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La espeluznante historia real de la mujer asesina que inspiró la película La huérfana

Otra hubiese sido la historia si Anika, como se identificó para ese entonces la indefensa niña, habría dicho la verdad. Tal vez no existiría una de las más macabras y aterradoras películas de terror de todos los tiempos. Esta mujer checoslovaca de 33 años se encargó de sembrar el terror entre la comunidad, al tiempo que demostró al mundo que la maldad a veces se esconde en lugares y, sobre todo, en personas insospechadas. Hasta el día de hoy, su rostro es la viva encarnación de la perversidad y la crueldad.

¿Quién es Barbora Skrlová?

Tanto sus crímenes como su vida familiar resultan un misterio para las personas que le siguieron las pistas. Nacida en la década de los años 70 en la entonces República de Checoslovaquia, los trastornos psiquiátricos de Barbora se dejaron ver desde su infancia y adolescencia. El hipopituitarismo fue, precisamente, una de las primeras condiciones que le fueron diagnosticadas. Esta afección, que perjudica a la hipófisis, fue la responsable de que Skrlová se haga pasar por una niña de 13 años para manipular a diestra y siniestra. Era su más preciada fachada para mantenerse en las sombras de la criminalidad.

Sin embargo, detrás de ese rostro de tierna niña se escondían aún más secretos de los que cualquiera pudiese imaginar. Trastorno de identidad múltiple junto con rasgos psicopáticos, esquizofrénicos y violentos eran la mezcla perfecta de una potencial torturadora. Era solo cuestión de tiempo para que Barbora llevara a la luz su verdadera identidad.

A diferencia de lo que todos podrían pensar, Barbora convirtió sus debilidades en sus mayores armas contra quienes pretendían detener sus siniestros planes. Era tan camaleónica como manipuladora que su lugar en el mundo se lo fue abriendo ella misma mientras dejaba a su paso innumerables víctimas. Cuando llegó a la adolescencia ya era toda una profesional del intrincado arte de engañar.

Una nueva familia de ensueño

Una vez más, hizo uso de su ejercitado talento para mentir. En esta oportunidad serían las hermanas Klara y Katherina Mauerová quienes caerían en su audaz trampa. Su apodo “La Huérfana” nunca había cobrado tanto sentido hasta que, aprovechándose de que ambas mujeres padecían problemas mentales, Barbora decidió mostrarse como una niña desamparada para lograr ser adoptada por ellas. Fue así como la protagonista de esta historia llegó a las vidas de las que se convertirían si no en sus nuevas víctimas, al menos en sus fieles secuaces.

Klara, que recién se había divorciado y estudiaba pedagogía en la universidad, no dudó en llevarse a la que creía era una pobre huérfana a vivir junto con sus hijos y su hermana a su casa en Kurim, al suroeste del país. ¿Sería acaso el final de un capítulo de ensueño o más bien el inicio de una película de terror? Los acontecimientos que tuvieron lugar después darían cuenta de que la maldad, en ocasiones, es hereditaria.

¿Víctimas o secuaces?

Los años transcurrieron entre campamentos, anécdotas divertidas y gratos momentos en familia. Quien los veía en las calles siempre llegaba a la misma conclusión: son una familia feliz. No obstante, la plenitud tampoco duraría mucho, sería Barbora la encargada de, por primera vez, dejar ver sus verdaderos instintos psicópatas.

Hábil y cautivadora, la mujer decidió involucrar a las Mauerová en El Movimiento Grial, una secta que las llevaría directo al camino de la perdición. Promiscuidad, canibalismo e incesto eran algunas de las enseñanzas que profesaba el grupo bajo los supuestos mandatos de la obra En la luz de la verdad: Mensaje del grial, de Abd-ru-shin.

Desde extraños sacrificios hasta rituales de sexo incestuoso, Klara y Katherina cumplían al pie de la letra las órdenes de “El Doctor”, quien para esa época hacía de líder supremo de la secta. No solamente estaban fascinadas con las macabras peticiones que ponían a prueba su conocimiento del mundo y de Dios, sino que sus deseos pecaminosos aumentaban a medida que se adentraban más en ese oscuro mundo.

La verdadera pesadilla comenzó cuando, según el diario inglés Daily Mail, Barbora comenzó a sentir celos de sus hermanos adoptivos, Jakub y Ondrej, de 10 y 8 años, respectivamente. Ávida y audaz, siempre encontraba la manera de otorgarle la culpa de sus travesuras a los hijos de su madre adoptiva.

Influenciadas por El Doctor y Skrlová, las hermanas optaron por meter a los niños en una jaula en la que fueron víctimas de todo tipo de vejaciones. Desnudos, sin comer y viviendo entre sus propios excrementos, los mantuvieron cautivos durante lo que pareció una eternidad. Incluso los hacían bañar con agua helada, les ponían cigarrillos en el cuerpo y, en varias ocasiones, hasta intentaron arrancarles la piel para comérselos.

En la aparente tranquila casa de las Mauerová se vivía un infierno del cual nadie, excepto Barbora, El Doctor y las directas implicadas, tenía conocimiento. Si para ese momento hubiese existido un premio al plan macabro más perfecto, sin duda, Barbora se hubiese llevado el primer lugar. Y todo pudo haber continuado así, de no ser porque un monitor de bebé y una familia de buen corazón que se interpuso en sus caminos.

Un fatal descubrimiento

Los policías checoslovacos no podían dar crédito de lo que sus ojos estaban viendo. Tres niños: uno de ellos estaba desmayado, el otro en estado deplorable y la última se sumergía en un mar de llanto en un rincón de la jaula, casi imperceptible a la vista de quien se atreviese a asomarse. La escena era desoladora.

Si bien la familia vecina que por error había logrado acceder al sistema de seguridad de las Mauerová había descrito las vejaciones como atroces, nada podía compararse a presenciar el acontecimiento en vivo y en directo. Era simplemente siniestro, ejecutado por alguien inhumano y planeado por alguien aún más perverso.

Cuando llegaron al hospital ya era demasiado tarde. Uno de los niños yacía muerto en la camilla, mientras que el otro no había sido lo suficientemente veloz para revelar la verdad a las autoridades. Barbora había escapado y se dirigía rumbo a Noruega para encontrar nuevas víctimas. De Anika a Adam, Barbora no solamente cambió de país, sino también de nombre y sexo. Al igual que había hecho en ocasiones anteriores, logró engañar a una familia que decidió adoptarla, cuidarla y enviarla a una reconocida escuela.

Hasta a los más brillantes criminales les llega la justicia y Barbora no sería la excepción. En enero de 2008 fue capturada en el norte de Noruega luego de que la Policía checa emitiese una orden de captura internacional. Por muy multifacética que fuera, ya no había lugar en el mundo en el que pudiese esconderse.

En el año 2009 una nueva noticia volvió a sacudir al mundo: Klara fue condenada a 12 años de prisión como autora material de los crímenes junto a su hermana Katherina, quien obtuvo una sentencia de 10 años de cárcel.

La sorpresa llegó cuando, de manera irrisoria, Barbora fue sentenciada a pagar cinco años tras las rejas en calidad de autora intelectual. En 2011, apeló y salió en libertad. Desde ese momento, no se conoce rastro de lo que fue de la vida de la reconocida niña huérfana, cuya historia logró cruzar continentes, llegar a Hollywood e inspirar una película que tendrá no solo una, sino dos entregas en las salas de cine. ¿Logrará la maldad mantenerse al margen de la criminalidad?

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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