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La democracia puede tener retrocesos significativos: Lorenzo Córdova

El desarrollo democrático de México tuvo una afectación seria durante 2021 que se explica por la pandemia y sus consecuencias, así como por la pobreza, las desigualdades, las violencias, la impunidad y la corrupción, afirmó el Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova Vianello.

Esta caída en el desarrollo democrático en nuestro país fue señalada durante la presentación de los Resultados del Índice de Desarrollo Democrático de México 2021 (IDD-Mex), realizado por el INE en colaboración con el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPOS), la Unión Social de Empresarios de México (USEM), la Fundación Konrad Adenauer Stiftung (KAS) México y PoliLat.

“La nueva edición del Informe de resultados del Índice de Desarrollo Democrático de México y sus 32 entidades que hoy estamos presentando es evidencia clara de lo que señalo: que la democracia y su expresión en las diferentes dimensiones que la integran -la social, la ciudadana, la institucional o la económica- puede tener retrocesos significativos, a pesar de los logros previamente observados”, dijo Córdova Vianello.

Durante su intervención resaltó que “el promedio nacional del Índice en esta edición se ubicó en 4,138 puntos, en una escala de cero a 10 mil, cifra que representa una caída de 24 por ciento respecto del año previo, cuando el valor del Índice fue de 5,434 puntos”.

“En toda la serie histórica de esta medición, que inició en 2010, el de este año es el resultado más bajo que se ha observado: 13 por ciento inferior al promedio alcanzado en 2017, año que tenía el registro más bajo”, precisó.

Ante el presidente del CEPOS, Arturo Gérman; el presidente de la Confederación USEM-UNIAPAC, Eugenio Cárdenas; el representante de la Fundación Konrad Adenauer Stiftung México, Hans Blomeier y el director de PoliLat, Jorge Arias, Lorenzo Córdova añadió que “cada nueva edición del Índice de Desarrollo Democrático comprueba, que en materia de democracia ni los logros son homogéneos, ni los rezagos son para siempre”.

El Consejero Presidente del INE mencionó que los resultados del IDD-Mex 2021 “reiteran el retroceso observado este año en el agregado nacional”, ya que sólo siete entidades, es decir, poco menos de una cuarta parte de las demarcaciones político-administrativas de nuestro país mejoraron su puntuación en el Índice, respecto del año previo. Asimismo, sólo dos entidades (Yucatán e Hidalgo) calificaron con nivel de desarrollo alto.

Respecto a la calidad institucional, o lo que en el Índice se denomina democracia de las instituciones, “registra de nuevo el peor desempeño de las dimensiones que integran esta métrica”, lamentó Córdova Vianello.

“No hay desarrollo, ni democracia posible, si no existen reglas, normas e instituciones que la faciliten por eso es muy preocupante la ruta de debilitamiento institucional, de desafío al Estado de Derecho y de crisis de las instituciones democráticas que hoy enfrentamos en nuestro país”, enfatizó.

Por lo anterior, consideró “urgente y necesario para quienes tenemos una responsabilidad al frente de instituciones públicas, pero también quienes están en organizaciones sociales e incluso empresas, asumir la corresponsabilidad que todos tenemos de valorar, apreciar, fortalecer e, incluso, rescatar aquellas instituciones mexicanas que nos han permitido, colectivamente, avanzar en nuestro desarrollo como nación”.

El IDD-Mex “nos muestra que la democracia es profundamente sensible al contexto económico, político y social en el que se recrea. Pero también nos da evidencia de que es resiliente, que puede recuperarse, si todas y todos contribuimos a ello”, subrayó Córdova.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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