hacia El Hijo de la Leyenda podría ser ejemplar, ya que perdería la bolsa que obtuvo de la pelea, de 3 millones de dólares, y sería inhabilitado del boxeo de seis meses a un año.

Las pruebas sobre el presunto dopaje de Julio César Chávez Jr. no han llegado en su totalidad a la Comisión de Nevada, por lo que sería hasta el viernes o lunes de la próxima semana cuando se emita un fallo sobre el futuro del pugilista mexicano.

De confirmarse, sería el segundo en la carrera de Chávez Jr., quien en 2009 fue inculpado por dar positivo por un diurético (furosemida), tras el triunfo que obtuvo ante el estadounidense Troy Rowland.

El 22 de enero de este año, Julito fue detenido por conducir en estado de ebriedad, por lo que recibió como castigo la imposición de asistir a 30 sesiones de Alcohólicos Anónimos.

Es un historial con indicios de situaciones que su padre vivió y de las cuales el propio Chávez Carrasco no guarda buenos recuerdos.

«Uno de los momentos difíciles de mi infancia tuvo que ver con que mi papá no estuvo con nosotros por un buen tiempo. Lo entiendo bien, fue un momento en el que hubo problemas con él. Por desgracia se dejó atrapar por el alcohol y las drogas, y era nuestro trabajo ayudarlo a salir», rememoró JC Jr. en una entrevista al semanario Domingo de EL UNIVERSAL.

José Suliamán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, dijo que esperarán la prueba «B». Además, no reconocerán a un laboratorio sin el aval de la Agencia Mundial Antidopaje.

«Si Julio lo solicita, lo apoyaremos con una prueba de cabello en la UCLA. Hay que luchar para que se sepa absolutamente la verdad», destaca Sulaimán, vía telefónica desde Boston.

En tanto se sabe el resultado completo de las pruebas, JC Jr. recibe un duro golpe en su deseo por no repetir los problemas de su padre.

«La gente cuando escucha que voy a pelear, siempre dice que estoy continuando la leyenda, y eso es lo que quiero. Él [Chávez padre] hizo grandes cosas, pero al final, yo sé que también cometió errores y todo eso que era tan bonito, pues se fue quedando atrás por el alcoholismo y las drogas, pero yo quiero cambiar el pasado y comenzar de nuevo. Para eso me preparo», dijo recientemente Chávez Carrasco.

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Wimbledon sin jueces de línea: el fin de una era que muchos ya extrañan

Por primera vez en sus 148 años de historia, Wimbledon ha eliminado por completo a los jueces de línea humanos, reemplazándolos con un sistema electrónico automatizado. Esta decisión marca un punto de inflexión en uno de los torneos de tenis más tradicionales del mundo, generando una mezcla de aceptación tecnológica y nostalgia por la humanidad que esta figura representaba en la cancha.

Pauline Eyre, quien fue jueza de línea en 16 ediciones del torneo, recuerda con orgullo su primera vez pisando el césped sagrado del All England Club a los 21 años. “Era un sentimiento extraordinario”, comenta. Lejos de haber soñado con ganar un trofeo como jugadora —ella misma se describe como una mala competidora juvenil—, su máximo orgullo fue formar parte del equipo de oficiales, un grupo que consideraba “visiblemente diferente y especial”.

Esa esencia humana es justo lo que, para Eyre y otros puristas, se pierde con esta transformación. Aunque el sistema electrónico —el mismo adoptado por el Abierto de Australia y el US Open— promete precisión absoluta, Eyre sostiene que el cambio elimina una parte esencial del deporte: la imperfección humana. “El tenis es sobre personas. Si le quitas la humanidad, estás quitando una parte fundamental del juego”, afirma.

La medida, anunciada por el All England Lawn Tennis Club en octubre pasado, responde a la intención de garantizar la máxima precisión en el arbitraje y ofrecer condiciones homogéneas para los jugadores, en línea con la mayoría de los torneos del circuito ATP y WTA. Sally Bolton, directora ejecutiva del club, explicó que la transición busca estandarizar el entorno competitivo. Sin embargo, incluso antiguos funcionarios como Andrew Jarrett, ex árbitro principal de Wimbledon entre 2006 y 2019, admiten que el cambio, aunque lógico desde el punto de vista tecnológico, tiene un “costo humano”.

Jarrett subraya que durante su gestión nunca se contempló seriamente eliminar a los jueces de línea, aunque reconocía que la introducción del sistema Hawk-Eye en 2007 marcaba el inicio de una posible transición. Para Eyre, ese momento fue revelador: “Hawk-Eye nos demostró que casi siempre teníamos razón”, dice, con cierta melancolía.

La eliminación de estos oficiales también impacta el futuro del arbitraje en el tenis. “¿Por qué un joven de 15 años querría ahora pasar sus fines de semana arbitrando partidos infantiles si ya no puede soñar con llegar a Wimbledon?”, cuestiona Eyre.

Entre los jugadores, la reacción es dividida. Aryna Sabalenka, número uno del mundo, considera que el sistema electrónico elimina controversias y aporta claridad, aunque reconoce estar «50/50». Por otro lado, Barbora Krej?íková y Frances Tiafoe expresaron su preferencia por el estilo tradicional, destacando el «fanfarroneo» y la interacción humana que ofrecían los desafíos a jueces de línea.

El sistema automático no está exento de fallas. Durante un partido de segunda ronda, el sistema emitió un llamado de «fuera» entre puntos, generando confusión y risas entre el público. Otros jugadores también señalaron que las señales automatizadas son a veces demasiado tenues para escucharse, especialmente en canchas con mayor ruido ambiental.

De los aproximadamente 300 jueces de línea que solían participar en Wimbledon, solo 80 permanecen este año como asistentes de cancha en caso de fallos técnicos del sistema.

Lo que antes era una aspiración para muchos —ser parte del torneo más prestigioso del mundo, aunque fuera desde los márgenes del terreno de juego— ahora queda relegado a la historia. Eyre, ahora comediante de stand-up, recuerda cuando fue abucheada por sancionar al favorito local Greg Rusedski o cuando John McEnroe la fulminó con la mirada por marcarle un error.

Con humor y algo de resignación, reconoce que los jueces de línea eran vistos como “jugadores fracasados y personas demasiado autoritarias”. Pero, en el fondo, lo hacían por amor al tenis. “Solo queríamos ser parte de algo que amamos”, concluye.

Y quizás, como muchas cosas en la vida, no sabíamos cuánto los íbamos a extrañar… hasta que desaparecieron.

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