Es cosa del dominio público que andan inocentes penando y culpables gozando. O en otras palabras: algunos de adentro merecen estar afuera y algunos de afuera merecen estar adentro. ¿Qué justicia es esta? A veces –y no pocas-, esta lamentable situación se origina en quienes juzgan, quizás por una errónea apreciación que tuvieron al considerar los elementos aportados para el juicio; pero seguramente son más las veces que todo surge la tarea de investigar, en la realización del encargo de hallar y aportar pruebas y evidencias que favorezcan un juicio adecuado.
Los mexicanos, en general, y los chihuahuenses, en particular, estamos informados constantemente, a través de los medios masivos, de encarcelamientos y excarcelamientos de individuos que fueron sujetos a un proceso penal en el cual abundaron las anomalías, desde averiguaciones impostadas hasta acciones de tortura para obtener declaraciones, entre otras. Es una realidad preocupante que ningún ciudadano debe tomar a la ligera, porque ella es un riesgo para todos.
Los descuidos, las incapacidades, las omisiones y arbitrariedades en la integración de expedientes para los procesos, son algo que parece ser de lo más frecuente a lo largo y ancho de nuestro país. Es, aparentemente, un mal que ocurre por una incompetencia para buscar la verdad que funda el juicio justo, el juicio deseable que ha de conformar a la sociedad. Para juzgar se requieren elementos, los llamados elementos de juicio, todos ellos interesados por el valor de la verdad, por el respeto a los hechos que deben ser los determinantes del dictamen justiciero.
Para que la sociedad confíe en una impartición de justicia debe exigir, primeramente, conocimientos, destrezas, habilidades y valores en quienes representan sus intereses en los procesos penales. Aunque podemos suponer que algunas investigaciones judiciales se realizan con la intención auténtica de aportar elementos para un juicio justo, muchas veces esa intención queda sólo en eso. Y entonces vemos que la decisión de un juez se vuelve gran noticia, lo mismo que la indignación e inconformidad populares.
Es, por tanto, la conexión entre verdad y justicia algo indispensable para garantizar a la sociedad una certeza en los castigos o exoneraciones que se aplican a quienes sean imputados y sometidos a un proceso. Y para encontrar verdades, lo mismo que para sostenerlas, se requiere una competencia. La justicia es difícil de aplicar cuando se es incompetente para trabajar por y para la verdad; esta es la competencia fundamental, un respeto y un acercamiento metódico (con técnicas y procedimientos adecuados) a los hechos.
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